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Yo defendí a Navarro (o al menos, lo intenté)

Yo defendí a Navarro (o al menos, lo intenté)

Grandes jugadores hablan de la dificultad de defender a Juan Carlos Navarro y hablamos con el primero que lo defendió en la ACB

El primer defensor que tuvo que soportar a Juan Carlos Navarro en ACB fue Jorge Sanjuán, del Covirán Granada, un 23 de noviembre de 1997. La historia tiene su aquel porque Sanjuán, también formado en la cantera del Barcelona, había visto jugar ya a ‘La Bomba’ cuando no era casi ni ‘La Bombitay no levantaba tres palmos del suelo. “Cuando yo era cadete, tenía como compañero a su hermano Ricardo, y recuerdo a Juan Carlos, que tendría 7-8 años menos, salir en las medias partes de nuestros partidos a tirar a canasta. Iba con el balón a todas partes”, señalaba por aquel entonces a Gigantes Sanjuán.

Joan Montes, que semanas antes había sustituido a Manel Comas, puso sobre la cancha del Palau al imberbe Navarro cuando apenas tenía 17 años en un choque frente a los granadinos que acabó 99-75. Y no fue un estreno normal: en 10:43 en pista, jugando de base como relevo de Sasha Djordjevic, anotó 10 puntos (2/3 en tiros de dos, 6/9 en tiros libres y ni un triple intentado), provocando además cinco faltas. Su primera canasta fue un 2+1 a una leyenda como John Williams.

Ya hace unos años, Sanjuán regentaba en Barcelona una consultora que abrió unos meses después de aquel cruce de caminos con la futura leyenda nacional. “Me hizo gracia la situación, desde luego. Le saludé antes del partido porque le recordaba como hermano de Ricardo, que era un 3-4 que hacía mucho daño en ataque con un solo movimiento cerca del aro. Pero, claro, no tenía el talento del hermano pequeño”, cuenta. De Navarro destacaba sobre todo “el desparpajo que tenía, su atrevimiento para jugársela aunque fuese su primer día. Era un crío, pero nos desarboló totalmente”.

Fue la primera víctima de muchas que llegarían después. Si tu entrenador quería motivarte, o dejarte en evidencia, solo tenía que decirte ‘te toca defender a Navarro’. En eso han coincidido estrellas del ayer y del hoy que se enfrentaron cara a cara al ‘7’ de España y ‘11’ del Barcelona. Todos sufrieron enormemente ante un jugador intratable si entraba en estado de gracia.

Ilustres sufridores

A Alberto Herreros le ocurrió al final de su carrera, cuando las piernas ya no le respondían igual que la cabeza. Y es el primero en poner el ojo en una característica especial de JCN: ‘La Bomba’, su tiro genuino con el que se identificó tanto que se convirtió en su apodo, buscando un doble sentido. “Era un lanzamiento que no existía en Europa. Era fruto de su enorme talento, de una gran complejidad, pero sumamente efectivo”, recordaba el dirigente del Real Madrid, que llegó a coincidir en la Selección con alguien que le amargó como rival en el Barça. “Nunca tuvo que recurrir al físico exuberante que otros muchos sí necesitaron para destacar y marcar diferencias”.

Con Rudy Fernández se enfrentó en infinidad de ocasiones en la Liga Endesa. “‘Las ‘Bombas’ cada vez que entraba en la zona eran prácticamente imposibles de taponar. Si encontraba un resquicio para entrar en la pintura, y lo hacía con suma facilidad, sabías que eran dos puntos en tu contra”, destacaba Rudy. Pero, claro, sus habilidades no terminaban ahí: “Destacaría su enorme rapidez a la hora de armar el lanzamiento de tres puntos. Con muy poco espacio, en cualquier situación, te castigaba”.

Lo mismo le ha sucedido a Sergio Llull, siete años más joven que Navarro. El menorquín siempre ha dejado clara su admiración, y eso que durante un largo tiempo le impidió ser titular en la Selección. Son amigos de verdad. “Ha sido un jugador con mucha clase y un enorme talento. Fuera de la cancha es un gran tipo, de los que hace vestuario. Para mí ha sido un privilegio jugar con él en la Selección e intentar frenarle cada vez que nos hemos medido como rivales, que han sido muchísimas”, comentó. En cuanto a la experiencia de defenderle, también mencionó lo que sucedía con ‘La Bomba’: “Que un lanzamiento tenga su marca y se asocie con su nombre habla de lo grande que ha sido. Es una leyenda y, sin duda alguna, uno de los mejores de la historia del baloncesto europeo”.

