En uno de los episodios de la serie ‘How I Met Your Mother’ (‘Cómo conocí a vuestra madre’) el protagonista cuenta a sus hijos, después de haber dado algún rodeo anteriormente, una rocambolesca historia que tiene como protagonista a una cabra encerrada en el cuarto de baño de un piso. Si has visto la serie, seguramente recuerdes la historia. Pues bien, parece que el ex general manager de los Phoenix Suns, Ryan McDonough, podría contar una historia bastante similar algún día a sus hijos.
Robert Sarver no es un dueño de franquicia NBA normal. Para empezar, es considerado uno de los peores dueños de toda la liga, especialmente por su fama de entrometerse en la toma de decisiones y por llevar a la franquicia por caminos ilógicos. Y como personalidad podríamos considerarlo alguien… extravagante.
Una muestra más de ello es lo que cuenta en su último artículo Kevin Arnovitz, un texto centrado en la organización disfuncional de los Suns. En él hay historias surrealistas, como la siguiente:
«Cuatro años después de nombrar a McDonough como general manager, Sarver compró unas cuantas cabras en un evento de Diana Taurasi en el Talking Stick Resort Arena, y las subió a la oficina de McDonough«, cuenta Arnovitz. «Se trataba a la vez de una broma y de un intento de mensaje de inspiración, indicando que los Suns debían encontrar su propio GOAT (en inglés, palabra para definir al Greatest Of All Time – el más grande de todos los tiempos – y que, al mismo tiempo, significa «cabra»), una que dominase como Taurasi. Las cabras, inconscientes de su connotación metafórica, procedieron a defecar por toda la oficina de McDonough».
Y esa no fue la única sorpresa que se llevó McDonough esa noche.
«Los fallos de McDonough no desanimaron a Sarver», continuaba detallando Arnovitz. «Momentos después de que McDonough descubriese a las cabras utilizando su oficina como cuarto de baño, el dueño extendió el contrato de su general manager, a pesar de que los Suns habían perdido más partidos que el año anterior en sus dos últimas temporadas. McDonough había pedido a Sarver la renovación de los contratos de su staff de ojeadores. De buen humor, Saver le dijo a McDonough que a él también le tocaba una extensión de contrato».
Quizás la forma más sencilla de resumirlo sea la siguiente: Robert Sarver está como una cabra.
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