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Santi Aldama: la rutilante normalidad de un camino desconocido

Santi Aldama: la rutilante normalidad de un camino desconocido

Cuando talento, físico, ética de trabajo y una exquisita toma de decisiones se unen en la coctelera, lograr lo nunca antes visto es posible. También alcanzar la NBA por la vía de la NCAA. He aquí historia de un pionero.

Todavía hoy existe un cierto halo de misterio en torno al vigesimosegundo jugador español de toda la historia en ser elegido en el draft. El camino de Santi Aldama hasta la plantilla de los Memphis Grizzlies sigue siendo raro visto desde su país de origen, pues nunca antes un compatriota logró asaltar la mejor liga del mundo desde la NCAA. Algo que, en cierto modo, le hace seguir siendo un desconocido para el gran público. Pero lo cierto es que, en la eclosión de este portento canario de 211 centímetros, la clave ha sido justamente la contraria: la búsqueda de la normalidad.

Estar cerca de la familia, en su ciudad, disfrutando de los amigos o la cercanía de la playa hasta que no quedó más remedio que dar el siguiente paso. Y estudiar, claro, pues no todo el mundo -casi nadie, de hecho- puede ser Doncic, pese a que demasiados adolescentes hoy en día tengan vida de profesionales demasiado pronto.  Paradójicamente, o no, fue esta la decisión de la familia de Santiago Aldama Toledo (Las Palmas de Gran Canaria, 10 de enero de 2001), hijo y sobrino de jugadores profesionales que, quizá por ser cocineros antes que frailes, apostaron por la formación integral de quien pronto comenzó a ser especial en la cancha, pero al que se supo guardar magistralmente de los focos. Pese a los crecientes cantos de sirena de clubes profesionales, la formación se llevó a cabo de principio a fin en la Academia Canterbury. Aunque jugara una Minicopa con el Gran Canaria (2015) o participara en el torneo junior de la Euroliga con el Barça (2018), el joven Santi siempre fue un ‘Lion’. Allí forjó los tres pilares que fueron claves en su llegada a Memphis: el académico, siempre prioritario; el del idioma, pues en Canterbury se estudia en inglés; y, obvio, el del baloncesto, con un enfoque holístico que le llevó incluso a jugar como exterior creativo, evitando que un físico excelente se convirtiera en condicionante y le obligara a no salir de la zona.

En el verano de 2019 las miradas apuntaron a la localidad griega de Volos, donde Aldama explotó. Fue tal su dimensión que resultó una sorpresa incluso para sus propios compañeros de selección, que sabían del potencial pero que no lo habían visto aún a tal nivel de excelencia y dominio. MVP del Eurobasket u18 y líder de una España campeona, en la que triunfó junto a Usman Garuba, acaso premonición del draft en el que ambos serían elegidos, con apenas minutos de diferencia, dos años después.

Aunque para presagio certero, el de una figura clave en tan especial proceso. Días antes del inicio del torneo, Ivo Simovic había enviado un whatsapp a Aldama con los retos a conseguir en tierras helenas. “Ganar el oro y ser el MVP”, pidió el técnico serbio, formado en Estrella Roja, con extenso pasado en Torrelodones y por entonces ya asistente de Tavaras Hardy en la Universidad de Loyola-Maryland, cargo que hoy mantiene. El entrenador, que apareció en la historia -con la mediación de Anicet Lavodrama- precisamente en aquella Minicopa que el canario jugó con el ‘Granca’, era ya por entonces alguien de la máxima confianza de los Aldama.

Los descollantes 18 puntos y 7,6 rebotes que el canario firmó en Volos no iban a variar ni un ápice el guion establecido, pese a que a partir de entonces el plano mediático del chico fuera mayor. Resultó aquel, claro, un verano intenso, con múltiples ofertas de equipos profesionales de todo el Viejo Continente, pero la decisión de los Aldama para el siguiente paso estaba tomada… Desde un año antes. Fue en junio de 2018 cuando la familia cruzó el charco para visitar en Baltimore la Universidad de Loyola-Maryland, una ‘Mid-major’ (División 1 y muy prestigiosa académicamente, pero no perteneciente a las cinco grandes conferencias de la NCAA) que embelesó al hoy jugador de los Grizzlies. Apenas dos horas de visita le bastaron para tener claro que su futuro pasaba por jugar con los ‘Greyhounds’. Y el mantenimiento de la palabra dada, pese a todos los cantos de sirena recibidos, volvió a demostrar el sentido común de todas las decisiones de un camino que el tiempo ha demostrado como perfecto.

