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Las 5 grandes historias de este mercado NBA, al detalle

Las 5 grandes historias de este mercado NBA, al detalle

La apertura de la agencia libre en la NBA siempre produce gran expectación. Cambios, refuerzos, expectativas… todo se eleva a la enésima potencia en una época en la que las franquicias buscan el salto deportivo para la siguiente campaña. Analizamos las cinco grandes historias que ha dejado el mercado NBA hasta el momento… y un bonus con tres firmas bajo el radar que pueden ser importantes el próximo curso.

Riley siempre quiere más

Kyle Lowry ha sido seguramente el agente libre de más influencia que ha cambiado de franquicia para alterar la estructura de un candidato. Lowry deseaba jugar junto a Jimmy Butler y los Heat usaron el contrato de Goran Dragic para hacer posible financieramente la operación, en la que también sale de Florida el joven interior Precious Achiuwa.

Lowry no pone en el máximo escalón de candidatos a unos Heat que, al menos de inicio, parten algo por debajo de Nets y Bucks. Pero sí les hace mejores. Y, en el mejor de los casos, muchísimo mejores. Y hay múltiples escenarios para apoyar esa idea.

En primer lugar, es un líder natural y tiene experiencia de anillo. Tiene un carácter muy competitivo, es un animal de eliminatorias y encaja como un guante en la ‘cultura de los Heat’, una de las más marcadas de la Liga y seguramente la más exigente en cuanto a dedicación por el juego. Riley sabía a quién apuntaba.

En segundo, defensivamente acaba con las situaciones en las que los rivales podían elegir hasta dos piezas del engranaje atrás de Miami (a elegir entre Dragic/Herro/Robinson) para encontrar el mismatch fácil. Dragic es, en su mejor nivel, un tremendo jugador ofensivo. Pero si no sostiene ese nivel en ataque, su fragilidad atrás penalizaba. Lowry es un jugador muy agresivo en defensa, que sostiene desajustes con hombres más grandes y capaz de dar un backcourt muy potente junto a Butler.

Y en tercero, es un jugador ideal en muy distintos roles de ataque. En un equipo con peso creativo para Butler y Bam Adebayo, puede servir como ejecutor por su tiro exterior, dando espacio para operar al resto. Y en sus descansos (de uno o ambos), como factor primario a la hora de construir y organizar el juego. Pero hay más. Puede liderar la rotación junto a cuatro suplentes, cosa que hizo con gran éxito en determinadas situaciones en Toronto. Y puede mutar de roles con/sin balón sin problemas. Y otro añadido, es uno de los mejores ‘pequeños’ de la Liga poniendo bloqueos: algo clave en un equipo como el de Spoelstra, que genera tantas ventajas en situaciones de bloqueos para salidas de tiro o pases a la mano. Lowry es una navaja suiza para Spo.

Miami ha logrado, además, hacerse con PJ Tucker para fortalecer su rotación interior y con Markieff Morris para completar la del puesto de cuatro. Tucker es un defensor extremadamente versátil, sostiene quintetos incluso como cinco y es otra pieza ideal para un equipo como Miami, que promete ser una pesadilla atrás. Juntar a Lowry-Butler-Tucker-Adebayo permite infinitas opciones atrás para un especialista como el técnico de los Heat. Su mercado es ambicioso e inteligente. Riley sigue siendo un maestro en lo suyo.

El mayor contrato ‘undrafted’ de la historia

Sin salir de Miami, y a modo de añadido: Duncan Robinson, un jugador no elegido en el Draft en su día, ha firmado el contrato más alto de la historia de la NBA para un jugador ‘undrafted’. Sus 90 millones de dólares por cinco años dan valor no solo a uno de los mayores especialistas anotando triples (dos años seguidos con al menos 3.5 por duelo y porcentajes superiores al 40%), sino que demuestran lo valioso del espacio en la NBA actual.

Duncan Robinson

Robinson es mucho más dañino ‘por lo que puede llegar a pasar’ que finalmente por lo que pasa. Dicho de otro modo, el temor del rival al que no reciba en ventaja (sobre todo en situaciones tras bloqueos indirectos o en acciones 2×2 on Adebayo) genera una enorme cantidad de espacio para el resto. No es tanto que pueda anotar triples, que obviamente también, sino que en el rival genera el pánico de que puede hacerlo constantemente.

