El verano nos saca de la rutina y nos lleva, a muchos, a los viejos prematuros como el que escribe, en busca de la tranquilidad. La calma evita wifi y escapa de la televisión por los pelos. Siempre hay emisoras imborrables que se quedan de fondo en desayuno, comida o cena.
El soniquete de este verano es Cataluña y Venezuela. Se abren y se cierran espacios ‘despacito’ con el tema. En una parte es cuestión de independencia y en la otra de dependencia. O al revés, según quién lo valore.
En plenos procesos abierto de pelea por la soberanía, Cleveland ha vivido uno en sus propias carnes. Kyrie Irving explotó. Callado y relegado a voz poco resonante en el vestuario de Cavs, quiere ser libre. LeBron ideó una fórmula campeona en la que unos cuantos le llevaban el vestuario y nadie rechistaba, en especial Irving.
A los 25 años, Kyrie tiene un anillo. O sea, que ganar ya ha ganado. Quiere ser primera espada, o al menos, sentirse importante o al mismo nivel. Y hay que ver con qué prisa ha de querer seguir ganando. Es decir, unirse a proyecto o crear el suyo.
Irving no ha dejado tirado a LeBron. Lejos de eso, le honra siguiendo sus pasos. James se ideó la manera de controlar su destino. Contratos cortos con los que presionar a sus jefes. Lo hizo con Miami y lo hace con Cleveland. Tres-cuatro años y veremos qué hago. Una fórmula casi mágica en una liga donde le jugador suele ser mera mercancía.
Kyrie anuncia que quiere salir dos años antes de que expire su contrato. No quiere ser Paul George, al que le ha costado dios y ayuda llegar a un sitio con opciones al cielo. Le ha costado, sí. En el último año de contrato, los que demandan al jugador ofrecen menos, sabiendo que los ofertantes podrían perderlo más adelante por nada. Con dos años, tienes más opciones de apretar.
Knicks
Son uno de los buenos destinos, si no tiene prisa por ganar. No saldrá Porzingis, pero podrían idear algo que gire con Melo Anthony y que meta a otro por el medio. Yo qué sé, hay mil maneras. Otra cosa es que quiera ir allí y someterse al ambiente más nocivo de la NBA. Todos encabronados, incapaces de ganar o de crear estabilidad con todo el dinero del mundo. Al nuevo GM, Scott Perry, su jefe aún no le ha saludado. Una semana después.
Spurs
Kyrie, al que entrenó Coach K en Duke, quiere que le entrene Gregg Popovich, con el que coincidirá en algún baile en la selección USA. Yo también quiero, pensaréis. Allí ganaría, pero ellos están a otra cosa. A la suya. Se han asegurado a Pau Gasol y a Manu Ginobili hasta los 40 años. Uno los hace la campaña que viene, y el otro al cumplir el 2+1 con el que ha renovado. Los dos están lejos de su números y de sus sensaciones. Los dos están lejos del resto, en la cima, por conocimiento del juego.
Wall
Nunca le he considerado una estrella hasta este año. Le faltaban cosas a su juego y sobre todo, a sus equipos. La principal es hacer que ganen o al menos, ponerle en disposición de ganar. Este año lo hizo. Dominó partidos, no solo los asaltó físicamente. Su proceso de maduración y el del mercado le dan cuatro años y 170 millones en la Capital.
Tyrese Rice
Andan en Barcelona locos con el tema de Tyrese. Que si salía por la noche o entraba. A mí, no me importa. Me duele más que, un tipo con su fantasía, no haya sido comprometido con el equipo en cancha. Con el viento de cara, jugador bandera. Con el viento en su contra, dañino.
Summer League
Salta y sigue el debate de la importancia de la Summer League y su resonancia en los profesionales. OK. Si el talento existe, se demuestra hasta el vaqueros, leí a Rafer Alston -Skip To My Lou-. Lo que pasa es que en la NBA son todos más altos y guapos. El nivel de exigencia no es ni parecido. Dicho esto, y yo que sé, o ustedes mismos sabrán, si Ball y Tatum serán tan buenos como han parecido. En cualquier caso, siempre será mejor hacerlo bien.
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