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Los Celtics acaban con Brooklyn: ¿cómo han conseguido dominar? ¿Qué ha fallado en los Nets? Por Andrés Monje

Los Celtics acaban con Brooklyn: ¿cómo han conseguido dominar? ¿Qué ha fallado en los Nets? Por Andrés Monje

Tras haber perdido los tres primeros precedentes, el último disputado el año pasado, los Celtics vencieron una eliminatoria ante los Nets. Y lo hicieron de forma rotunda, no dando opción a su rival al que han eliminado en cuatro partidos (4-0). A pesar de que el favoritismo, visto el cuadro, podía ser para los Celtics (segundo cabeza de serie), el asterisco de los Nets estaba presente. Un grupo de jugadores de enorme talento y desequilibrio que, a pesar de no haber conseguido ser un equipo, sembraban la duda de si podían encontrar la buena dinámica en el momento oportuno.

No sucedió. Boston ha abrumado a los Nets y ya espera a Bucks o Bulls en una Segunda Ronda en la que podrá contar con el recuperado Robert Williams, tendrá factor cancha a favor y la moral altísima por su sensacional nivel mostrado en el estreno de Playoffs. El que ha sido su rival parece abocado a un verano que apunta a largo y arduo en Nueva York, ahora que los Nets deben ser mucho más conscientes de que juntar estrellas no basta. Tampoco encontrar secundarios de calidad, en realidad, si no se alcanza el objetivo básico con el que competir en Playoffs: la solidez colectiva. Porque si bien el éxito final, en forma de anillo, requiere de desequilibrio individual, del mismo modo se necesita fuerza de equipo que respalde y proyecto ese mismo desequilibrio. De lo contrario, la gloria no llega.

¿Por qué esta eliminatoria se ha resuelto con tanta claridad? ¿Qué ha hecho bien Boston? ¿En qué ha fallado Brooklyn? Profundicemos en algunas claves para entender cómo se ha llegado hasta este 4-0.

El contexto importa

Lo visto en Playoffs suele ser, salvo excepciones, fruto de lo exhibido o trabajado anteriormente. Y para Brooklyn ese detalle fue una condena, por simple contraposición. Y es que mientras los Nets padecían sin Kevin Durant (lesionado a mediados de enero), se deshacían de James Harden –hastiado por la situación interna- a cambio de un Ben Simmons que no iba a debutar y buscaban forma para que Kyrie Irving pudiese tener continuidad disputando también los partidos en Brooklyn (algo que no llegaría hasta finales de marzo), los Celtics ya habían comenzado su resurgimiento y trayecto hacia la élite.

A través de diferentes cambios, especialmente el defensivo que hizo a Robert Williams pasar a tener emparejamientos defensivos ante aleros, reestructurando el sistema, Boston protagonizó una segunda parte de temporada apabullante. Desde el 23 de enero, momento en el que esa alteración defensiva comenzaba a ser constante, los Celtics no solo fueron el mejor equipo de la Liga (28-7 de récord), sino que mostraron, a la vez, el mejor dato de eficiencia ofensiva y defensiva de la Liga. Se convirtieron, básicamente, en una trituradora.

De hecho, ningún equipo en la historia de la NBA que hubiese cerrado con balance negativo (20-21) la primera parte del curso había alcanzado el número de victorias al que llegaron los de Ime Udoka al término de la campaña (51), superando la marca anterior (50) que consiguieron Lakers (2003) y Jazz (2019) en su día.

Es decir, mientras un equipo aún trataba de buscar su identidad, otro la grababa a fuego. Tras el 4-0 sufrido Irving reconocía, finalmente, haber podido ser “una distracción” durante la temporada, circunstancia que no solo ha apuntado a su figura (solo 29 partidos este curso y aún menos, 17, junto a Durant) sino a un clima de dificilísima gestión para un proyecto de máximas aspiraciones inmediatas y apoyadas sobre un técnico novato, que por brillante que fuese en pista (que lo era) asumía un escenario casi ingobernable, tanto a nivel emocional como de gestión táctica y deportiva.

La Némesis

La candidatura de los Nets siempre ha reposado sobre el talento ofensivo del que disponía, especialmente una vez dos desequilibrios individuales masivos como Durant e Irving pudiesen compartir cancha. La excelente nómina de secundarios, sobre todo en lo relativo al perímetro y el tiro exterior, respaldaban esa sensación de que, una vez llegado el tramo clave, su capacidad de resolución resultaría suficiente.

