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Una nueva NBA: Así ha cambiado la liga durante este verano camino a la 25/26

Una nueva NBA: Así ha cambiado la liga durante este verano camino a la 25/26

Los efectos del último lockout de la NBA en el año 2012 abrió una nueva era para la liga estadounidense. No solo fue la victoria final de David Stern, siendo los grandes beneficiados los propietarios, sino que puso fin a casi 20 años de disputas entre sindicatos y patronal. El periodo inmediatamente posterior inauguró una suerte de Pax Romana donde se alcanzaban rápidos acuerdos entre ambas partes y se remaba en la misma dirección. En ese sentido, el talante conciliador de Adam Silver facilitó enormemente las cosas, solventando sin problema alguno las distintas renovaciones del CBA hasta 2023.

Así hasta llegar al presente convenio colectivo, uno que ha trastocado notablemente la manera de entender la NBA, así como la manera de actuar de franquicias y agentes. En resumidas cuentas, las actuales reglas del juego han supuesto la implementación de un límite salarial duro, una mejora de las condiciones de las grandes estrellas así como facilitar la capacidad de un equipo de renovar a sus propios jugadores sin que estos salgan al mercado. Esto ha dado pie a una situación algo extraña este verano, la cual ya dio signos en 2023 y 2024, pero que este año se ha intensificado: la minimización de la agencia libre.

Esta es una nueva NBA. Si bien la agencia libre, salvo contadas excepciones, nunca ha supuesto un momento de grandes cambios, el nuevo convenio colectivo ha reducido su impacto notablemente. Las franquicias difícilmente pueden abrir espacio salarial para incorporar jugadores sin contrato o bien hacer operaciones en sign&trade. En su lugar han priorizado la extensión de estos aprovechando la nueva normativa al respecto. Eso ha terminado por afectar también a los grandes agentes libres restringidos, que en el pasado despertaban un importante interés, pero que este año han debido esperar mucho tiempo para alcanzar acuerdos positivos.

Pero la razón no reside fundamentalmente en esa libertad, sino más bien en el miedo a perder ese espacio salarial que ocuparía ese contrato. ¿Por qué? Fundamentalmente por el efecto de los llamados aprons, que no son otra cosa que umbrales de gasto con sus restricciones particulares. La temporada 2024-25 ha sido la primera en la que se han empezado a sentir los efectos de las divisiones dentro del impuesto de lujo, lo cual ha dado pie a una suerte de histeria colectiva en algunos casos y en otros se ha traducido en una profunda reconstrucción económica de sus recursos.

Así, las oficinas de las franquicias, conscientes de la necesidad de mantenerse por debajo de los aprons a la vez que retenían la mayor cantidad de contratos posibles ha reducido a la mínima expresión la agencia libre. La razón subsiguiente reside en que con esos contratos aspiran a posteriormente tener la capacidad de realizar traspasos para mejorar la plantilla. Ese espacio entre la élite y el fondo de la liga es un purgatorio que la mayor parte de equipos buscan evitar. La NBA es una competición de extremos y la nueva era que se ha abierto va a intensificar este carácter.

El resultado de la aplicación de estas reglas ha trastocado el anterior equilibrio de fuerzas en la NBA que, sumado a las lesiones de algunas estrellas y otros aspectos da lugar a un periodo de incertidumbre total sobre la cancha.

Las rebajas de verano

Desde el final del Game 7 de las Finales hasta el cierre de este número un total de 73 jugadores han sido parte de un traspaso, incluyendo un intercambio a 7 bandas, el mayor de todos los tiempos. La salida de Kevin Durant de los Phoenix Suns supuso el pistoletazo de salida para la demolición del proyecto. Viendo que la alargada sombra de los aprons se avecinaba sobre ellos movieron ficha.

Durant, la noche del Draft, movimientos de contratos secundarios y el broche final con el corte de Bradley Beal y el reparto del pago de su salario de 96,1 millones de dólares en los próximos 5 años. Una serie de operaciones que ha supuesto una reducción de aproximadamente 67 millones en salarios, pasando de una proyección de 254 a 187. Solamente con el corte de Beal, la propiedad se va a ahorrar cerca de 200 millones de dinero real por las sanciones y multas contempladas por el convenio colectivo.

Una situación similar a la de los Boston Celtics, los cuales ya se esperaba que fuesen activos en el mercado de traspasos este verano, pero que la lesión de Jayson Tatum hizo más evidente y acuciante. Salieron Kristaps Porzingis y Jrue Holiday traspasados para hacerse con nombres menos llamativos pero con contratos más amigables, dando una mayor flexibilidad a Brad Stevens. Una reformulación completa de la plantilla campeona en 2024 fruto no solo del nuevo contexto económico, también de una serie de catastróficas desdichas.

