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Las 12 estrellas del futuro (y presente) NBA, por Andrés Monje

Las 12 estrellas del futuro (y presente) NBA, por Andrés Monje

La nueva generación de talentos ya cobra protagonismo en la NBA. Con multitud de estrellas que han marcado época ya superando la treintena (como LeBron James, Stephen Curry o Kevin Durant, entre otros) conviene fijarse en quiénes pueden ser sus sucesores. Aquellos jugadores que ya pertenecen a la élite o bien apuntan a ocuparla pronto y durante mucho tiempo.

Nos fijamos en una serie de nombres que, pudiendo cumplir como máximo 25 años en este 2021 (es decir, nacidos en 1996 o después), están llamados a ser referentes durante esta década.

Luka Doncic

Año de nacimiento: 1999

Si en una coctelera pudieran agitarse esencias de la brillantez de Magic, la inteligencia de Bird y el carácter predador de Petrovic, el resultado sería algo parecido a Luka Doncic. El esloveno deshizo, sin aparente esfuerzo, la fase de adaptación a un universo complejo como el NBA, distinto en fondo y formas al que ya dominaba, con insultante precocidad, en FIBA. Doncic conjuga el mayor de los engaños, el que recela sobre su perfil físico, con la mayor de las obviedades: posee el don para el juego de los elegidos.

Su físico engaña porque, sin la explosividad de los grandes atletas, parece lento. Cuando la realidad es que solo James Harden decelera a su nivel, lo que junto a una coordinación sobresaliente le permite fintar, cambiar de ritmo y dirección de forma casi inalcanzable. En movimiento es la tormenta perfecta. Su clarividencia y gama técnica tiende a infinito y está, tal y como reconoció Rick Carlisle, su técnico hasta este curso, a un tiro de tres tras bote dominante –ya en progresión- de ser literalmente imparable. Para colmo, adora las grandes citas y la máxima presión. Es un caníbal de impacto inmediato, masivo y capaz de gobernar la Liga.

Zion Williamson

Año de nacimiento: 2000

Cuando un despliegue físico generacional, capaz de desafiar incluso la lógica, se ve acompañado de un depurado abanico técnico, se encuentra un monstruo llamado a marcar una época. Zion mueve su enorme tamaño de forma asombrosa, gracias a una explosividad felina y un dominio portentoso de los contactos y el juego por encima del aro. A la vista, es como si un tanque alcanzase velocidades de fórmula uno. Como contemplar una estampida de un solo hombre.

Su segundo año en la Liga, primero al margen de problemas físicos, ha mostrado el lado salvaje de un jugador capaz de superar los 20 puntos de promedio por encuentro solo en la pintura, cifra no vista desde la plenitud de Shaquille O’Neal a inicios de siglo. De hecho parece, de un primer vistazo, un Shaq de bolsillo. Pero sus facultades van mucho más allá. Posee también otra parte, más cultivada, que le permite generar desde el bote y leer el juego a excelente nivel. Zion es un capricho de la genética, de poder atómico. Uno que puede defender cualquier rival imaginable y que, a la vez, ejerce de permanente mismatch en la era donde más se buscan tales desajustes. Cual Thanos, Zion es inevitable.

Jayson Tatum

Año de nacimiento: 1998

Calibrado en grandes escenarios y con respuesta imponente, Tatum encabeza la nueva generación de aleros a los que define la omnipotencia: se dejan notar en ambos lados de la pista y prácticamente en cada apartado del juego. El alero total, pieza esencial para entender la época actual del baloncesto, regida precisamente por escuadrones de ellos que ejercen como piezas intercambiables, tiene en Tatum seguramente a su mejor ejemplo.

Infravalorado atrás, donde su tamaño, poder físico e inteligencia le permiten sostener emparejamientos con estrellas de todo tipo. Y visualmente irresistible en ataque, donde su elegancia disuelve defensas como si estuviera al alcance de cualquiera hacerlo. Controla a la perfección la triple amenaza (pase, bote, tiro) y tiene la incalculable virtud de elevar prestaciones en la necesidad colectiva. En el baloncesto versátil y aposicional donde reinen los aleros, Tatum es y será un icono.

Donovan Mitchell

Año de nacimiento: 1996

El destino ha querido unir al que parecía discípulo aventajado de Dwyane Wade, contagiado en las formas e incluso en el molde físico con la leyenda de Miami, precisamente con el maestro. El accionariado de Wade en Utah permite ahora potenciar un nexo que puede hacer historia: la leyenda enseñando sus secretos al aprendiz. Mitchell serpentea por la zona, con el bote, como el primer Dwyane lo hacía en Miami. Pero su espectacular trabajo en el triple dota a su juego de una dimensión añadida.