Así Brooklyn, el conjunto que más volumen de su ataque destinó al puro aclarado este curso (un 11% de sus jugadas se finalizaban así), teniendo un éxito mayúsculo en ellos (1.01 puntos por posesión, tercer mejor dato de la Liga), abordó una serie ante una roca que iba a convertir esa rutina, atacar en uno contra uno en base a dos prodigios históricos en ese arte, en un gran problema. El motivo era sencillo e incluso previsible.

El plan defensivo de Udoka, sostenido en un elevadísimo grado de versatilidad (tanto por características de jugadores como por deseo del técnico de llevarlas al límite), reducía el mismatch, ese desajuste en emparejamiento que tanto podrían castigar los Nets. Los interiores (Horford, Theis, Williams) no dudan en quedarse lejos del aro con Irving o Durant, no solo aguantando las marcas sino sirviendo como primer punto hacia la frustración de ambos, por la secuencia de ayudas que llegaba inmediatamente después, en concreto en cuanto Durant o Irving hallaban una grieta para castigar.

La negación del mismatch dificulta el aclarado, sobre todo cuando la abundancia de buenos defensores es tal (los Celtics han planteado quintetos sin un eslabón débil atrás al que someter) y el sistema tiene tanto orden y pulcritud en el timing de ayudas. Los Celtics, en definitiva, llegaron a las eliminatorias siendo el mejor equipo de la NBA defendiendo situaciones de aclarado (solo 0.8 puntos por posesión permitidos en ellas), escenario perfecto para enfrentarse al plan de los Nets.

Brooklyn ha visto cómo no solo sus dos referentes tenían delante extraordinarios defensores en marca directa, sino cómo el plan rival estaba minuciosamente preparado para colapsar una de sus principales virtudes en ataque a media pista. Su rendimiento final en esas situaciones ha sido revelador: los Nets han subido su volumen de aclarados (14% de acciones de ataque) y han dejado su acierto en mínimas de curso (0.83 puntos por posesión). Pero, en realidad, estaban avisados.

Contra Durant e Irving

Las dos grandes estrellas de los Nets tuvieron una eliminatoria para olvidar. Algo perfectamente visible no solo en sus cifras finales sino en la frustración deportiva acumulada. Y ahí cabe destacar, además de la excepcional tela de araña creada para reducir el espacio de ambos (al primer bote saltaba la ayuda y las rotaciones defensivas eran fantásticas), el rendimiento en ese primer eslabón: el de su marca directa.

Durante la serie, Durant solo le anotó tres canastas (en dieciocho intentos) a Jayson Tatum, cuando este fue su asignación primaria. Con un bagaje, además, de doce balones perdidos. Globalmente, tras los tres primeros duelos su resumen de canastas (19) y pérdidas (17) ya era muy llamativo.

Han sido datos aterradores considerando que Durant ha sido virtualmente imparable en escenarios de Playoffs (sigue teniendo el tercer mejor promedio anotador de la historia de la fase final, por encima de 29 puntos por noche, únicamente tras Jordan y Iverson). El trabajo de Boston ha sido fabuloso sobre él.

Para Irving tampoco fue más sencillo. Bajo la marca de Marcus Smart, Kyrie solo anotó cinco canastas (en diecisiete intentos) durante la eliminatoria. En realidad, salvo la explosión del último cuarto en el primer partido (18 puntos), Irving ha estado muy maniatado, incluso por tramos desaparecido, por el plan de Boston.

A la yugular

Steve Nash acabó recurriendo, en ciertos tramos, a quintetos con múltiples manejadores de balón que permitiesen aumentar la fluidez de su equipo, hacer menos previsible su estructura. Era, en realidad, otra forma de atajar un problema que ha ido desangrando a los Nets esta serie: el cuidado del balón y su posterior transición defensiva.

Los Celtics han sido muy agresivos en su primera lína defensiva. Han presionado el pase e incluso el bote muy lejos del aro, para llevar los encuentros a un nivel de despliegue físico que pudiera permitirles dominarlos. Brooklyn ha terminado con pérdida el 16% de sus posesiones en la eliminatoria, cuarto dato más alto de los Playoffs y un registro superior también al mostrado en fase regular (14%). Muchas de esas pérdidas han terminado directamente en robo (8.8 por duelo de Boston en la serie), generando contraataques que permitían a los Celtics sumar fácil. Ningún equipo de la fase final ha permitido tantos puntos ahí como los Nets (18), que además concedieron 22 tantos tras balón perdido por encuentro. Una hemorragia permanente que ha hecho de la transición de Boston algo imparable.

