En 2013, todavía con Carmelo Anthony en el equipo, los New York Knicks de Mike Woodson clasificaban a las semifinales del Este tras vencer a Boston en seis partidos. Era el último partido de Paul Pierce y Kevin Garnett como jugadores de los Celtics y la primera vez que Nueva York veía a su equipo ganar una serie de playoffs desde 2000. Desde principio de siglo y aquellas finales de conferencia perdidas ante los Pacers de Reggie Miller, los Knicks han jugado cinco veces playoffs y han caído en primera ronda en cuatro ocasiones. O al menos hasta la llegada de Tom Thibodeau el verano de 2020. Llegó al Madison en mitad de la pandemia global, pero los Knicks sí que han salido más fuertes. Y estos playoffs son el paso final del proyecto en su tercer año.
Finalizaron cuartos en su primer año, pese a que volvieron a caer en primera ronda. Fracasaron en 2022 con un Julius Randle mundano. Y cambiaron la hoja de ruta: los New York Knicks pasaban a ser el equipo de Jalen Brunson, la gran apuesta de la gerencia. La mejor apuesta posible, vistos los resultados. Un equipo que por dos décadas había necesitado un base y una identidad, le robó ambas a los Mavericks. Junto a Brunson llegaron piezas de rol como Isaiah Hartenstein, la renovación de Mitchell Robinson o la extensión de RJ Barrett. Y la pieza final del rompecabezas, Josh Hart, excompañero de Brunson en la universidad de Villanova, que llegó en febrero durante el deadline. Le dieron a Thibodeau un equipo para competir y está haciendo lo que mejor sabe: exprimirlo al máximo.
Se esperaba que fuera la serie más igualada de la primera ronda en el Este y en realidad, salvo algún tramo al inicio del quinto, solo el primer partido estuvo apretado, cuando los Knicks asaltaron Cleveland por cuatro puntos con ambos, Brunson y Hart brillando en el clutch. Los Cavaliers se vengaron ganando por 17, pero los Knicks se han llevado ambos partidos en el Madison por un total de 29 puntos, y pusieron 3-1 la serie. El quinto partido también fue para los Knicks, sentenciando su pase a la siguiente ronda por primera vez desde 2013.
Porque han creado un colectivo que invita a recordar el pasado. Noches de épocas mejores en el Garden, dejando al rival en apenas 79 puntos y superando con suerte la barrera de los 100. Baloncesto de los noventa que ensalza la identidad de un equipo que compite, no juega, y que gana desde atrás. Con una rotación de nueve jugadores, con Hart, Quickley, Hartenstein y Toppin saliendo desde el banquillo, y un quinteto que lleva siendo diferencial desde febrero: el mejor equipo del Este en temporada regular, han conseguido trasladar las sensaciones a playoffs. Y todo con la narrativa extra del caso Donovan Mitchell, quien podía haber sido jugador de los Knicks en verano, pero que acabó vistiendo de Cleveland. Y al que Josh Hart y compañía dejaron en un 43.6% de tiro de campo.
Han recuperado la magia del Garden, han levantado a la ciudad de la oscuridad de la derrota, han traído de vuelta el baloncesto de los noventa, de un base y un pívot dominante, y la diosa fortuna les sonríe. Porque por el camino, en unos playoffs convencionales, Milwaukee Bucks iba a ser el hipotético rival en semifinales. Los Knicks cerraron la serie y ahora se encontrarán delante a los Heat y Jimmy Butler, que están han eliminado por 4-1 arriba al mejor récord de la NBA. Implica factor pista, empezar y acabar la serie en el Madison. Y puestos a soñar con traer a los Knicks de vuelta, por qué no soñar con unas finales de conferencia.
Los mejores Knicks han vuelto de la mano de Tom Thibodeau, Jalen Brunson y el resto de la plantilla, la revolución de la ciudad de Nueva York está en marcha. Y el techo de este equipo solo lo puede marcar la historia.