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James Harden y la dualidad del jugador y la persona

James Harden y la dualidad del jugador y la persona

James Harden pidió salir de Philadelphia, los Sixers han dicho que no y la historia se repite. Porque para el jugador, este guion no es nuevo: ya pidió salir de Houston y Brooklyn.

El pasado 31 de junio, James Harden tomaba una decisión que iba a alterar el estatus quo en la conferencia Este. El jugador aceptaba su opción para extender su contrato un año más, rechazando entrar en la agencia libre, pero al mismo tiempo pedía a Philadelphia 76ers salir traspasado. Harden, quien había llegado a los Sixers en febrero de 2022, pedía salir y a poder ser, rumbo a Los Angeles Clippers, su destino predilecto. Y no es la primera vez que pide el traspaso, ni la primera que sale mal de un equipo. Porque el James Harden jugador es diferencial, uno de los mejores en los últimos diez años; pero el Harden persona, fuera de la pista, se ha convertido en un problema para muchas gerencias. Y todo empezó en Oklahoma.

El verano de 2012, los Thunder tuvieron que tomar la decisión más difícil de su joven carrera. Tras extender a Russell Westbrook y Kevin Durant, era el turno de James Harden y Serge Ibaka. Y mientras el internacional español aceptó una renovación a la baja, por $48 millones y cuatro años, Harden rechazó las ofertas de la franquicia. La última, según Adrian Wojnarowski, fue alrededor de los $54 millones por cuatro temporadas ($11 millones por año). El jugador sabía que en un año podía exigir una extensión máxima tras su contrato rookie y eso pidió, algo que Oklahoma no quiso pagar por el riesgo de entrar en una situación de impuesto de lujo. Se tensó la cuerda, no hubo acuerdo y la bomba explotó.

Apenas inició la temporada, el 27 de octubre, los Thunder traspasaban a James Harden a Houston a cambio de Kevin Martin, Jeremy Lamb y dos primeras rondas y una segunda, que se usó en Alex Abrines. Los Rockets sí que estaban dispuestos a poner sobre la mesa un máximo… que equivalía a unos $16 millones por año. Por algo menos de cinco millones al año, decidió no querer seguir en un equipo que venía de jugar unas finales de la NBA y que tenía un núcleo capaz de plantar cara a LeBron, con tres jugadores que acabaron siendo MVP de la NBA, más Serge Ibaka, Nick Collison, Kendrick Perkins o a Reggie Jackson novato. Los Thunder no volvieron a unas finales y fueron perdieron poco a poco a todos sus jóvenes, aunque Durant e Ibaka al menos ganaron un anillo.

Eligió el dinero, algo respetable en su segundo contrato, y eligió sobre todo apostar por demostrar que era un jugador de máximo. Y le salió bien. En Houston vimos la mejor versión de James Harden, que pasó de ser sexto hombre a titular, estrella y All Star en cuestión de un año. Desde su debut en Houston, Harden estuvo en el top-10 en la votación para el MVP, ganando en 2018 y quedando segundo en 2015 (tras Curry), 2017 (Westbrook) y 2019 (Antetokounmpo). Se convirtió en uno de los mejores jugadores de la liga, capaz de liderar a los Rockets a varias finales de conferencia y de pelear de tú a tú con Golden State. Pero como de todo lo bueno, se cansó.

James Harden, de traspaso en traspaso

En 2017, Harden firmó una extensión de contrato máxima, una que empezó a funcionar en 2019. Eran $171 millones por cuatro años, el contrato más grande de la NBA. Al año, con el dinero en el bolsillo, pidió salir de Houston tras la burbuja de Disney. Esta vez quería volver a jugar con Kevin Durant formando un big-3 en Brooklyn junto a Kyrie Irving, uno por el que los Nets tuvieron que pagar una morterada de primeras rondas y todo su futuro, jugadores como Caris LeVert, Jarrett Allen o Rodions Kurucs. La desgracia quiso que James Harden se lesionara en el primer minuto de las semifinales de conferencia, y que los Bucks se deshicieran de Brooklyn en siete. Lo que nadie sabía era que iba a ser el último partido de playoffs de Harden en New York.

Porque apenas un año y 27 días después de conseguir a Harden, los Nets se deshacen de él. La Barba pide salir, otra vez (la segunda, para quien lleve la cuenta). Esta vez era para reencontrarse con Daryl Morey, quien fuera general manager de Houston en la época Harden y quien por aquel entonces dirigía la dirección deportiva de Philadelphia. Los Sixers fracasan en su primer año, cayendo en semifinales 4-2 ante Miami y vuelven a repetir al año siguiente, esta misma temporada tras ir 3-2 arriba ante los Celtics, que se lo llevaron en siete. Y otra vez 16 meses después, Harden pide salir. La tercera vez en dos años y seis meses, algo insólito y al mismo tiempo, esperado.

Pero mientras el James Harden fuera de la pista creaba el caos por donde pasara, el jugador seguía firmando números de superestrella. En las tres temporadas en las que se movió o pidió salir ha promediado 22.3 puntos, 10.5 asistencias (líder de la NBA en este tramo), 7.2 rebotes en 167 partidos. Porque eso sí, se ha perdido 69 partidos en total en tres años. En 2023 se quedó fuera del All Star por primera vez desde que salió de Oklahoma y fue en parte por perderse parte del principio de la temporada. Tres veces máximo anotador y dos máximo asistente, siete All NBAs y parte del top-75 histórico. El Harden jugador es, ha sido y seguirá siendo diferencial en la pista con confianza y el balón en las manos, algo que parece que los Sixers quieren intentar una vez más.

Este fin de semana, mientras los ojos del mundo del baloncesto NBA estaban puestos en Springfield y la ceremonia del Salón de la Fama, Wojnarowski anunciaba que los Sixers han decidido no traspasar a Harden. Que prefieren que el base llegue al training camp, ya que consideran que con él y Joel Embiid tienen un equipo para luchar por el título. Ese es el Harden jugador. Al mismo tiempo está el Harden persona, y es que Sam Amick reportaba que el jugador no tiene previsto acudir al training camp (en 2020 llegó al traning camp de Houston tarde y subido de peso). Harden sigue queriendo salir, jugar en los Clippers y no tiene planeado volver a jugar un partido con Philadelphia.

De hecho, lo dejaba claro en China. «Daryl Morey es un mentiroso y nunca formaré parte de una organización en la que él también esté. Déjenme aclararlo y repetirlo: Daryl Morey es un mentiroso y nunca estaré en una franquicia en la que él también esté», aseguraba el todavía jugador de los Sixers sobre el presidente de operaciones de la franquicia. Un rencor que viene originado por la falta de palabra de Morey. Al extender su contrato, en 2022, Harden aceptó una rebaja a cambio de recibir ese dinero en un futuro contrato; este verano, a la hora de negociar una renovación, la oferta de Philadelphia nunca llegó, lo que dinamitó la relación al completo.

Hay un detalle extra: en el convenio colectivo hay una cláusula que implica que si un jugador en último año de contrato decide no presentarse a un partido o entrenamiento por 30 días, se le podría prohibir entrar a la agencia libre. La cláusula per se existe para evitar que los jugadores puedan firmar por el equipo que quieran, NBA o fuera de la liga, en caso de haber incumplido su contrato. Y en caso de ejercerse, para firmar un nuevo contrato profesional, Harden debería tener el aprobado de los Sixers. Nunca en la historia se ha usado este detalle del CBA, pero con Harden todo es posible. Y todavía quedan dos meses para que vuelva la NBA.

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