Como MVP u18 a Santi Aldama le sobraron propuestas, de acá y acullá, de clubes y universidades con mucho más historial deportivo que Loyola. Pero la elección llegó sin artificios. El de Baltimore era un centro donde no solo podría progresar en sus estudios de Administración de empresas, sino en el que, en la cancha, iba a ser el protagonista desde el primer momento. Dos aspectos prácticamente incompatibles en España, y una mezcla que, con el empujón anímico del reciente Eurobasket -la demostración de que sin duda podría jugar a alto nivel-, formó un perfecto caldo de cultivo. De ahí que, cuando Simovic, de nuevo, mensajeó a quien acababa de recibir el trofeo de MVP en Grecia, la respuesta fuera definitoria de su ambición: “Esto ya está, ahora a por el siguiente objetivo. Hay que ganar la Patriot League”. En plena celebración, en la mente del canario ya estaba hacer algo grande con su nuevo equipo.

Pero no era oro todo lo que relucía: Aldama llevaba años jugando con dolor en la rodilla derecha debido a una calcificación del tendón rotuliano. Desde los 14, concretamente, y hasta que el suplicio se volvió casi insoportable justo en el triunfal Eurobasket de Volos. Allí Javi Zamora, seleccionador nacional, se las tuvo que apañar para que su referente en la cancha mantuviera la forma entrenando lo justito. Cuentan que prácticamente no podía andar tras los partidos, pese a que en la cancha se viera otra cosa radicalmente opuesta. Y aunque se confiaba en que el descanso veraniego aliviara las molestias, tras solo una semana en Baltimore, Aldama cayó desplomado al suelo en una entrada a canasta, presa del dolor.

Días después se tomó otra decisión trascendental. Cuando el equipo médico expuso al español las opciones para tratar su rodilla, la elección fue tajante: “La que me quite el dolor para siempre”, exhortó. Por mucho que supusiera pasar por el quirófano y varios meses de baja en su primer curso en Estados Unidos. Y el resultado fue el deseado. Meses más tarde, en una entrevista en ‘Tirando a Fallar’, Santi Aldama reconocía que le había supuesto una “sensación rarísima” la de jugar “sin dolor, por mucho que no estuviera al 100%”. No era para menos, tras un lustro con molestias, había interiorizado tal angustia como normal. Hoy no queda nada del martirio que en Grecia alcanzó su máximo apogeo. Otra inversión en sentido común, aunque acabara aquella campaña jugando con un dedo roto, por cierto.

Y así, el segundo año en Loyola, una vez superados los dolores y la incertidumbre pandémica, fue descollante. Pasó de anotar 15’2 puntos a 21’2. De meter un 21’7% de sus triples a un 36’8%. De capturar 7’6 rebotes a coger 10’1. Y convirtió a los ‘Greyhounds’ en un equipo competitivo, que se quedó fuera del ‘March Madness’ en el último partido, cayendo ante Colgate en la final de la Patriot League. Objetivos individuales y colectivos que se habían marcado al inicio de la temporada, y que le llevaron a firmar unos números históricos en la NCAA. Tanto, que se convirtió en el cuarto ‘uncerclassmen’ (jugador aún no en edad senior) en veinticinco años en promediar más de 20 tantos, 10 rechaces y un triple por encuentro. Los otros tres fueron Carmelo Anthony (Syracuse, 2003), Kevin Durant (Texas, 2007) y Michael Beasley (Kansas State, 2008). Casi nada al aparato.

De modo que la puerta de la NBA, el gran sueño, se abrió de par en par. Mientras Santi Aldama lideraba a su equipo, el proceso se hizo imparable, acumulándose todo tipo de llamadas a su entorno para recabar información. Casi todas las franquicias aparecieron en algún momento para preguntar por quien seguía siendo, en cierto modo, un gran desconocido en su país. Tal fue el interés de al menos una decena de ellas que pronto se hizo evidente que Adam Silver pronunciaría el nombre del canario en algún momento de la noche del 29 de julio de 2021. Tanto como para que no se viera como imprescindible hacer la clásica gira de ‘workouts’ por el país, y centrarse en la mejora individual en Baltimore durante dos meses de intenso trabajo junto a Ivo Simovic. Otra vez a contracorriente, otra vez tirando de normalidad. No había garantías, pero tampoco dudas de que la etapa en Loyola había terminado, así que a Santiago Aldama Toledo le tocó también en esas semanas, por primera vez, buscar una agencia de representación cuando ya la NBA llamaba a sus puertas.

Definitivamente, el camino de este talentazo canario llamado a sostener a la selección española del futuro no estaría en el centro de la campana de Gauss, quizá porque sus decisiones siempre se tomaran sin ningún tipo de alharacas.

Entrevista con Santi Aldama: «Lo tengo claro. Mi sueño es la NBA» Hablamos con el gran talento español

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