Que un jugador provoque esa sensación de daño sin siquiera entrar en contacto con el balón es un elemento de enorme importancia para cualquier ataque (hola, Stephen Curry), por cómo facilita la vida a sus compañeros. Muchas veces no es tanto qué haces tú, sino de qué forma tu presencia genera indirectamente que los demás sean mejores. Eso, en el fondo, también es mérito del primero. Y es lo que lleva a Miami a no pensar demasiado comprometer ese dinero en Robinson.

La ambición de los Bulls

Karnisovas y Eversley le tenían ganas al mercado. Los Bulls pescaron a Nikola Vucevic ya con la temporada en juego pero es que han cambiado notablemente la cara de su perímetro nada más abrirse la agencia libre. Las salidas de Satoransky, Temple, Young, Aminu y cuatro rondas de Draft (solo una primera) han derivado en dos sign&trade que acaban con Lonzo Ball y DeMar DeRozan en Chicago. Además, los Bulls se hicieron con Alex Caruso dándole 37 millones en 4 años.

La apuesta es ambiciosa, pretende subir no uno sino quizás dos escalones de golpe. Tras cuatro años sin llegar al 50% de victorias (ni pisando Playoffs), la Gerencia considera que ya es suficiente y ha dotado a Billy Donovan de más recursos. Chicago acarició el top 10 defensivo en el primero año de Donovan en el banquillo, pero no salió del vagón de cola en eficiencia ofensiva. Esto puede cambiar el próximo curso.

Ball tiene un encaje casi perfecto junto a Zach LaVine (y no tiene por qué comprometer el papel de Coby White, que puede brillar más como verso libre desde la segunda unidad). Su progreso en el triple (40% en triples tras recepción el curso pasado) le hace ya amenaza exterior, pero además es un soberbio pasador y un tremendo defensor. Puede facilitar la ocultación de LaVine atrás y, a la vez, hacer la vida más fácil en ataque: no absorbe tiros y su gran lectura de juego encuentra amigos fácilmente.

Pero además los Bulls han invertido 85 millones en 3 años por DeRozan. DeRozan no es una estrella con gran imagen global, es cierto, pero su nivel en San Antonio ha sido fantástico y ha demostrado, de paso, una evolución espectacular en el apartado creativo. Es uno de los mejores jugadores ‘libres’ a los que una franquicia en esa situación podía aspirar. Y ese tipo de movimientos son los que comienzan a cambiar tendencias negativas.

DeMar DeRozan

DeRozan no es amenaza al triple, pero cubre un enorme abanico de situaciones ofensivas que pueden dar aire a Chicago sin LaVine en pista (reduciendo su dependencia) y soporte junto a él (es un excelente pasador y creador de ventajas desde, por ejemplo, el poste por su juego de pies; y por supuesto la media distancia). DeRozan es una apuesta fuerte y por ajustar, pero sube el nivel cualitativo y flexibiliza las alas de forma notoria, algo clave en un equipo como los Bulls.

Caruso es, más allá de memes e historias virales, que pueden llegar a distorsionar o caricaturizar su valor, un sensacional jugador de equipo. Uno de esos tipos que siempre quieres contigo por su actitud e inteligencia defensiva, por la energía que transmite en pista y por lo trabajado de su desempeño ofensivo (de nuevo por encima del 40% en triples el curso pasado). Caruso no es una estrella y desde luego no ideal como jugador de mucho volumen ofensivo, pero soldados como él ayudan a construir y equilibrar grandes bloques. Uno de esos tipos que, a base de trabajo oscuro, hace mejor lo que tiene al lado.