A menudo subestimado por el mercado que ocupa su franquicia, su crecimiento en dos años ha sido tan abrumador que le ubica, de forma incontestable, entre las grandes estrellas de la Liga. Dos años seguidos por encima de los 32 puntos de media en Playoffs, con exhibiciones para la historia, muestran la punta del iceberg de un perfil cada vez más dotado para la dirección, más fiable en su toma de decisiones y más letal en su principal virtud: rajar defensas de forma implacable, ya sea desde el triple o encarando el aro.

Devin Booker

Año de nacimiento: 1996

Booker es la perfecta muestra de que, en la vida en general y en el baloncesto en particular, el contexto es determinante. Cinco años sin pisar la fase final pudieran hacer pensar que su valor tendía a estancarse o, incluso más cruel, su volumen de producción era vacío al no conseguir los buscados réditos colectivos. Nada más lejos de la realidad. Ha sido un recordatorio más de lo evidente: en este juego nadie puede ganar solo. Booker ha necesitado un soporte firme al lado que descubra, a plena luz, quién es realmente. Una futura superestrella de la NBA.

Admirador de Kobe hasta la obsesión, Booker mimetizó sus movimientos hasta parecer, por tramos, una réplica técnica del dios angelino. Dominador del arte de la media distancia, casi orfebre hoy en día, el jugador de los Suns mantiene en su ADN la vocación por anotar que le hace especial. Sin descuidar otras áreas, como su importante paso adelante en la creación de ventajas para el resto, Booker es –sobre todo- un ejecutor, tan letal en lo práctico como hipnótico en lo estético.

Trae Young

Año de nacimiento: 1998

La alargada sombra de Doncic, a cambio del cual fue traspasado en el Draft de 2018, persiguió a Young desde su aterrizaje en la NBA, obligando al base de los Hawks a desarrollar sus primeros pasos en un complejo escenario: las permanentes comparaciones con su compañero de camada, un triturador de récords. La realidad es que ambos representan el futuro de la Liga y Young también merece, por sí mismo, reconocimiento. Trae es el principal exponente de la generación de ‘hijos de Curry’ que vayan poblando la NBA.

De descomunal rango de tiro y velocísima mecánica, Young amenaza espacio como muy pocos. Y si bien luce menos sin balón que Steph, posee una extraordinaria capacidad para generar ventajas para el resto, sobre todo en el pick&roll donde, pese a su juventud, es un auténtico maestro. Su primera aventura en la fase final ha confirmado, por si existía alguna duda, que está hecho para los grandes momentos. Su apariencia, siendo pequeño y liviano, parece frágil. Pero es un monstruo del juego ofensivo, del riesgo y el desequilibrio. Uno de los más devastadores de la nueva era.

Bam Adebayo

Año de nacimiento: 1997

El baloncesto moderno tiende a proyectar la versatilidad y gestión del balón de los jugadores que ofensivamente dominan desde fuera a dentro, pero Bam Adebayo representa sin lugar a dudas uno de esos perfiles que necesitas para ganar pese a que, en condiciones normales, su impacto entre mucho menos por los ojos que el de un gran anotador o creador.

Adebayo reúne las cualidades de un interior de vanguardia. Es soberbio defendiendo tanto lejos como cerca del aro, así como quedando emparejado con exteriores rivales en cualquier situación. Y en ataque se adapta a cualquier rol imaginable, gracias a su contundencia interior, espectacular progresión en el apartado creativo, dureza y lectura en situaciones de bloqueos y, por si fuera poco, mejorado rango de tiro. Incansable trabajador, su brutal desarrollo expone el interior ideal con el que rodear a cualquier referente perimetral. El hormigón con el que proteger la seda y aspirar a lo máximo.

Ja Morant

Año de nacimiento: 1999

En Ja Morant conviven recuerdos de dos gigantes que iluminan su camino. Trazos del primer Derrick Rose, un purasangre que, desde el puesto de uno, se comía el aro a base de explosividad y control técnico. Y detalles de general de pista propios del primer Chris Paul, que ya sabía aislar su brillo propio para enaltecer el colectivo. Bajo ese equilibrio se desarrolla uno de los bases más sugerentes del porvenir.

En solo dos cursos, teniendo aún casi en fase embrionaria su amenaza exterior y absorbiendo una enorme influencia en un equipo no llamado inicialmente a grandes logros, Morant ha demostrado que su potencial tiende al cielo. Su estreno en Playoffs, pasando de los 30 puntos y 8 asistencias de media ante una de las defensas más dominantes de la NBA, sirvió como aviso. Morant acaba de llegar, es de hecho tras Zion el jugador más joven de esta lista, pero verle en pista revela ineludibles síntomas de grandeza futura.

