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Jose Ajero analiza el inicio de temporada de los Sixers y del Chacho: ‘En busca del amor’

Jose Ajero analiza el inicio de temporada de los Sixers y del Chacho: ‘En busca del amor’

Filadelfia es una ciudad de gasolina y cine. A poco más de una hora de viaje en tren con wifi de Nueva York, te topas con el silencio. Menos coches, sin ningún diésel. Menos ruido, y una luz que seguro hizo que alguna de las películas de vuestra vida, haya sido rodada allí. La mía es la de Rocky Balboa, pero me llevó allí, un culebrón como pocos, los Sixers.

Sergio Rodríguez sonríe. Ha vuelto a la NBA más mayor, pero sin canas en la barba. Tampoco en su juego. Recibe a mano cambiada, como los buenos porteros de fútbol. La pasa por debajo de las piernas o por detrás de la espalda. Es su porta gayola.

Él cree que lo hace siempre, pero no es verdad. Lo hace más exagerado cuando está contento. Y si está contento, lo vamos a estar todos. Ha vuelto a la NBA, con 300 partidos en la mochila ya de antes. Nunca le importó el tiempo, la ciudad o las circunstancias del equipo y tiene grabadas a fuego sus noches.

«Es la hostia Chacho… estás en el equipo de Iverson. ¿Te acuerdas de que le metiste 20 puntos cuando estaba en Denver?», pregunta un torpe Ajero.

«Fueron 23. Y cuando acabó el partido, le preguntaron por mí y dijo a la prensa que mi límite era el cielo», me cruje Sergio.

Está feliz en la ciudad. Vive en el centro. En un pequeño oasis de historia de los Estados Unidos que le llaman la Old City. Allí se gestó la democracia del país del mundo que más se le llena la boca al hablar de ella.

Y sí, Sergio juega en el equipo de Allen Iverson.

Desde que Iverson y los Sixers separaron sus caminos son dignos de rescate. Dos caminos que han acabado en la negatividad más absoluta. En tendencias autodestructivas que necesitan mucha ayuda para salvar sus cabezas.

Los Sixers del Chacho viven perdidos en la reconstrucción de la reconstrucción. En la destrucción de unos pilares que no sirvieron para levantar otros que a lo mejor sirven. Un talento interior brutal que acongoja a sus propios integrantes y a los extraños visitantes. Y un juego exterior compuesto de jugadores de reparto que han de ser primeros actores de función.

A todo esto, le ponemos una constante e irritante voluntad de destacar. Jugar en el extrarradio de la Liga te implica buscar tu hueco. Joel Embiid se ha convertido en el reclamo reclamado por la ciudad desde hace tiempo. Un jugador con sex appeal que baila antes de los partidos y le vale a la cámara.

Tras un año de espera, desesperó y sus primeros días por las canchas le convierte en el rookie más productivo de la semana del inicio. Lo que pasa es que sus números no son los mejores para su equipo. Recibe y se las ingenia para tirar. O al menos, no devolver la pelota. Con una ingente diligencia para permitirse el fallo.

Cuando llega la hora del cambio, la cosa no mejora. Jahlil Okafor se siente amenazado. Embiid tiene más de todo, menos su talento. Y Jah pues tampoco mira a los compañeros. Ambos tienen limitación de minutos y con límites constantes, deciden pasar de sus compañeros.

La otra gran buena nueva de la condensación de la bola es la de Dario Saric. Si la coge, se la tira. Y como está metiendo, pues tampoco mueve muchas. Y eso, que es la mejor asociación que tiene Sergio.

Y como uno, otro y el de más allá se la tiran, pues Robert Covington no va a ser menos. Con mejor o menor opción, siempre tiene un triple que lanzar.

La cosa se reduce a agendas personales. Si funcionan y ven aro, la cosa va para reñida. Si no, tostón y cuenta nueva, que para eso hay 82 partidos.

Las lesiones tampoco está claro que expliquen todo el drama. Por dentro no está Nerlens Noel y por fuera, Jerryd Bayless va a prolongar su ausencia. Dentro y fuera, aún por saber dónde jugará, tampoco está Ben Simmons.

La descompensación de la plantilla es tan evidente, que da un poco de cosa ver a los compañeros del Chacho en cancha. Nik Stauskas, Hollis Thompson o Gerald Henderson tienen muy lejos los días de ser primeros espadas en la NBA. Ni siquiera Henderson, especialista en defender al bueno de los rivales.

Si los que tienes a tu lado no meten, ni tienen los galones… Y a los que se la pasas, no te la devuelven, la cosa es complicada para el Chacho, incapaz de hacer funcionar a un equipo que lleva años sin arrancar. Y por favor, imploren porque no haya muchas rotaciones… que cuando no está él, no hay nadie al mando.

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