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Lucha de titanes por alcanzar la Final Four

Lucha de titanes por alcanzar la Final Four

En solo 4 días se decidirán los cuatro integrantes de la gran cita de Minneapolis

16 equipos a dos partidos de la gloria. La lucha final por el título en la fría Minneapolis está ya a la vuelta de la esquina en una NCAA que busca a un nuevo rey. Y la batalla por visitar dicha ciudad será salvaje, ya que los 12 mejores equipos de la competición han sobrevivido a la intensidad de la primera semana de competición. Duke, Virginia, North Carolina, Gonzaga, Tennessee, Kentucky, Michigan State, Michigan, LSU, Purdue, Houston, Texas Tech, Florida State, Virginia Tech, Auburn y la sorprendente Oregon. ¿Quién se atreve a descartar a alguno como candidato? ¿Quién osa aventurar una posible debacle de alguno de ellos? Bienvenidos a la jungla.

La fortuna salvó a Duke del gran fracaso. Y los Blue Devils, sin sus mejores sensaciones, ya no parecen el equipo casi imbatible de antes. Zion Williamson está aguantando un proyecto que parece, por momentos, despedazado y sin frescura. Los de Krzyzewski afrontarán ahora el momento de más exigencia y podrían no estar tan preparados para ello como sería realmente necesario. Williamson aparte, los cimientos de esta Duke siguen temblando y sólo la explosión de un actor secundario como Tre Jones o Cam Reddish (reducido ya a ese rol) puede evitar la caída de un equipo en clara regresión. Para Duke, cada tiro abierto desde el triple (excepto en las manos de Reddish) es como una visita al dentista. Ha mostrado una gran debilidad mental. Y no es momento para dejar heridas al aire ante rivales que huelen sangre.

En cambio, Virginia y North Carolina llegan a esta segunda semana en un estado totalmente contrapuesto a los de Durham. Los de Tony Bennett han superado ya la losa mental de UMBC y empiezan a funcionar como la perfecta maquinaria que se les supone que son, con Ty Jerome en el timón y el imponente DeAndre Hunter como engranaje esencial e insustituible. Y los de Roy Williams no han hecho más que confirmar su aspiración a todo. Coby White, Nassir Little, Luke Maye y Cameron Johnson se han convertido en cuatro puñales capaces de atravesar hasta la armadura más indestructible.

Sin embargo, esto no es cosa de tres. Podría ser este el año definitivo de Gonzaga, que parece haber encontrado en Brandon Clarke (¡35 puntos en segunda ronda y un 70% de acierto!) esa pieza esencial para, esta vez sí, soñar con el título. Sin un Rui Hachimura especialmente descollante, los de Mark Few parecen estar en progresión, con tiradores afinados (Zach Norvell y Corey Kispert) y una defensa insuperable especialmente cerca del aro.

Michigan y Tennessee también aspìran a alcanzar la F4. Los Wolverines han vuelto a ser una de las defensas más eficientes del país y cuentan con talentosas amenazas ofensivas (incluso alguna por acabar de explotar como Ignas Brazdeikis), aunque no parecen alcanzar el nivel de solidez de unos Volunteers que apuntan incluso a cortar las redes. Pese al susto final ante Iowa (desperdiciaron más de 20 puntos de ventaja en una segunda mitad de auténtico colapso), los de Rick Barnes han mostrado ya todas sus armas, liderados por un Admiral Schofield extraordinario, y serán, posiblemente, el rival más difícil de batir en este próximo fin de semana.

A partir de aquí, las candidaturas se difuminan. Pero estamos en el mes de marzo, en el que todo es y puede ser realidad. Kentucky y sus jóvenes talentos como Keldon Johnson. Cassius Winston como líder de una Michigan State de gran oficio. El sobresaliente talento de Jarrett Culver (Texas Tech) o Carsen Edwards (Purdue). La capacidad de superación de una LSU con muchos puntos. La confirmación de la revelación del año en una coral y veterana Houston. La rudeza y exuberancia física de Florida State. La versatilidad y envergadura de Virginia Tech. La explosión anotadora de Auburn. O incluso, la ilusión y falta de presión de una Oregon dispuesta a alargar su sueño. ¿Cuál será la gran historia de este March Madness? ¿Cuál de ellos será el invitado inesperado al gran baile final? ¿Quién romperá la aristocracia de este curso? Ya no importa el camino recorrido. Ahora, sólo es cuestión de hoy. Dos partidos. 80 minutos. El paraíso de Minneapolis, la anhelada recompensa.

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