El caos no es un foso, sino una escalera. Y la realidad que marcaba el día a día de Nikola Jokic ha ido cambiando modificándose día tras día hasta convertirse en un recuerdo borroso todo aquello sucedido en junio de 2023. Atrás quedan las noches en donde los Denver Nuggets lucían como uno de los proyectos más interesantes y de futuro de la NBA, uno llamado a marcar época y, quién sabe, si dar pie a una dinastía. Las diferentes decisiones de una gerencia fracturada y unas nuevas reglas salariales han hecho de la franquicia de Colorado una copia abstracta y deformada del equipo que rozó las Finales del Oeste el pasado mes de mayo.
Es curioso lo rápido que se suceden los acontecimientos en una liga como esta y el impacto que pequeñas modificaciones pueden acabar teniendo en la imagen final de un grupo sobre el parqué. Donde antes se veía la solidez y resistencia del hormigón armado que era el sistema de los Nuggets ahora su fragilidad es evidente y depende de un Nikola Jokic que es alfa y omega, sin cuya presencia Denver estaría en alguno de los círculos del infierno que componen la clasificación NBA. Peldaño a peldaño, la franquicia ha ido descendiendo en su particular escalera hacia el caos y la desdicha, solamente ralentizado ese ritmo por un Joker empeñado en mantener la música sonando siendo más bien un solitario hombre orquesta.
En el paso de la pasada a la presente campaña, Nikola Jokic se ha visto obligado a incrementar su aporte ofensivo sustancialmente. El nativo de Sombor ha elevado un Nikola Jokic Denver Nuggets, pasando de 26,4 a 29,7 puntos por encuentro. Caso semejante al porcentaje de asistencias, con un aumento del 23%, evolucionando del 42 al 51,7% que, además, es el mejor dato de la NBA actualmente. Un escenario que le deja a las puertas de convertirse en el tercer jugador en la historia de la competición en promediar un triple-doble por partido, siguiendo los pasos de Oscar Robertson (1962) y Russell Westbrook (4 veces).
La razón fundamental de esto reside, cómo no, en una planificación deportiva deficiente, con la salida de Kentavious Caldwell-Pope este verano, así como el impacto de las lesiones de nombres cruciales como Aaron Gordon y la intermitencia física de Jamal Murray.
Una situación que ha impulsado a Jokic a tener que asumir no solo un mayor grado de responsabilidad como líder, sino a tener que cargar sobre sus hombros con los Nuggets al completo. En lo que va de curso, el serbio es responsable directo (puntos propios) o indirecto (puntos por asistencia) de 60,6 de los 120,9 tantos que consiguen los de Colorado por noche. Es decir, de las manos de Jokic surge el 50,1% de los puntos del equipo. Un dato que ilustra el grado de dependencia de los hombre de Michael Malone respecto del tres veces MVP.
Un pico de rendimiento que le convierte en el jugador de mayor impacto terminal en ataque de toda la NBA.
Pos. | Jug | PTS | AST PTS | Total |
1 | Jokic | 29,7 | 30,9 | 60,6 |
2 | Young | 21,9 | 27,7 | 49,6 |
3 | Giannis | 32,1 | 17 | 48,4 |
4 | Doncic | 28,1 | 19,5 | 47,6 |
5 | Ball | 28,9 | 17,9 | 46,8 |
6 | LeBron | 24 | 23,1 | 46,8 |
7 | Cunningham | 23,5 | 23 | 46,5 |
8 | Tatum | 29,9 | 16,6 | 46,3 |
9 | Shai | 28,7 | 16,9 | 45,6 |
10 | Fox | 28,8 | 15,2 | 44 |
*Datos NBA Stats | Elaboración Gigantes del Basket | Datos hasta el 22 de noviembre
Sin embargo, esta versión tan protagonista de Jokic no es, ni debería ser un buen indicativo o un buen presagio para los Nuggets. Más bien todo lo contrario. Que a inicios de temporada el serbio se vea obligado a disputar más de 38 minutos por encuentro, el registro más alto de toda su carrera, superando con creces el anterior (34,6 en 2021 y 2024) es una muestra de la fragilidad que afecta a la plantilla. Unos Nuggets donde Russell Westbrook (23,2%) es el segundo jugador que mayor uso ofensivo tiene por detrás del balcánico (28,3%).
