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Historia de una segunda oportunidad: ¿Quién es realmente Kendrick Nunn?

Historia de una segunda oportunidad: ¿Quién es realmente Kendrick Nunn?

Es Kendrick Nunn. Ha sido nombrado rookie del mes de diciembre en la Conferencia Este (15,5 puntos de media) y ante los San Antonio Spurs se ha salido con 33 puntos y 5/7 en triples en la última victoria de su equipo, los Miami Heat, que ya marchan en la segunda plaza de la Conferencia Este.

Su historia, por Andrés Monje

La noche del 25 de enero de 2013 servía como tributo. Un homenaje tan emotivo como merecido para dos figuras cuya luz se extendía mucho más allá del sur de Chicago, mucho más allá de aquel rectángulo del Simeon que deportivamente les vio nacer. Aquella noche Jabari Parker y Kendrick Nunn disputaban su último partido de instituto en casa. Sería el momento elegido para retirar el ‘22’ del primero y el ‘20’ del segundo, para despedir con honores a una pareja cuyo impacto había traspasado ya las fronteras de Illinois e incluso del país.

No en vano tanto Parker como Nunn, considerados dos de los mejores jugadores preuniversitarios de Estados Unidos, poseían ya dos oros fruto de sus participaciones con las selecciones estadounidenses en el FIBA América sub16 (2011) y el Mundial sub17 del año siguiente.

Eran, dicho de otro modo, dos chicos llamados a algo grande.

Tanto Parker como Nunn pasaban a ser, aquella fría velada de enero, miembros de la selecta lista de nombres que tenían su dorsal retirado en Simeon, una con por entonces solo tres representantes: Ben Wilson, Bobby Simmons y Derrick Rose. Los dos últimos llegaron a la NBA, en el caso de Rose de hecho bastante más que eso. Al primero –Wilson- solo dos balas, que acabaron con su vida cuando apenas tenía 17 años, le impidieron hacerlo.

A pesar de que Parker, con aura de superestrella, aglutinaba muchos más focos debido a su nivel, circunstancia que le haría llegar a Duke y tras solo un año universitario ser elegido como número dos del Draft NBA; Nunn también representaba un perfil a seguir.

Más limitado en su apariencia, especialmente por su altura (1.88 metros) e indefinición como pieza de perímetro, pero de una enorme capacidad de desequilibrio ofensivo. Su técnico en Simeon, Robert Smith, le veía potencial para ser un Top 15 del país. Si el talento bruto pudiese pesarse, no hubiese estado desencaminado.

La caída arranca una noche de marzo

Nunn decidió desarrollar su carrera universitaria en Illinois, su casa. Sería, ya lo sabía, una más ardua y trabajada que en el caso de su amigo Jabari. Pero también una que, en el mejor de los casos, podría llevarle igualmente al soñado escenario NBA. Tras dos años de adaptación, en su curso de junior promediaba 15.5 puntos por encuentro hasta que la noche del 16 de marzo de 2016 llegó para cambiarlo todo.

Aquel miércoles, por siempre en su recuerdo, Nunn fue al apartamento de Kayla Williams, la chica con la que salía, para que esta le devolviese cien dólares que el jugador le había previamente prestado. Sería directo, tanto que nada más abrir la puerta reclamó a Kayla la cantidad, sin llegar a entrar. “Kayla, tienes que devolverme mi dinero”.

La reacción de ella fue negativa y la discusión se acaloró. Reproches por ambos lados hasta que las primeras voces de vecinos, en forma de quejas, hacían ver el exceso de la situación. “Déjame en paz”, gritaba Williams una y otra vez. Hasta el punto, el escándalo, que una llamada de un vecino a la policía buscó directamente acabar con el revuelo.

Al llegar, el agente pidió explicaciones y dijo a Nunn que abandonase el bloque de pisos, cosa que hizo. Pero poco más tarde una nueva llamada a la policía, esta vez de Kayla, daría más detalles: durante su disputa, ella señaló que Nunn llegó a empujarla, golpearla en la cabeza y arrojarle un vaso de agua. Para colmo, marcas en el cuello y hombro de la joven, que quedaron fotografiadas como parte de la investigación, presagiaban un abuso físico en la disputa.

Esto último, agarrar a Kayla por el cuello, fue negado posteriormente por Nunn, que no obstante sí reconoció lo anterior. Más que suficiente para hacer de aquella noche un agujero. Al día siguiente, el jugador fue arrestado. “No puedo culpar a nadie por mis acciones, me avergüenzan porque no representan la persona que soy”, afirmó en su momento.

Nunn se declaró culpable de un episodio de violencia doméstica y fue condenado a 18 meses de supervisión judicial y 100 horas de trabajo comunitario, además de una multa de 200 dólares, la obligación a cumplir un programa social para casos de abuso y declarar, por escrito, su disculpa a la joven por los hechos.

Semanas después, en mayo, la universidad de Illinois le expulsó de su programa. Definitivamente aquella noche le iba a cambiar la vida.