Jaylen Brown

Año de nacimiento: 1996

La coexistencia con Tatum resta protagonismo a este alero total, que bebe de la misma fuente que su compañero (poder físico, versatilidad táctica e influencia en múltiples escenarios) solo que restando solvencia técnica a cambio de incrementar la carga colectiva. Jaylen Brown viene a ser el soldado ideal del baloncesto moderno, absolutamente capaz de dar pasos adelante cuando el equipo lo requiere pero de igual modo eficiente en roles más oscuros o de mayor sacrificio.

Defensivamente brillante, su progresión tanto en el lanzamiento exterior, como a la hora de generar sus propios tiros e incluso asumir funciones de distribuidor revela la mejor virtud posible en Brown: pese a haber alcanzado ya la élite de la Liga y tener experiencia en momentos decisivos, su compromiso y facilidad para progresar en cualquier apartado le hace una mina de oro. Uniendo su amplia versatilidad en roles (no necesita el balón para brillar o producir), Brown es prácticamente el complemento perfecto. Tanto que por tramos es bastante más que eso.

Shai Gilgeous-Alexander

Año de nacimiento: 1998

Los Clippers pre-Kawhi encontraron una joya más allá del Top 10 del Draft de 2019. Una que debieron entregar en el traspaso que acabó con Paul George en Los Angeles pero que, ya sabían, iba a llegar altísimo. Gilgeous-Alexander llegó a la NBA sin hacer ruido y asombró ya en su primer año por dos cualidades impropias de alguien tan joven: consistencia bajo presión y fortaleza mental.

En el plano físico y técnico su catálogo es descomunal, siendo también solvente en ambos lados de la pista, pero su conocimiento del juego, verticalidad y capacidad de coexistir con cualquier tipo de compañero exterior, sea cual sea su perfil, le hace valiosísimo. El canadiense brilla con y sin balón, con más o menos tiros y deja la permanente sensación de que encuentra el modo de mejorar lo que tiene al lado. No posee carencias marcadas y aún así en cada área del juego tiene progresión. Su cartel es inferior al de otros, pero sus condiciones son sobresalientes.

Extras:

LaMelo Ball

Año de nacimiento: 2001

LaMelo es un jugador diferente, de esos que bien merecen pagar una entrada para comprobar, de primera mano, su explosiva mezcla de ritmo, creatividad, riesgo y precisión. En Charlotte ha demostrado, prácticamente desde el inicio, su enorme potencial para ser una gran estrella de la NBA. Sus virtudes se adaptan plenamente al juego moderno y sus carencias parecen agarradas mucho más a su falta de experiencia que a males mayores. El panorama, por tanto, resulta fantástico con él.

Como base grande y asombrosamente lúcido en la distribución, involucra sin parar a compañeros en todo tipo de situaciones. Como anotador, posee rango de tiro y fluidez tras bote para agrandar la pista (aunque aún necesite progresar su finalización cerca del aro). Pero además Ball es ese tipo de exterior que puede coexistir con diferentes perfiles, que acelera por sí mismo las opciones de transición al colaborar enormemente en el rebote defensivo y que, para colmo, atrás tiene impacto con sus manos rápidas que castigan la indecisión ajena. Ball es adictivo a la vista y un diamante en bruto.

Brandon Ingram

Año de nacimiento: 1997

Durante su aterrizaje en los Lakers, Ingram ya dejó trazos de un talento multifuncional, no solo capaz de sumar puntos al primer nivel sino también de generarlos para sus compañeros. Su traspaso a los Pelicans elevó su peso dentro de la estructura colectiva, uno al que no podía aspirar compartiendo equipo con LeBron James, para ofrecer gran parte de sus posibilidades. Aún, no obstante, con margen de mejora.

El ‘Jugador Más Mejorado’ del curso 2019-20, en el que además fue por primera vez ‘All-Star’, aún puede llegar a otra dimensión ofensiva si depura su lanzamiento después de bote. Tras recibir suele ser letal pero para un perfil de sus características, llamado a tener alta cuota de balón, producir por sí mismo en ese escenario resulta también clave. Defensivamente también posee grandes opciones por explotar, ya que pese a su falta de kilos, su monstruosa envergadura (2.21 metros) le convierte en dinamita a la hora de realizar ayudas y molestar la circulación del rival.

…………..

Anexo con menciones:

Por cuestión del límite de edad planteado han quedado fuera jugadores como Nikola Jokic (1995), Giannis Antetokounmpo (1994) o Joel Embiid (1994), todos ellos ya superestrellas. Y, por otro lado, dentro de aquellos nacidos dentro de la franja elegida (1996 o después), otros jugadores de enormes facultades bien pudieran haber integrado esa lista. Nombres como los de Jamal Murray (1997), De’Aaron Fox (1997), Ben Simmons (1996) o Domantas Sabonis (1996), por citar solo unos cuantos, también están llamados a dejar su huella esta década.

Artículo publicado originalmente en el número 1510 de la revista Gigantes, en julio de 2021

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