La sucesión de los acontecimientos ha puesto al Joker ante la necesidad de dar un paso adelante para evitar que el castillo de naipes se derribase ante sus ojos. Actuaciones hercúleas como las consecutivas ante Clippers y Raptors, con más de 40 puntos cada noche, o encadenar cuatro partidos seguidos con un triple doble, hito solo al alcance de otros 9 jugadores más en toda la historia.
Un Jokic que ha causado baja en la última semana por motivos personales, y que en su ausencia el equipo ha sido incapaz de mostrar una imagen mínimamente cercana a lo que sucede con él sobre la cancha.
¿Es posible un cuarto MVP?
Con estos guarismos encima de la mesa la candidatura del serbio al MVP estaría más que justificada. Incluso el modelo de predicción estadística de Basketball Reference así lo refleja, con el Joker a la cabeza con un 91,1% de probabilidades. Una frivolidad que no es más que la consecuencia de un contexto donde Jokic se ha visto conducido a tener que ser el máximo anotador, el principal generador de juego y el sostén del equipo incluso en defensa, donde su Defensive BPM (métrica que mide el impacto por 100 posesiones) es el más alto de todos los Nuggets (+3,5).
Las circunstancias colectivas han puesto al serbio en la tesitura de reinventar su propia rueda. Y es que cuando todo apuntaba a que su carrera iba a entrar en una fase de valle, incluso de lento descenso a la vez que se mantenía en la élite, este inicio de campaña ha venido a demostrar todo lo contrario. Basta ver la estadística DARKO, que mezcla diferentes parámetros y permite visualizar la evolución de la carrera de un jugador. Mientras los otros dos últimos MVPs de la NBA como son Antetokounmpo y Embiid han visto caer su impacto tras el galardón, Jokic no ha soltado el pie del acelerador:
Una tendencia que se había empezado a intuir la temporada anterior y que con este arranque de curso 2024-25 solo se ha visto reforzada.
La última barrera de Nikola Jokic no pasa por ganar un cuarto trofeo al mejor jugador de la competición, ni siquiera dejar registros inalcanzables para la historia. No, la meta definitiva para el genio de la Voivodina tiene que ver con servir de pegamento, ser el hilo que un proyecto que ahora mismo no para de rasgarse a cada partido que juega, únicamente unido por la brillantez de un jugador único en la historia de la NBA.
Por delante, el reto de hacer de los Denver Nuggets un equipo de Playoffs en una Conferencia Oeste cada vez más igualada, sin un poder hegemónico que someta al resto, como venían haciendo en los últimos años los de Michael Malone y la certeza de que sin Jokic todo se puede venir abajo en un abrir y cerrar de ojos.
El objetivo de alcanzar la cuarta corona, el trofeo que le elevaría a cotas impensables hace no mucho, parece bastante improbable. Un hecho que no lo hace del todo inimaginables. Únicamente cinco figuras en toda la historia de la NBA saben lo que es conseguir cuatro veces el premio al MVP. LeBron James y Wilt Chamberlain se hicieron exactamente con ese número de galardones, Michael Jordan y Bill Russell cosecharon cinco, mientras que Kareem Abdul-Jabbar ostenta el máximo con un total de seis.
Hay un patrón que corta a todos y cada uno de estas leyendas: el dominio de una época. De Kareem a LeBron pasando por Russell o Wilt. Demasiados paralelismos con un Nikola Jokic que hace tiempo que derribó la puerta y ahora mismo está escribiendo con letras de oro su historia en los registros de esta interminable liga.
Foto: Cole Burston – Getty Images
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