El renacimiento

Arrepentido y digiriendo aún el que era, sin lugar a dudas, el punto más bajo de su vida, Nunn iba a recibir una llamada que le permitiría recuperar la esperanza. No ya en su carrera, en aquel momento en segundo plano, sino en él mismo. Greg Kampe, técnico de la universidad de Oakland, le iba a dar una oportunidad. “Si la quieres, aquí la tienes. Pero esta será  la última que van a dar”, le advirtió.

Por la normativa NCAA, Nunn no pudo disputar el siguiente curso universitario (2016-17), teniendo que iniciar su última campaña (la senior) prácticamente un año y medio después del incidente que lo había alterado todo. No solo no sería un problema, sino que Nunn emergió de las cenizas.

En lo personal, el propio Kampe se encargó de seguir de cerca su comportamiento, que el técnico aseguró -una y otra vez- resultó ejemplar con todo aquel que le rodease, indistintamente del contexto. Nunn había cometido un error pero había aprendido la lección.

En lo deportivo, su curso se cerró con 25.9 puntos por encuentro, segunda cifra más alta en todo el país (únicamente por detrás de la firmada por Trae Young en Oklahoma), gracias sobre todo a su efervescencia exterior (4.5 triples por partido, con un 39% de acierto). Nunn alcanzaría la treintena de puntos en once ocasiones, dejando un rendimiento espectacular que, no obstante, no le valió para ser elegido meses después en el Draft de la NBA.

Las dudas sobre su perfil exterior, sin contrastado talento creativo como para ejercer de uno y con recelo sobre su productividad anotadora trasladada al escenario NBA, unidas al borrón sufrido un tiempo atrás en su vida personal, disiparon cualquier opción. Pero aquello, no obstante, no fue el final.

Un camino difícil

A mediados de julio (2018), tres semanas después del Draft, Nunn firmó un acuerdo parcialmente garantizado con Golden State, que le hacía hueco en la Liga de Verano y le invitaba a iniciar el campus de pretemporada. Siete partidos de Summer League (cinco en Las Vegas y dos en Sacramento) le valieron para dejar una buena impresión, aunque no lo suficiente como para evitar ser cortado en octubre. Otro golpe, pero tampoco definitivo.

Su destino iba a ser el subsuelo NBA, la G-League. Un espacio en el que los Warriors, en este caso su equipo afiliado, sí le daría confianza. Con los Santa Cruz Warriors disputó 49 partidos, con 19 puntos, 4 rebotes y 3 asistencias de media. Más allá, conseguiría captar la atención de un agente externo que, entonces sí, iba a resultar mucho más decisivo para su carrera.

El pasado mes de abril los Heat le ofrecieron un contrato parcialmente garantizado por tres temporadas, por un valor total de 3 millones de dólares. La oportunidad iba a ser no solo aprovechada, Nunn se encargaría de dejarse notar hasta el extremo.

Superó la veintena de puntos media en la Summer League con los Heat hasta llegar a una pretemporada que cerró anotándole 40 puntos a los Houston Rockets, entre el asombro generalizado. “Tiene talento y una fantástica ética de trabajo, no le intimidan las expectativas o todo lo que pueda rodear a esta franquicia”, declaraba Spoelstra. El novato había llegado para quedarse.

Impacto NBA

El resto es historia. Su arranque de temporada le ha puesto en la primera plana. Los 112 puntos anotados durante sus primeros cinco partidos como profesional NBA representan la mejor marca de la historia de los Heat y la tercera más alta (tras Jerry Stackhouse, con 124; y Kevin Durant, con 113) de los últimos 25 años de NBA.

Con minutos (casi treinta de media) y responsabilidades inesperadas en un perímetro ya con Jimmy Butler de vuelta, Nunn responde con efectividad y buenas decisiones, al amparo de su habilidad con el bote y su capacidad para lanzar en cualquier situación, tanto pull-ups como tras recibir. “No es un base clásico, nunca lo será”, avisaba Kampe cuando lo tuvo a su disposición en Oakland. Pero puede que, para conocer el éxito, no necesite serlo.

Inteligente en su forma de moverse sin balón e incluso aplicado, más de lo que acostumbraba, en el apartado defensivo, Miami se frota las manos con Nunn mientras el jugador lucha decidido por su sueño. El inicio de curso, con un 5-1 colectivo, alimenta las esperanzas de volver a la fase final mientras el zurdo nativo de Chicago se asienta (titular en todos los encuentros) y lidera al equipo en anotación (19.5 puntos), con una naturalidad en pista que desmiente su etiqueta de novato. En el fondo, no lo es. Su maleta de vivencias anda repleta.

Padre de familia, aún arrepentido por el incidente que le cambió la vida y centrado en el camino correcto, el chico que asombraba en Simeon ha encontrado su sitio en la NBA. “Aquel incidente me hizo dar un paso atrás. Pero he trabajado mucho para volver”, revelaba.

La Liga ha ganado otro talento emergente de perímetro. Nunn ha aprovechado su segunda oportunidad.

Fuentes: Chicago Tribune, Detroit Free, NBA Stats, RealGM
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