El sistema defensivo de cambios constantes en bloqueos, que flexibiliza la estructura, tenía de paso otra misión: cortocircuitar cualquier atisbo de fluidez, hacer sentir a los Nets que cualquier pase era susceptible de ser interceptado para acabar encaminado al bloque de Nash a esos aclarados para los que ellos, los Celtics, estaban preparados. Hasta 18 intercepciones (sin recuperación) por partido han logrado los de Udoka en la serie, con diferencia dato más alto de los Playoffs. De ahí que Nash tratase de buscar alguna salida con quintetos de muchos manejadores de balón. Aunque sin gran éxito, ya que estos (Curry, Dragic, Mills) luego podían ser castigados atrás.

El hombre y los secundarios de la serie

Jayson Tatum fue el mejor jugador sobre la cancha. A sus más de 29 puntos y 7 asistencias por encuentro hay que sumar la excepcional defensa sobre Durant, siendo su emparejamiento primario. Y su aparición en situaciones de necesidad para su equipo, no ya anotando una bandeja sobre la bocina para ganar el primer duelo sino acudiendo puntual a frustrar momentos positivos de los Nets. Tatum ya pertenecía a la clase alta de la Liga pero esta eliminatoria, enfrentando a Kevin Durant, significa algo más en su carrera. Otro posible punto de inflexión para un jugador que puede marcar época en los Celtics.

En plano individual, Boston ha tenido también a varios de los secundarios más importantes de la eliminatoria. Jaylen Brown (silenciosamente determinante en ambos lados de la pista), Marcus Smart (fantástico en su papel de director, además del conocido como destructor) y Al Horford (acertadísimo en el tiro y de imponente presencia defensiva en las ayudas y en ausencia de Williams) estuvieron sensacionales, cada uno en su papel, pero además la pareja de alternativas en la pintura, Daniel Theis y Grant Williams, han estado a muy buen nivel. Sobre todo defensivo.

Brooklyn ha echado en falta un mayor rendimiento de Seth Curry, fantástico el cuarto partido pero demasiado intermitente los tres anteriores, así como mayor consistencia en una defensa que podría haber apuntalado Ben Simmons, un comodín en ese lado de la pista. Más allá del buen impacto de Goran Dragic desde el banquillo, Bruce Brown (como mejor equilibrio para las estrellas) y Nic Claxton (el interior que más y mejor se ha adaptado a la estructura y el rival) han servido como excelentes jugadores de equipo, una circunstancia llamativa considerando que el futuro de ambos ha de ser resuelto el próximo verano. Y ofertas externas, a buen seguro, no les van a faltar.

¿Y ahora qué, Nets?

Manteniendo a Durant (con contrato hasta 2026) e Irving (pendiente de extensión, aunque podría seguir un año más bajo sus actuales condiciones contractuales), el objetivo de los Nets no será menor al anillo. Sumando a Ben Simmons y Joe Harris a la ecuación, las posibilidades serán mejores, a la espera de ver cómo se amolda el australiano a su nuevo equipo. Pero, más allá de ellos, Seth Curry y los jugadores más jovenes, la rotación está por descifrar y completar.

  • En verde: opción del jugador para seguir el próximo curso.
Salarios Nets

Fuente: Spotrac.

Jugadores como Brown o Claxton, claves en este tramo final de curso, no tienen su futuro garantizado con la franquicia. Y la cargada situación salarial obligará a recomponer piezas secundarias a bajo coste con la idea de, sobre todo, armar un equipo y no un conjunto de cromos. Un bloque que pueda comportarse como tal desde el inicio de la siguiente campaña. Ese bloque parece que será dirigido, salvo sorpresas, de nuevo por Steve Nash, hombre de confianza de Sean Marks en la Gerencia y aceptado por la cúpula de poder del proyecto en pista, Durant e Irving. Su reto, no obstante, no será precisamente sencillo.

Brooklyn ha podido entender la lección en su duelo con Boston. Un conjunto, el verde, no falto de estrellas o desequilibrio pero que, por encima de todo, ha entendido cómo comportarse de forma solidaria en ambos lados de la cancha. Tanto y tan bien que se ha convertido en una máquina de competir. Es el camino a seguir por los Nets.

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