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Joel Embiid es «mucho más grande que el baloncesto» con Under Armour

Joel Embiid es «mucho más grande que el baloncesto» con Under Armour

Joel Embiid cuenta su historia: de Camerún a Filadelfia.

Joel Embiid, la gran estrella de los 76ers, ha cambiado de aires. Recientemente ha firmado un nuevo contrato para vestir las zapatillas y equipaciones de Under Armour, una marca que tiene como principal reclamo en la NBA a Stephen Curry. 

Para promocionar el anuncio ha sido el propio Embiid el que ha querido contar la historia de cómo ha llegado hasta este lugar, un camino que comienza en 2011 en Yaundé (Camerún).

 

(Se ve el típico plano aéreo de la ciudad… después la cámara se acerca poco a poco a las calles… y se ve al joven Joel, de 16 años. Raquítico. Sin estilo ninguno. Lleva una de esas camisas de botones de manga corta, anchísima. Vuelve andando a casa después de su entrenamiento de voleibol. No, en realidad volvía corriendo a casa después del entrenamiento de voley, porque mi madre me daba solo 15 minutos para volver a casa y abrir un libro de matemáticas o lo que fuera. O sea que mejor os imagináis que iba corriendo).

¿Ya? Ya tenemos el escenario.

Al día siguiente, mi vida iba a cambiar. No había jugado un solo partido de baloncesto estructurado en mi vida. Cero. Cada vez que mi madre se iba a la compra o salía, me escapaba y me iba a meter canastas en el parque un rato, eso es todo. Pero como era tan alto, un entrenador me descubrió y me consiguió una invitación para el campamento de baloncesto de Luc Mbah a Moute, que es muy importante en Camerún. El campamento empezaba al día siguiente, era la oportunidad de mi vida, ¿verdad?

Confiaba en mí mismo, y confiaba en mis sueños. Sabía que si iba a aquel campamento, conseguiría llegar a la NBA.

De verdad.

Lo creía.

Sabía que era el destino.

¡Qué va! Es broma. No creía en mí para nada.

El entrenador ése vino a hablar conmigo, diciéndome todas estas chorradas, en plan «Vas a ir a este campamento, y luego puede que te inviten al Basketball Without Borders en Sudáfrica, y luego puede que te fichen para ir a jugar a Estados Unidos».

Y yo le miraba y pensaba, ¿Estados Unidos? A ver caballero, que no sé ni driblar.

Me daba tanto miedo plantarme en el campamento y hacer el ridículo que ni fui.

Mi madre estaba de vacaciones visitando a su familia en Francia, y mi padre estaba trabajando, y ni siquiera tenía móvil en aquel entonces, así que nadie me podía localizar. Era la oportunidad de mi vida, y me quedé en casa con mi hermano pequeño, Arthur, jugando al FIFA todo el día.

Y lo más triste es que ni siquiera era el nuevo FIFA.

Ni siquiera era la nueva Playstation, teníamos todavía la Playstation 2.

Arthur fue siempre el preferido de mi madre, así que él se salía siempre con la suya, pero ésa era mi única oportunidad de relajarme y no pasarme 20 horas haciendo deberes. Así que estuve machacándole todo el día con el Real Madrid. Todo el día. Mis sueños de la NBA se estaban evaporando, y yo colgado de la PS2. Estaba relajándome.

Y en éstas llegó mi padre.

Uno de los entrenadores le había llamado y le había dicho que no había ido al campamento. Y lo que tiene mi padre, es que es de estilo militar. No solo de estilo militar, sino como si fuera un oficial. Y no un oficial cualquiera, sino EL oficial, ¿vale? Es el típico tío que ni siquiera necesita nunca gritarnos, porque con una sola mirada te fulmina. No se andaba con tonterías.

Así que al día siguiente no tuve elección. Tuve que ir a ese campamento y hacer el ridículo. En realidad, los entrenadores seguían pensando que no iba a ir, así que vinieron a mi casa por la mañana y me siguieron hasta el campamento. Literalmente, me siguieron, detrás de mí. Fue de verdad así. Me acuerdo que pensaba, ¿pero qué más les da que vaya a este campamento? Si voy a ser un desastre.

Y entonces… Pues no sé, no fui un desastre. El primer día, hice un mate. No fue un mate como los de Jordan, no volé por los aires ni nada. Solo salté un poco. Pero aun así machaqué saltando por encima de un chaval, y todo el mundo en el campamento flipó.

No entendí que mi vida cambió ese día. Aun así todavía quería quedarme en casa jugando al FIFA. Pero allí se fijaron en mí de verdad y me invitaron al campamento de Basketball Without Borders en Sudáfrica. Y en Sudáfrica se fijaron en mí de verdad y me ficharon para ir a Estados Unidos. Lo recuerdo vertiginoso. Como si todo hubiera pasado en unos pocos meses… porque realmente fue así.

Pasé de Camerún a los Philadelphia 76ers en tres años. Sin mis padres, y sin Luc, y sin todos aquellos entrenadores que creyeron que podía llegar a algo, seguiría sentado en el sofá con mi hermano, jugando a la PS2. Si hubiera tenido que hacerlo todo yo solo, no estaría viviendo este sueño. Y lo tremendo es que todo pasó tan rápido que salí de Camerún y no pude volver en tres años.

