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Reportaje: Generación Space Jam: La película que hizo soñar a una juventud con que podían volar

Reportaje: Generación Space Jam: La película que hizo soñar a una juventud con que podían volar

Space Jam. La película que hizo soñar a una juventud con que podían volar fue también la que nació fruto de un anuncio de televisión. Un éxito de taquilla, rechazado por actores de primer nivel, que propició algunos de los mejores partidos informales entre estrellas de baloncesto. Una manera lunática de explicar la vuelta de Michael Jordan a las canchas.

Space Jam

Space Jam

 Unir a dos referentes mundiales de disciplinas con poco o nada en común no es sencillo. Por agendas, por cachés, por ego… Podemos suponer que todo esto no fue un bache importante a la hora de construir la colaboración Michael Jordan – Buggs Bunny. A pesar de convertirse en uno de los binomios más icónicos del cine infantil de los 90, resultó incómodo para más de uno que les rodeaban. Gente cercana al estudio cinematográfico que no compartía que el conejo más famoso de la televisión necesitase la ayuda de un mortal. Tampoco lo pusieron fácil los actores de carne y hueso. Joe Pytka, director de la película, manifestó en varias entrevistas tiempo atrás que el castin para Space Jam no fue sencillo. De hecho, en un principio el papel de Bill Murray estaba delimitado al partido de golf junto a MJ y Larry Bird. Cuando fue testigo de cómo Pytka mezclaba animación e interpretación real su papel creció. «Escribimos un par de escenas adicionales para él al final de la película, cuando vuelve para el partido de baloncesto», señalaba el director en 2016 en una entrevista para Entertainment Weekly. Pese a todo, no había mucho interés en compartir cartel con un dibujo animado y un atleta. Seguramente dos de las personas más populares en sus respectivos universos. Tampoco ayudó que fuera una película de animación. Sin embargo, esta no iba a ser la primera vez que Jordan y Bunny coincidiesen delante de las cámaras. El embrión de Space Jam fue un anuncio de un minuto que se emitió durante la Superbowl de 1993. Tres años antes del lanzamiento de la película. La estrella de los Bulls y el emblema de Warner Bros se enfrentaban en la cancha a abusones de carne y hueso. «Este podría ser el inicio de una hermosa amistad», así cierra Buggs Bunny el spot. Retirada del baloncesto y el ya célebre «I’m back», mediante, lo fue. Una amistad que sirvió para contar, de otra manera, el periplo de la estrella de los Bulls como jugador de béisbol y su regreso a la NBA motivado por su experiencia en el mundo de los dibujos animados. De vuelta a la realidad hubo un problema. Orlando Magic se encargó de poner un final, y no de película precisamente, a la primera temporada en la que Jordan volvía a la liga. “El número 45 no es el número 23”, comentó tras la victoria de los Magic Nick Anderson. Space Jam se iba a rodar en verano, tiempo que los jugadores aprovechan para entrenar y prepararse físicamente para la siguiente campaña. Jordan no había vuelto para estar de paso y actuar y entrenar a la vez parecía imposible.

EL JORDAN DOME

Space Jam y el Dome

La solución. Una carpa blanca gigante en Space Jam. Dentro, Tim Glover, entrenador personal de Michael Jordan y una cancha de baloncesto importada de la Universidad de Long Beach State. Aire acondicionado y vestuarios. Completaban la instalación todo tipo de máquinas de gimnasio y boxeo, un salón con sofás y televisión, un hoyo para practicar golf, una mesa de casino y unos grandes altavoces para poner música. Todo lo necesario para que Michael se sintiese cómodo. Y, en cualquier parte de estas instalaciones, Patrick Ewing, Charles Barkley, Reggie Miller, Grant Hill, Juwan Howard, Dennis Rodman, Tim Hardaway, Chris Mullin, Rod Strickland, Gary Payton, Charles Oakley, Cedric Ceballos, Tracy Murray y, de vez en cuando, hasta Magic Johnson. Todo lo necesario para que Jordan se volviera a sentir la estrella del baloncesto que fue. 10.000 dólares a la semana se gastó el estudio para mantener el denominado Jordan Dome. Por la mañana a actuar, pero las tardes eran, sin excepción, para el baloncesto. Con una rutina diaria muy marcada. A las siete de la tarde, partidos a siete puntos, en los que todas las canastas valían un punto y cada uno pitaba sus propias faltas. Tras horas de baloncesto de alto nivel muchos se quedaban a trabajar técnica individual en las instalaciones, incluido Michael pese a que a las cinco o seis de la mañana tuviese que estar listo en el set de rodaje. Baloncesto de alto nivel y Hollywood. Estrellas como Halle Berry, George Clooney o Will Smith no se lo quisieron perder. Era la atracción principal de la ciudad. Y lo era por no consistir en pachangas a medio gas. «Mi objetivo en esos partidos era buscar algún punto débil del que poder aprovecharme cuando nos encontrásemos en la temporada regular o en los playoffs, comentó Reggie Miller en la revista SLAM. «Todo el mundo quería jugar y ver si Michael iba en serio», añadió en la misma publicación Tim Hardaway.

