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Michigan State acaba con el sueño de Duke y Zion Williamson

Michigan State acaba con el sueño de Duke y Zion Williamson

Los Spartans del maestro Tom Izzo y Auburn, que derrotó en la prórroga a Kentucky, completan el cuadro de la gran Final Four de Minneapolis del próximo sábado 6 de abril.

Michigan State (#2) 68 – Duke (#1) 67

Game over. Termina una temporada icónica. Un año monopolizado por un jugador sobrenatural cuya ambición competitiva y espectáculo han trascendido incluso fuera del mundo del deporte. Zion Williamson finalizó esta pasada noche su paso por el baloncesto universitario. Ni él, ni sus compañeros RJ Barrett y Cameron Reddish (que regresó tras perderse el encuentro anterior ante Virginia Tech) volverán a jugar, muy probablemente, con la camiseta de los Blue Devils. Es el fin de una era corta pero intensa y la confirmación, un año más, de que sólo con talento no puedes alcanzar la gloria. El one-and-done, tan criticado y alabado a partes iguales, el primer gran derrotado de este March Madness.

Michigan State planteó un encuentro duro, de gran batalla interior y con Cassius Winston (20 puntos y 10 asistencias), su líder y timón, manejando el ritmo en todo momento. Los Spartans supieron resistir las embestidas iniciales de Zion y un inspirado RJ Barrett, que, con un parcial de 0-12, daban las primeras ventajas a los de Krzyzewski. Sin embargo, esta Duke está tan cimentada sobre el mismo Williamson, que cuando Zion se cargó de faltas, desapareció. Emergió Winston, emergió Tom Izzo. Y devolvieron el parcial. 13-0 y 34-30 al descanso. Un resultado que, viendo los otros enfrentamientos, no auguraba nada bueno (ninguno de los equipos que llegó por delante al descanso en las otras eliminatorias acabó ganando el partido).

Duke se vio en problemas y Zion Williamson (que acabó con 24 puntos y 14 rebotes) dió un paso más. El arranque de la segunda mitad del ala-pívot fue una demostración de poderío físico y hambre competitiva de un prodigio de la naturaleza que siguió ampliando sus ya numerosos highlights. 10 puntos seguidos devolvieron la confianza a una Duke que igualaba de nuevo el duelo antes de otro tramo final de infarto. ¿Sonreiría la fortuna, por tercera vez, a estos Blue Devils?

Una canasta imposible tirando de espaldas en el aire de Matt McQuaid y el matazo posterior de Xavier Tillman (19 puntos y 9 rebotes), posterizando a Javin DeLaurier, hacían presagiar lo contrario. Los de Izzo no estaban dispuestos a cometer los errores que dejaron fuera a UCF y Virginia Tech. Y aunque el mismo Zion y RJ Barrett (autor de 21 puntos) daban respuesta, un triple final del veterano Kenny Goins ante la enorme sombra de Williamson dejaba a Duke en un escenario desconocido. 39 segundos por jugarse. Y la diferencia, esta vez, era en contra.

El balón se movió por el perímetro ante la cerrada defensa de los Spartans, que no iban a permitir otra acción heroica de Zion Williamson. RJ Barrett se levantó desde el triple, el balón rebotó en el aro y antes de salir por línea de banda impactó en el cuerpo de Matt McQuaid. Otra oportunidad. Responsabilidad, de nuevo, para RJ Barrett. Penetración del canadiense y falta personal en la acción de tiro. La línea de tiro libre, la última bala. Y la perdición. Barrett falló el primer lanzamiento, intentó tirar a fallar el segundo, pero el balón, esta vez, decidió entrar. Duke necesitaba otro milagro. Y la pizarra de Tom Izzo no iba a permitirlo. Jugada magistral de despiste para dejar a Cassius Winston con el balón en campo ofensivo y liberado de defensores. 5, 4, 3, 2, 1 y la bocina final. Como cantó Mark Boyle para los Pacers en el famoso día de Reggie Miller en el Madison Square Garden, “Ding, dong. The witch is dead”.

Auburn (#5) 77 – Kentucky (#2) 71

Auburn desconoce el significado de la palabra imposible. La lesión de Chuma Okeke podría haber destrozado la moral del equipo en mejor confianza y forma de este March Madness. Perder al mejor jugador antes del partido más importante de la historia de la universidad hubiera matado a cualquiera. Pero estos Tigers están hechos de otro material. Y los de Bruce Pearl vivirán su primera Final Four, un éxito que ni el condecorado Charles Barkley (leyenda absoluta en los Tigers que hasta tiene una estatua en el campus) pudo celebrar en su día.

Kentucky sabía que, ante esta Auburn, debía evitar cualquier final igualado. Y pusieron gran parte de sus esperanzas en su claro dominio en la pintura, donde Reid Travis y, en especial, un omnipresente PJ Washington parecían imparables en los primeros minutos. Difícil era levantarse de este primer directo, pero estos Tigers, como buenos felinos, tienen muchas vidas. Los de Bruce Pearl recurrieron a la fe de su líder espiritual, el veterano Bryce Brown (24 puntos). Y este devolvió a Auburn al partido con una sucesión de aciertos impresionantes. Triples, suspensiones imposibles en stepback y penetraciones imparables para, incluso, acabar dejando a Auburn con un amenazador 56-50 a tan sólo 7 minutos del final.

John Calipari puso todas sus esperanzas en el todoterreno PJ Washington (extraordinaria exhibición con 28 puntos y 13 rebotes) y no se equivocó. Ya fuera atacando desde la línea de tres o tras recibir en el poste, el ala-pívot devolvió a los Wildcats al partido a base de garra y esfuerzo en un final embarrado y de poco brillo. 58-60 y un minuto por delante. Auburn respondería en la siguiente jugada con una decisiva penetración de Jared Harper. Y el balón ya no entraría más en la canasta, sentenciando los errores de Keldon Johnson y Horace Spencer (que tuvo triple para ganar) el destino del encuentro. Prórroga.

La juventud de Kentucky, una arma de doble filo que acabó sentenciando a los Wildcats. Los de John Calipari, que habían mostrado una entereza y frialdad impropia de su corta edad ante Houston, estuvieron a merced de su rival en un tiempo extra en el que no hubo debate. El pequeño y fugaz Jared Harper (26 puntos) se adueñó de esos cinco minutos y destrozó, una y otra vez, la defensa de unos Wildcats incapaces de dar respuestas a medida que los segundos iban pasando. Auburn cerró su aro como equipo y dejó su destino en manos de un héroe al que ya están tomando medidas para acompañar a Barkley en la inmortalidad. La primera Final Four tras 113 años de historia. Los Tigers, emblemáticos en fútbol americano, también quieren ser historia del baloncesto.

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