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Navarro y los JJOO: El verdadero señor de los anillos

Navarro y los JJOO: El verdadero señor de los anillos

Cinco participaciones, tres medallas y exhibiciones para la historia. Intrahistorias y repaso a un viaje apasionante de La Bomba

Cuentan algunas lenguas que de la concentración de los Juegos Olímpicos de Sydney, en 2000, nació el gusto de aquellos jóvenes talentos, Pau y Navarro, por la pocha. Un juego de cartas que acompañaría la trayectoria de la mejor generación del baloncesto español. El mecanismo del juego es relativamente sencillo: ves tus cartas, apuestas cuántas bazas te puedes llevar, se juega y cuentas. Fácil, pero muy competitivo por los componentes que tiene, entre los que se mezcla el azar, la valentía y la habilidad para manejar tus cartas en el mano a mano con los rivales. Como en la vida y como en el baloncesto. Unas características que casaban a la perfección con unos jovenzuelos audaces, con ganas de comerse el mundo empezando por una canasta. Cinco Juegos después, cuesta pensar en España, en unos aros olímpicos, y no hacerlo en Navarro.

No pensar en La Bomba valiente, desafiando a los principios establecidos, a los que visten de barras y estrellas y nos dejaron sin el oro. Simulando sus pasos en Pekín a modo de protesta o anotando delante de AllStars NBA, fueran Kobe Bryant o Kevin Durant. Cara a cara. Pero el verdadero valor de esos partidos fue hacernos soñar, pensar por unos minutos que estábamos ahí y que podíamos ganar. A ellos, a algunos de los mejores combinados del mundo. El destino de Juan Carlos Navarro le cruzó cinco veces con la cita olímpica, algo que sólo han conseguido en este deporte otros cuatro jugadores: Óscar Schmidt Becerra, Andrew Gaze, Teófilo Cruz y Teresa Edwards. La Bomba debutó en unos JJ.OO. muy joven, en Sydney’00; él y Raül López fueron los únicos Juniors de Oro que convocó Lolo Sainz. Y allí se empezó a forjar algo importante: fue el noveno jugador en minutos… y el tercero en anotación, sólo por detrás de Herreros y Johnny Rogers. No hay más preguntas…

ATENAS Y EL VUELO PRESIDENCIAL

Aquel día de Stephon Marbury. Lo recordarán muchos aficionados españoles. Entre él y Allen Iverson acabaron con la España de Mario Pesquera en cuartos. No había hecho un gran campeonato Marbury, pero ese día fue imparable. 31 puntos, 18 en forma de triples, aniquilaron a nuestra Selección, pese a los 29 puntos de Pau, los 19 de Calderón o los 17 de Navarro en el OAKA.

CON EL TIEMPO, LAS FINALES OLÍMPICAS ANTE USA COBRARÁN UN VALOR IMPAGABLE. DE SYDNEY’00 A RÍO’16, UN VIAJE APASIONANTE

Un 55% de acierto en tiros de tres firmó Estados Unidos en aquel partido. España acabó el campeonato ganando a China en un partido matinal por el séptimo puesto. Navarro estaba a punto de ser padre por primera vez y el por aquel entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, le invitó a volver en el avión presidencial para llegar al nacimiento de Lucía, su hija mayor.

¿EL MEJOR PARTIDO DE LA HISTORIA?

La narración de los Juegos de Pekín 2008 no es, honestamente, sencilla para ningún cronista. Un equipo dirigido por Aíto García Reneses, que suaviza el testimonio de otros protagonistas involucrados, en el que se habló de autogestión y de roles difusos en un ecosistema de convivencia que no fue fácil. Lo relata el periodista Luis Fernando López en su libro ‘Estos maravillosos años’, en el que recuerda las cenas de grupo en el restaurante Mare de Pekín. Allí hicieron piña tras 14 días y una primera fase con dudas. Y allí celebraron sus éxitos. Navarro, con problemas físicos tras su año en Memphis, sólo fue titular en dos partidos. Uno de ellos, la final. Para muchos, uno de los mejores partidos de la historia: 118-107 para los yankees, con 18 puntos de La Bomba. “Demostramos que podíamos ganarles”, dijo Navarro, que en Pekín se colgó la primera de sus tres medallas olímpicas.

SIN COMPLEJOS ANTE KOBE

Ya con Scariolo, segunda final olímpica consecutiva, otra vez a las puertas de la gloria. Muy cerca. Y Navarro nos dejó una de sus mejores secuencias. Ante una Selección USA que ahora, leída de carrerilla, impresiona: Chris Paul, Kobe Bryant, LeBron James, Kevin Durant y Tyson Chandler en el quinteto inicial, con tipos como Westbrook, Carmelo, Harden, Kevin Love, Iguodala o Anthony Davis en el banquillo. Ese día Navarro, que ya arrastraba esa maldita fascitis plantar que le torturó durante épocas finales de su carrera –se perdió dos partidos en esos Juegos-, enchufó 12 puntos en los cinco primeros minutos ante la defensa de Kobe. Al descanso España solo perdía por uno (5958) y Navarro ya llevaba 19 puntos, por 17 de Kevin Durant. Acabó con 21 puntos, tercer máximo anotador tras Durant (30) y Pau Gasol (24). “Es muy grande lo que hemos hecho pero nos daremos más cuenta con el paso del tiempo. Hemos estado en el partido 38 minutos pero esta gente es muy buena; te hacen un parcial de 10-0 y te ganan el partido”, dijo Navarro tras el duelo. A medida que pase el tiempo, estos duelos cobrarán un valor impagable. Una actuación inolvidable, una final legendaria y la segunda medalla olímpica de plata para La Bomba.

LEYENDA OLÍMPICA

El de Río fue el torneo en el que Navarro entró en la historia de los Juegos Olímpicos, con su quinta participación. Leyenda. España se volvió a cruzar con Estados Unidos, esta vez en semifinales, y esta vez tampoco pudimos con ellos: 76-82 con 9 puntos de Juanqui. Un campeonato muy exigente que acabó con un inolvidable abrazo para celebrar un peleadísimo bronce conseguido ante Australia. Su tercera medalla en unos Juegos y un precioso broche para la carrera olímpica de Navarro. La última parada de un maravilloso viaje que se inició dieciséis años antes, entre partidas de cartas y canastas, muchas canastas.

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