¿Tienen los Bulls recursos para subir el nivel? Los tienen. ¿Va a ser fácil? Seguramente no. La pintura (a la espera de resolver la situación de Lauri Markkanen) necesita un paso adelante defensivo de Vucevic, porque a pesar de sumar a Ball y de la gran pinta que tiene Williams, este último no llega a 20 años y la defensa ha sumado a DeRozan a las alas, lo que unido a LaVine obliga a Donovan al ajuste ahí. Más allá del necesario nuevo orden en ataque. Hay trabajo por delante, pero los Bulls tienen medios para mirar mucho más arriba.

Westbrook y los nuevos Lakers

La apuesta por el back-to-back en los Lakers no salió nada bien. Ninguna de las dos principales apuestas de secundarios (Schröder y Harrell) pudo alcanzar el nivel esperado y las lesiones de los dos monstruos que comandan el proyecto (James y Davis) acabaron por mandar a casa antes de tiempo a los de Vogel. El giro ahora es radical.

Sumar a un tipo que ha sido MVP, 9 veces All-NBA y otras 9 All-Star suena a fantasía. Pero no todo es tan sencillo. Russell Westbrook no es solo ese hombre, sino uno con un estilo muy particular que dificulta alcanzar el escenario deseado. No deben existir a estas alturas dudas sobre la capacidad de Westbrook de producir cifras en volumen (élite histórica ahí), ni sobre cómo impacta a sus equipos tener un generador de ventajas tan efervescente como él: Westbrook eleva por sí solo el ritmo de un equipo, mejora su transición y dispara las oportunidades del resto. Westbrook dopa el rebote y el volumen bruto de jugadas. Es un agitador natural y, en forma, una bomba de desequilibrio. Pero supone un reto muy considerable en varias áreas.

Nunca ha sido un tercer espada y cabe la razonable duda de si algún día sabrá serlo. Westbrook necesita balón y volumen de juego para tomar decisiones. En fase regular es muy factible darle gran peso, considerando además la necesidad de cuidar a James en ese sentido. Pero en Playoffs los Lakers son y serán el equipo de James y Davis.

Y en esa coexistencia Russ afronta dos escenarios en los que, sí o sí, debe dar un paso nuevo: defensivamente necesita ser consistente (tiene el molde físico, no a menudo la concentración) y en ataque de no ser capaz de generar un tiro fiable (duda más que razonable a estas alturas de su carrera) debe tomar un rol secundario, que potencie su distribución. Que Westbrook no responda a nivel de espacio ofensivo (si le flotasen descaradamente en Playoffs) se puede mitigar lanzando a Davis al cinco y rodeando a James de dos especialistas en el tiro. Si, además de limitar el espacio, no respondiese atrás… difícilmente habría solución.

Westbrook es un monstruo estadístico y, en realidad, un gran activo que poseer. Solo que seguramente sea el jugador de gran calibre, en la última década, más difícil de ajustar a un orden con otras estrellas en un candidato. Westbrook se siente más cómodo como líder pero en esta aventura necesitan él y su equipo encontrarle un lugar nuevo. Uno por ahora desconocido. Es todo un enigma saber si los Lakers meterán al genio en la lámpara para sacarle solo cuando ellos quieran y en dosis limitadas. Pero los Lakers serán juzgados única y exclusivamente por lo que ocurra en Playoffs. Y es ahí donde quedan en manos de Russ.

El resto de movimientos angelinos, de calibre secundario, apuntan claramente a una jerarquía marcada. Es el retorno al secundario de papel muy definido, sin lugares intermedios. Kendrick Nunn, Kent Bazemore, Malik Monk, Trevor Ariza, Carmelo Anthony o Dwight Howard, más la renovación de Talen Horton-Tucker, no engañan. La apuesta es dotar de tiro y (mucha) experiencia a la rotación. Una que con Westbrook necesita lo primero y que durante los Playoffs necesitará lo segundo. La edad media, si bien es excesiva y fuente incluso de burla según dónde se observe, es menos problemática en jugador destinados a roles menores y, sobre todo, muy concretos. La nómina de secundarios no es el problema a resolver por los Lakers porque, en buena medida, esta apuesta la definirá la respuesta de Westbrook en un ecosistema nuevo y extremadamente particular.