Dejé todo atrás. Y es gracioso porque, mientras todo esto sucedía, y me fui a Kansas, y luego los Sixers me eligieron en el Draft, mi familia no le daba mucha importancia. Camerún es otra historia. Es que mis padres querían que fuera médico. Estaban orgullosos de mí, pero en realidad no les importaba tanto la NBA. El único que estaba emocionado era Arthur. Empezó a seguir mis pasos, a jugar al baloncesto, quería venir a Estados Unidos como yo.

Tuvimos mucha suerte de niños: no éramos ricos, pero teníamos lo que necesitábamos. Donde crecimos, mucha gente tenía dificultades. Algunos de los niños que nos rodeaban no tenían nada. Cuando llamaba a casa, mi padre me contaba que Arthur sacaba cosas de casa y se las daba a los niños necesitados del barrio. Cosas como comida o ropa, o lo que necesitasen. Para él era como estar compartiendo.

Claro, tenía solo 13 años. A esa edad la mayoría de los niños se pasan la vida chuleándose delante de los demás e intentando parecer guays. Él era diferente, quería asegurarse de que todo el mundo estuviera bien. ¿Cuántos niños actúan así? Estaba muy, muy orgulloso de él. Y creo que él estaba orgulloso de mí.

Arthur no se quedó con nosotros lo suficiente. Pocos meses después de ser seleccionado, falleció en un accidente de tráfico en Camerún. Y mi vida cambió para siempre. Fue durísimo para mí, sobre todo porque llevaba mucho tiempo fuera. Después de su muerte, no dejaba de decirme que mi vida tenía que ir más allá del baloncesto. Tuve esta suerte de venir a Estados Unidos y jugar en la NBA y experimentar todo esto, pero lo que mi hermano hacía en Camerún era ayudar a la gente.

Cuando me reuní con Under Armour, una de las primeras cosas de que hablamos fue de cómo hacer de esto algo más grande que unas zapatillas, más grande que el baloncesto. Quiero ayudar a cambiar la vida de la gente, como Luc cambió mi vida.

Es de locos… Volví este verano al Basketball Without Borders en Sudáfrica, y los niños del campamento me miraban con admiración, pero es que… hace siete años yo era uno de ellos. Eran yo, ¿sabéis? Y algunos de esos niños, lo podías ver en sus ojos. Podías ver el dolor. Podías ver la lucha de todos los días. La vida no es sencilla. Nunca se me olvidará… Un día estábamos visitando uno de los orfanatos de la ciudad, y había un niño pequeño en una esquina que me miraba… me miraba, me miraba… sin decir ni una palabra.

Y de repente se puso a correr, saltó a mis brazos y me abrazó fuerte, como si yo fuera su padre o algo. Fue increíble. Estos niños no tienen nada, pero tienen tanto amor, tienen tanto que dar al mundo.

Éste no es un problema africano. Cuando viajas por el mundo, incluso cuando viajas por Estados Unidos, ves a tantos niños para los cuales las necesidades más básicas son una lucha constante… Podemos hacerlo mejor.

El baloncesto me lo ha dado todo, pero esto tiene que ser más grande que el baloncesto. Eso fue lo primero que le dije a Under Armour, y estuvieron totalmente de acuerdo. No estamos hablando de vender zapatillas. Bueno… desde luego me voy a asegurar de que diseñen zapatillas tan estupendas como yo, no os preocupéis. Nos encargaremos de eso.

Pero esto va más allá. Quiero utilizar esta colaboración para hacer algo real. Quiero hacer algo de lo que mi hermano se sintiese orgulloso.

Y quiero empezar en Filadelfia.

Cuando llegas a Estados Unidos desde África, casi te esperas que todo sea perfecto. Esperas que la mayoría de la gente tenga una vida fácil. Pero cuando llegué a Filadelfia me di cuenta de que aquí también hay una pobreza real. Aquí también hay una lucha.

Esta ciudad me ha apoyado en todas mis lesiones y todo mi dolor. Desde hace años. Francamente, cuando volví a la cancha después de haber pasado dos años lesionado, pensé que me iban a abuchear en cuanto saliese del túnel. De verdad pensé que me iban a echar del estadio a base de gritos.

Pero no me abuchearon. Y cuando metí mi primera canasta, el estadio entero me aplaudió. Eso me ayudó mucho. La gente dice de todo de Filadelfia, y algunas veces aciertan, pero la ciudad entera me ha apoyado desde el primer día. (Bueno, LOL, quizá desde el segundo día)

Trust The Process. Todos confiasteis en el Proceso. Todos me apoyasteis. Y ahora voy hacer todo lo que pueda para apoyaros yo a vosotros. Voy a trabajar en grandes proyectos con Under Armour. Tengo unas cuantas sorpresas reservadas para la comunidad de Filadelfia, y para el resto del mundo.

Nuestro equipo está preparado. Permaneced atentos. Vamos a conseguir que esto sea más grande que el baloncesto.

¿Pensáis que os mentiría?

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