«Verdaderamente era así. Iba en serio con lo de volver a jugar, ser otra vez él mismo y ganar otro three-peat. Era su objetivo y lo consiguió. Además, creo que quería ver si todavía seguía siendo el mejor o si realmente había alguien que podía plantarle cara». No se trataba de una manera de publicitar la película. El propio Jordan lo reafirmó en el documental The Last Dance. Nivel de competitividad, Michael Jordan. Los participantes en esos partidos recuerdan un nivel de trash talking muy superior al de cualquier partido profesional. “Aclarado de Michael frente a Cedric Ceballos (jugador de Los Angeles Lakers por entonces), rememora Kris Johnson, compañero de equipo de Michael Jordan en esa pretemporada tan atípica. «Jordan con la pelota, tirando fintas a la cara de Ceballos, preguntándole por qué llevaba ese número. Diciéndole que no volviese a llevar su número, el 23 tras machacar sobre él». Algunos actores quisieron probar suerte pensando que MJ sería más benévolo con ellos. «Sal de una p*** vez de la cancha». Es lo que recuerda Keith Gibbs que el ’23’ le dijo tras anotar una canasta desde más de diez metros. La lengua fuera, la pierna ladeada, puro Michael Jordan. No estaba allí de cara a la galería. Aunque jugase de vez en cuando unos contra unos contra el director de la película. «No podía esperar a que empezase la temporada 1995-96», dijo Jordan. «Sabía que mi nivel había regresado por todo el trabajo que hicimos. Me sentía como un niño saliendo de la universidad con algo que demostrar». No solo los profesionales contribuyeron a recuperar la mejor versión de His Airness. El equipo de la universidad de UCLA que ganó el título de la NCAA en 1995 también fue invitado al Jordan Dome tal y como recuerda Johnson, por aquel entonces sophomore de los Bruins en Los Angeles Times. «Michael no estaba jugando de manera diferente a como jugaría con Scottie Pippen. Michael es muy duro contigo y, si no tienes la fortaleza mental para lidiar con eso, te romperás, como jugador y como persona. Se necesita una persona fuerte para lidiar con Mike. Se metía conmigo. No era, «oh, solo eres un estudiante de segundo año en UCLA». Un máster acelerado tras el que pasó de anotar 12 puntos por partido a ser el líder anotador de su universidad e irse a los treinta puntos en dos ocasiones.

La alta competitividad daba sus frutos, pero esa seguía siendo la casa de Michael Jordan y Don MacLean tomó buena nota de ello. Jugó nueve temporadas en la NBA y lideró la tabla de anotadores de la histórica conferencia universitaria Pac-10. Una noche, defendido por Jordan, anotó dos tercios de los puntos de su equipo y la canasta ganadora del último partido del día. «Gracias por venir, asegúrate de volver», le dijo Michael según recoge ESPN en un artículo especial sobre los partidos que se disputaron en el Jordan Dome. Todavía en caliente, Jordan estaba preparando su venganza. Varias semanas más tarde MacLean volvió a aparecer. Jugó el primer partido de la noche. Jordan atravesó la pista y comenzó a defenderle. No le dejó tocar ningún balón en todo el partido. Por mucho que lo intentó, no le permitió recibir ni una sola vez. No hay partidos desenfadados de verano si dos semanas antes te exhibiste ante Michael Jordan. De estos partidos los Bulls no solo recibieron un Jordan en forma y motivado. Según Pytka, tuvo un papel importante para que Dennis Rodman aterrizase en Chicago. «Dije, ‘¿por qué no habéis ido tras Dennis Rodman?’ Dijo algo sobre que no sabía si podía jugar con Dennis. Le dije: ‘Mira, el tipo no lanza a canasta, se centra en la defensa, rebotea y no se interpone en tu camino. Deberías ir tras él’. Esa noche Dennis Rodman estaba en un hotel de Beverly Hills con Michael e hicieron el trato ese lunes».