El salto para los Knicks

Poner a Tom Thibodeau en el banquillo cambió la cultura de los Knicks. No fue por supuesto solo por su acción, pero sí partiendo de todo lo que significó su llegada. Compromiso, trabajo, solidaridad, bloque… defensa, sobre todo defensa. Los Knicks tuvieron la cuarta mejor defensa de la Liga y volvieron a Playoffs. Ahora buscan dar el salto en el otro lado.

Retener a Alec Burks y Derrick Rose es muy importante para su perímetro, al igual que hacerlo con Taj Gibson y Nerlens Noel para la rotación del cinco (respondió de forma fantástica a la baja de Robinson, que recuperado volverá a ser titular). Pero es que en Nueva York han sumado a Evan Fournier (78 millones en 4 años) y, sobre todo, a Kemba Walker, que tras ser cortado por los Thunder llega a ‘su’ Nueva York (nació allí) para dar un salto cualitativo al ataque.

Kemba no estuvo en Boston al nivel exhibido en Charlotte, ya que los problemas físicos en la rodilla le impidieron primero tener continuidad y seguro el punto de explosividad que su juego requiere. Pero incluso sin llegar a ese nivel, el paso adelante para los Knicks (y a bajo precio) es considerable. En el fondo, Nueva York va a cambiar a Elfrid Payton y Reggie Bullock por Kemba Walker y Evan Fournier, manteniendo a piezas como Barrett, Burks y Quickley en su rotación exterior.

Kemba es un especialista del pick&roll, escenario que cuadra a la perfección con los esquemas de Thibs (los Knicks fueron el tercer equipo que más abusó de esas jugadas para el manejador el curso pasado) y una opción sólida para el catch&shoot. Fournier un buen gestor de pick&roll y un gran especialista de tiro. Ambos generan sus tiros y ambos abren la pista. Es decir, dan a los Knicks una baraja de hasta cinco hombres (los citados) capaces de generar su propio tiro (muy importante la capacidad de Walker para construir su propio triple tras bote) y crear para el resto. Sin contar con Randle.

El salto cualitativo es evidente. El ataque va a tener muchos más mimbres para producir precisamente en la zona que Thibodeau más requiere para ello, su perímetro mediante el desequilibrio. Los Knicks no se han hecho con una gran estrella de la Liga pero su verano es, hasta el momento, más que bueno. Algo así para un equipo que viene de ser cuarto en el Este, no es precisamente poco decir.

Firmas ‘secundarias’ bajo el radar:

Patty Mills: Era uno de los secundarios más deseados del mercado. Y su firma por Brooklyn (que se ha movido poco pero bien, pese a la salida de Green) puede ser diferencial. Mills puede ocupar distintos roles de segunda unidad, tanto simple ejecutor (excepcional tirador) como de verso libre (sexto hombre con gran libertad de uso ofensivo). Tiene experiencia de sobra y para un rol menor es básicamente perfecto. Rodeado de tanto talento y jugadores que le harán la vida incluso más fácil, un fichaje sensacional.

Rudy Gay: En los Jazz han ido puliendo su rotación año tras año y después de que la segunda aventura de Favors no fuese tan positiva como la primera, la Gerencia ha variado la rotación interior. Hassan Whiteside cubre el puesto de cinco suplente, con un margen para producir en una estructura defensiva que le va a beneficiar. Y Gay es una magnífica opción para el puesto de cuatro. En sus últimos cursos en los Spurs ha demostrado una enorme capacidad para tener impacto en minutajes limitados (en torno a 20 minutos), gracias a su versatilidad y tiro, abriendo incluso la opción de los formatos de segunda unidad sin cinco nato. Un fichaje de élite para un proyecto que ha ido mejorando año tras año.

Otto Porter Jr: Ha jugado 42 partidos en los dos últimos años en la NBA, circunstancia que de hecho es la que le aleja de ser un agente libre mucho más codiciado. Pero como alero especialista 3&D, por un contrato mínimo, es una opción de lujo para los Warriors. Porter está por encima del 40% en triples en su carrera, defiende varias posiciones y rodeado de un espacio ofensivo brillante puede ser una tortura para los rivales desde las esquinas. Fichaje de bajo riesgo y posible alta recompensa.

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