Y es que hay que tener una cosa en cuenta a la hora de aproximarse al actual CBA. Este convenio colectivo, con sus aprons, reglas y restricciones no significa el fin de los superequipos, de los grandes transatlánticos de salarios. Más bien lo que busca es disuadir a quienes no están en disposición de serlo a la vez que aspiran al anillo. Es decir, la motivación es evitar que los dueños sean presos de su propio desconocimiento del juego. Salvarles de sí mismos.

El caso de los Celtics es muy representativo. En caso de que Tatum no se hubiera lesionado, que Brown y Holiday hubieran llegado sanos a Playoffs y todo acabase con ellos levantando el Larry O’Brien es probable que los cambios hubieran sido menos drásticos y el gasto fuese relativamente similar. El éxito sostenido es lo que todos aspiran a conseguir en la NBA y detectar cuándo ese barco ha zarpado no es tan sencillo y evidente como parece. Darse cuenta a tiempo es lo que distingue a una gran organización del resto.

Incertidumbre y, ¿el inicio de una dinastía?

Siete años. Ese es el lapso de tiempo que lleva la NBA sin ver a una franquicia repetir campeonato dos temporadas seguidas. Por el camino ha habido muchos que lo han intentado sin éxito. Los Lakers en 2021, Nuggets en 2024, Celtics en 2025… Esta liga vive el mayor momento de alternancia en el poder desde principios del siglo XXI donde entre el título de 2003 de los Spurs y el de los Lakers en 2009 ningún conjunto repitió cima. En el horizonte queda lejos el hiato comprendido entre 1969 y 1988, el mayor de todos los tiempos, pero sí da pie a una lectura muy particular de la situación.

Las dificultades para mantener bloques unidos durante mucho tiempo y la enorme exigencia física del juego actual explican en gran medida la imposibilidad que han encontrado los diferentes campeones para mantener el éxito de manera sostenida.

Los Oklahoma City Thunder son el siguiente equipo en la lista llamados a tener que afrontar dicho reto. Y lejos de dormirse en los laureles, Sam Presti ha abogado por mantener el bloque a futuro. Sus tres pilares seguirán bajo contrato hasta 2030, con el consiguiente desembolso económico, cuyas cifras son todavía tentativas pero que podrían superar los 800 millones en salarios sólo entre Shai, Holmgren y Williams en ese tiempo.

La apuesta de OKC por dar continuidad a la plantilla campeona contrasta con la realidad del resto de la liga. Las lesiones de Tatum, Haliburton, George y Embiid dejan un escenario realmente incierto en una pobre Conferencia Este donde se espera que Cavs, Magic, Knicks y Pistons sean los grandes protagonistas.

Un contraste notable comparado con el otro lado del mapa, en el cual emergen los aspirantes Rockets, unos reforzados Nuggets, los jóvenes Spurs y los intrigantes casos de Mavs y Lakers. La paradoja es que mientras el Oeste no para de reforzarse, aumentando el nivel medio, en el Este pocos parecen estar en disposición de superar las 40 victorias en fase regular.

Y si Giannis hace las maletas de Milwaukee, este lado del cuadro puede quedarse todavía más vacío.

La conquista de América

La temporada 2024-25 fue la primera desde la 2002-03 donde solamente hubo un jugador español en la NBA. Una anomalía que puso fin a la época de mayor esplendor del baloncesto nacional en la liga estadounidense, la cual llegó a tener 10 en el año 2017. Un hecho que cambiará notablemente esta campaña.

La elección de Hugo González con el pick 28 por parte de los Boston Celtics garantiza la presencia de un segundo español que acompañe a Santi Aldama en la noche inaugural. Se espera que el ex del Real Madrid vaya ganando importancia conforme avance la campaña en un conjunto verde que vivirá un relativo proceso de reformulación a lo largo de este año y del cual se espera que pueda crecer poco a poco.

Junto a González estará también su ex-compañero Eli John Ndiaye, quien firmó un contrato dual con los Hawks. Una particularidad que le convierte en jugador NBA con un cierto asterisco, quedando limitado a 50 partidos y formando parte, en la práctica, del conjunto afiliado de G League. Es difícil predecir cuál será el rol y las oportunidades de Ndiaye dado el contexto de Atlanta, pero históricamente han sido una franquicia que ha usado bastante a sus two-way.

De fondo, la renovación de Santi Aldama con los Grizzlies hasta 2028 por 52,5 millones, lo cual garantiza que el canario seguirá en la liga con un rol importante y la confianza de un proyecto prometedor como el de Memphis.

El futuro de los españoles en la NBA invita al optimismo, más teniendo en cuenta los que están por llegar, cuyo número seguramente crecerá de octubre de 2025 a 2026.

Artículo originalmente publicado en la revista número 1559 correspondiente a agosto de 2025

Foto: Getty Images

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