Stephon Marbury es actualmente una estrella en China. Más que eso, un auténtico icono. Una persona feliz por haber encontrado una oportunidad que le diese paso a una nueva vida. Situación bien diferente a la que padecía durante su última etapa en la NBA, donde la tragedia merodeó demasiado por su cabeza.
Marbury fue un jugador muy reconocido en la Liga (llegó a ser dos veces All-Star) pero su declive le afectó de una forma terrible. En un episodio de Real Sports, de la HBO, el jugador confiesa haber llegado a perder el rumbo de su vida, algo que refleja el periodista Ben Golliver en Sports Illustrated, tras tener acceso al programa.
«Cuando pasó todo lo de los Knicks, mi padre falleció (2007), la marca [Starbury] se desintegró… básicamente estaba perdiendo la vida lentamente. Lo estaba viendo. Creo que eso me dolía aún más que ver mi carrera en el baloncesto ir por donde estaba yendo… estaba atrapado en mis pensamientos». En el reportaje, su mujer reconoce que Marbury pasaba el día en la cama, comiendo y aislado de todo.
El jugador llega a admitir que tuvo pensamientos «suicidas» debido a su estado depresivo, tras sufrir una tumultuosa etapa deportiva en Nueva York y no poder superar la muerte de su padre. «Me quería morir. Algunos días quería suicidarme, así era. Y no se debía al baloncesto sino que comenzó a ser por mí. Porque estaba depresivo».
Afortunadamente, la aventura que empredió Marbury al ir a jugar a China (en 2010) le devolvió la esperanza. «Que te digan que eres un perdedor, que no puedes ganar y no puedes hacer esto o lo otro… a llegar a un sitio en el que no hablas el idioma, con todas las barreras culturales, y ser capaz de conseguir el objetivo… Dejé un sitio en el que básicamente era odiado. Y vine a otro en el que me querían. Preguntarme por qué querría volver a un lugar en el que me odian, no tiene sentido para mí».
Stephon Marbury ha sido campeón en China. Y, lo más importante, habiendo sido capaz de encontrar, muy lejos de su origen, un nuevo camino hacia su paz interior y felicidad.
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