Fernando San Emeterio recordaba que sentía “una motivación especial” cuando lo tenía enfrente porque era “mi ídolo”. Pero eso tenía un lado oscuro: “Pasaban unas jugadas y, vista la dificultad, al final prefería que le defendiese otro”, reconocía. ¿Cómo podías minimizarle? “Lo máximo que podías intentar era que no recibiera. Una vez que cogía el balón, tenía tal cantidad de recursos que no se le podía parar de forma contínua. Quizás podías hacerlo en un partido, pero a la larga te la liaba”. El jugador del Valencia Basket aportó una intimidad (“en los partidos no hablaba apenas, era bastante callado”) y, relacionado con ella, una anécdota. “En una semifinal copera, con Baskonia, en Vitoria, sí que dijo algo así como ‘ahora, ahora, ahora’. Yo le estaba defendiendo, pero nos hizo dos triples y una canasta decisiva todo seguido. Eso te habla de su capacidad. Vino a decir que el partido se iba acabar ahí… y se acabó”.

Aquello ocurrió en 2013, con 32 años y ya no tan dominante como antes. Como siempre, Lucio Angulo pone el punto irónico-humorístico al tema. “Recuerdo la primera vez que lo vi jugar en televisión. Setenta y pocos kilos, no me parecía que llegase al 1.90… y el narrador destacándolo y llamándolo a voz en grito ‘La Bomba’. Pensé: ‘Igual se han venido un poquito arriba con el apodo’. Y la primera vez que lo defendí me explotó en la cara”. Con el tiempo, el alero aragonés aseguraba que “cuando el entrenador te daba su scouting pre-partido… he leído libros más cortos. Solían resaltarnos sus puntos fuertes: rápido en pista abierta, tira bien con mucho rango, primer paso muy explosivo y así seguía y seguía… Al final convenías en que la única forma de pararlo era con kriptonita”. También puso el acento en su gusto por los momentos calientes, marcadores apretados al final de los encuentros: “Los americanos lo llaman el clutch time y en mi época de Selección española lo llamábamos ‘pásasela a Juanqui’”.

Respeto más allá de nuestras fronteras

El miedo que transmitía traspasó fronteras. El griego Vasilis Spanoulis así lo atestiguaba: “Era muy difícil defenderle porque podía anotar de muy distintas maneras. Tenía tanto talento que era impredecible. Sin duda, uno de los mejores jugadores ofensivos que ha habido en Europa”. Para el escolta del Olympiacos siempre quedará como un negro recuerdo aquella final del Mundial 2006 cuando él se quedó en 4 puntos en 32 minutos y Navarro hizo 20 en el mismo tiempo. Y España fue campeona en Saitama (47-70). Aquel partido también lo jugó (y perdió) Theo Papaloukas.“Siempre resultaba muy duro jugar contra él porque podía tirar o penetrar por los dos lados.‘La Bomba’ le daba una increíble ventaja y tenía una gran habilidad para sacar faltas”. Y ojo a lo que puedes leer a continuación, aunque no se da más detalles del asunto: “Jugamos muchas veces uno contra otro tanto en clubs como en la Selección, pero hubo una vez que estuvimos a punto de ser compañeros de equipo. Al final no se hizo, pero hubiese sido estupendo porque me hubiese hecho la vida más fácil tanto en defensa como en ataque”.

Para el francés Nando de Colo, referencia en el basket FIBA en su misma posición y en los últimos años componente del CSKA de Moscú y ahora del Fenerbahçe turco, lo ha considerado siempre “un gran jugador que ha hecho mucho por el baloncesto español. Ha dejado su nombre marcado en toda Europa. Tiene mucho talento y una forma de tirar que ahora tiene su firma”, declara a Gigantes del Basket. “Le mando ánimos para la nueva etapa que está empezando ahora”, añadía.

El serbio Igor Rakocevic también pensaba que era todo un desafío intentar frenarle. “Era difícil porque era muy listo y rápido… Hay un aspecto que valoramos los jugadores especialmente porque es muy complicado hacerlo: tiraba sin saltar. Y además sabía muy bien sacar faltas”, sostenía. Coincidiendo con ‘San Eme’ en que había que tratar que no recibiera la pelota, le preguntamos al escolta ex de Madrid, Valencia y Baskonia, otro ‘jugón’ en cierto modo parecido a él, la mejor manera de defenderle. Y nos ofreció una respuesta muy original: “Cuando defendía, había que atacarle para desgastarle. Y también cuando te tocaba defenderle: ir a por él. Corrías riesgos, pero mejor que esperar a que te superara”.

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