 PULP FICTION, MADONNA Y UN RECADO A WALT DISNEY

Dentro de Space Jam

Gracias a sus numerosas apuestas por el cine infantil, Pixar ha abierto un debate sobre a quién van dirigidas muchas de sus películas de animación. En 2021 nos parece una práctica habitual la de ser partícipes de guiños escondidos en las películas para los más pequeños. En esto también fue pionera Space Jam. Hay numerosos detalles que pasan desapercibidos incluso para los más mayores. En plena remontada de los Looney Tunes, Elmer Fudd y Yosemite Sam, pistolas en mano, aparecen vestidos de traje y gafas de sol en un guiño a la película de Quentin Tarantino, Pulp Fiction. Más sibilina es la referencia dedicada a la competencia: Walt Disney. «Tendría que ser una organización tipo Mickey Mouse para ponerle a su equipo ‘Los Patos'». Palabra de Buggs Bunny que contesta así al Pato Lucas tras su sugerencia de nombre para el equipo. Palabra de Warner Bros en referencia a Los Patos Poderosos de Disney. La película, estrenada en 1992, sobre un equipo de hockey hielo infantil.

Más de animación: uno de los cameos más sonados del largometraje es el de Dan Castellaneta. Quizás por este nombre no resulte tan familiar, pero es el encargado de poner voz a la versión americana de Homer Simpson. Aparece sentado en el Madison Square Garden al lado de un bulto con gabardina que resultan ser los pequeños extraterrestres que roban las aptitudes de los mejores jugadores de la NBA. Charles Barkley, Patrick Ewing, Shawn Bradley, Larry Johnson y Muggsy Bogues son, sin quererlo, el alma de los ‘Monstars’, el equipo al que se enfrenta Michael Jordan y compañía. Un quinteto de lujo encargado también de protagonizar varias escenas dirigidas al público adulto. Su visita a una pitonisa o la secuencia en la que intentan lidiar con su repentina pérdida de energía a través de médicos y psicólogos son ejemplos claros. Con el tema «Basketball Jones» de Barry White sonando de fondo. Una canción llena de referencias a luchas de la vida real, escándalos, cotilleos de famosos de la época. Momento en el que somos testigos de cómo el gigante Shawn Bradley asegura  desde el diván que tiene otras cualidades. «Puedo volver a la jungla y volver a ser misionero». Una referencia a los dos años que pasó como misionero mormón en Australia antes de ser reclutado para la NBA. A la religión también se quiso abrazar Charles Barkley para volver a ser el jugador de baloncesto que en la película ya no era capaz de ser. «Prometo que no me volverán a pitar una técnica, que no diré palabrotas, que no saldré con Madona otra vez», reza el exjugador de Phoenix Suns en una iglesia. A principios de los 90 circuló el rumor de que tenían una relación. Barkley cargó contra la prensa del corazón norteamericana al entender que fueron los culpables del ataque al corazón que sufrió su suegra en 1993.

A pesar de buscar el entretenimiento de grandes y pequeños. De ser la película de baloncesto con más ingresos en taquilla y tener una de las bandas sonoras de mayor éxito, la crítica fue muy dura. «Es una niñera de la pantalla grande», publicó el New York Times que añadió sobre su argumento: «todos se trata sobre el arte de vender». El Washington Post fue algo más duro asegurando que Pytka había dirigido «una mala película y cinco mil anuncios de televisión». Aunque la película sea el reflejo de muchas juventudes, no puede obviarse su vertiente comercial. La que roza todo menos lo sutil en la escena que protagoniza Stan Podolak, publicista de Michael Jordan, cuando le recoge en casa para llevarle a un partido de béisbol: «Vamos, Michael. Es día de partido. Ponte tus Hanes (calzoncillos), átate tus Nike (zapatillas), coge tus Wheaties (cereales) y Gatorade (bebida energética) y cogeremos un Big Mac de camino al estadio». Publicidad del todo menos encubierta. Marcas con las que Jordan tenía acuerdos publicitarios en el momento. Criticable o no, se estima que Space Jam ha generado unos ingresos de unos seis mil millones de dólares solo en merchandising.

Space Jam no solo es la película que marcó la infancia de millones de aficionados al baloncesto. Warner Bros construyó la sala más exclusiva del baloncesto mundial durante el verano del 95. El centro de entrenamiento al que todos querían acudir. El laboratorio donde Michael volvió a ser Jordan. La antesala de la histórica temporada del 72-10 y el posterior three-peat.

Space Jam

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