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«Esto es para ti»: la desgarradora carta de Ricky Rubio a su madre tras su éxito

«Esto es para ti»: la desgarradora carta de Ricky Rubio a su madre tras su éxito

Ricky Rubio escribe a su madre, Tona. "Me encantaría que me viera ahora", dice tras proclamarse MVP del Mundial.

Ricky Rubio, MVP del Mundial con España y jugador desde el pasado verano de Phoenix Suns, ha recordado la figura de su madre, Tona Vives, que falleció en 2016 a causa de un cáncer, en una preciosa pero cruda carta en The Players’ Tribune en la que hace un repaso de su carrera deportiva, probablemente en su pico más alto ahora mismo, a través de los sitios en los que ha ido creciendo. Un repaso que toca el corazón hecho por el Ricky Rubio más maduro. 

A continuación ofrecemos la traducción al español de los fragmentos más interesantes: 

«En 2015 me mudé a un nuevo apartamento en Mineápolis, en el centro de la ciudad y muy cerca de donde juegan los Timberwolves. Por las mañanas, cuando se iba la niebla, se veía el Mississippi. Era grande, pero tampoco mucho. De lo que me aseguré fue de tener dos habitaciones para que mis padres, si venían a verme, tuvieran una para ellos solos. Y vinieron. Era como otro de los muchos viajes que he hecho con ellos: me contaban cotilleos que pasaban en casa, poníamos música… Pero llegó el silencio. Y mi padre empezó a contar una de las historietas que siempre cuenta (lo hace, sobre todo, con las que yo ya me sé). Esa vez habló del momento en el que yo me decidí entre fútbol y baloncesto. Yo tenía 10 años. Había escogido el fútbol porque tenía más aceptación en el lugar donde yo vivía, pero luego cambié. Y quince años después, estaba de viaje por Minnesota con ellos. Tras dos horas, llegamos al destino: la Mayo Clinic, en Rochester. No era una situación nueva, mi madre había sido diagnosticada con cáncer en 2012 y lo venció, lo hicimos en familia. Pero estábamos allí de nuevo. Cuando vimos al doctor salir, lo supimos; era la misma cara que había puesto el doctor en Barcelona tres años antes cuando nos comunicó el cáncer. Y sí: había vuelto y se estaba reproduciendo rápido. Nos abrazamos. De camino a casa, mi padre no contó ninguna historia. Esa noche conocí algo más sobre mi apartamento: las paredes era muy finas. Escuché a mis padres llorar toda la noche. No lo puedo poner en palabras, pero estaba muy perdido, no quería acercarme al baloncesto y empecé a odiarlo» 

«Cuatro años antes, en 2011, cogí un apartamento en Los Ángeles. Me gustaba, estaba cerca de la playa. Había cierre patronal en la NBA y yo todavía tenía que debutar en la NBA con los T-Wolves. Alquilé un sitio para poder entrenar todos los días, pero mi agente me advirtió además de un partidillo amistoso. Habría más jugadores profesionales. Llegué y allí estaban Paul Pierce, Danny Granger, Paul George o Kevin Garnett. Ahí es como conocí a K.G. Después de una de las pachangas, se me acercó: ‘¡Ricky! Así que vas a jugar a Minny, ¿eh?». Él se dio cuenta de que mi inglés no era muy bueno por aquel entonces, pero me habló de la franquicia donde él ya había estado: ‘Tío, L.A. está bien, pero hazme caso. ¿Vas a ir a Minnesota y les vas a dar todo lo que tú tienes? Pues créeme, ellos te lo van a devolver con creces’. No lo podía creer en ese momento, pero luego entendí que tenía toda la razón»

«En mi temporada de novato me rompí los ligamentos de la rodilla contra los Lakers y estuve recuperándome ese verano, el mismo en el que a mi madre le diagnosticaron el cáncer. Los dos años siguientes fueron duros, pasmaos malos momentos, pero la gente me apoyó muchísimo. Uno de ellos fue ‘Flip’ Saunders. ‘Flip’ volvió a los Timberwolves en 2014. En 2015 cogimos en el ‘draft’ a Karl-Anthony Towns y me llamó: ‘Quiero que entrenes con él’. Empecé a hacerlo tras las vacaciones y un día se pasó por allí. Le vimos y llevaba un sombrero, se lo quitó y estaba escuchimizado. Mucho. Y pálido. Me llevó a su oficina y no sabía ni lo que decir: ‘Te veo muy bien’. Ni yo me lo creía. Había pasado el verano yendo a quimioterapia. Fue él el que nos recomendó la clínica para mi madre. Me preguntaba por ella, era muy atento. Y murió. Y, cuando nos lo dijeron, me acordé de ella» 

«La primera temporada que empecé sin ella, no podía hacer el ritual de llamarla por FaceTime. Pero estaba en mi mente. No podía ni borrar su número de mi móvil. Hasta le enviaba mensajes. Sentí que me estaba volviendo loco, como hablando conmigo mismo. En esos meses le eché la culpa a todo, estaba furioso y pasé por una depresión» 

«Hoy ya no tengo 21 años. En ese tiempo, con mi madre viva, hice una lista con lo que quería cumplir como jugador. Hay una cosa que no he hecho todavía: ganar la NBA. Sigo trabajando en ello. Ahora, en una nueva ciudad: Phoenix. Otra de las cosas que no había podido cumplir hasta ahora era la de ganar un Mundial con España; lo hicimos en China y me hubiera gustado que mi madre pudiera verlo. Me nombraron MVP y el trofeo me lo entregó Kobe Bryant once años después de los Juegos Olímpicos de 2008, para mí eso fue como cerrar el círculo. Todos los días trato de hacer que esté orgullosa: es lo que ella se merece, somos un equipo y siempre estará con nosotros. Te quiero, mamá»

 

(Ricky Rubio es uno de los protagonistas de la revista Gigantes de este mes)

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