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Así fueron los días en España de Ime Udoka, entrenador de los Boston Celtics

Así fueron los días en España de Ime Udoka, entrenador de los Boston Celtics

Una de las grandes sorpresas de la temporada en los banquillos de la NBA, Ime Udoka, tuvo dos etapas bien diferenciadas en la Liga Endesa, al principio y al final de su vida en las pistas como jugador. El entrenador de los Boston Celtics militó en el Gran Canaria en la temporada 2004-05 y en el UCAM Murcia en la 2011-12, dejando el sello de alero esforzado e inteligente, aunque también una nariz y una ceja rotas a compañeros. Intentemos encontrar algunas claves de su ‘yo’ actual en sus días españoles…

Para empezar, le fue bastante mejor a orillas del Mediterráneo que en las Islas Afortunadas, adonde llegó siendo un perfecto desconocido. Nacido en Portland de padre nigeriano y madre estadounidense, Ime Sunday Udoka tuvo un agitado periodo universitario (pasó por Utah State Eastern, San Francisco y Portland State) y no fue elegido en el draft del 2000, lo que le relegó primero a la minúscula IBA y luego a la liga de desarrollo. Su primera oportunidad en la NBA no llegó hasta cumplidos los 27 años, cuatro olvidables partidos con los Lakers de Phil Jackson.

Tras aquello, en verano de 2004 recibió la llamada del ‘GranCa’ para cruzar el Atlántico. “No había jugado nunca en Europa”, recuerda Pedro Martínez, su entrenador. Como casi todas las fuentes consultadas por Gigantes, habla maravillas (“excelente profesional, con muy buena mentalidad, duro, concentrado”), pero terminó prescindiendo de él tras 15 partidos ligueros. “Gonzalo Martínez tuvo una lesión grave que le hizo pasar por el quirófano y fichamos a un base americano, Billy Keys, que tuvo que ocupar la plaza de Ime Udoka”, apunta.

Había promediado 8,1 puntos (sin superar nunca los 14) y 4 rebotes en 20 minutos, compartiendo protagonismo con un jugador más orientado al ataque como Jim Moran. A Pedro Martínez no le dio entonces la sensación de que pudiese terminar siendo entrenador (“aunque tampoco estuve con él lo suficiente”), pero pocos años después empezó a cambiar de opinión. “Una pretemporada seguí a los Spurs y me fijé en que Greg Popovich le daba unas responsabilidades en los tiempos muertos que no eran normales para un jugador”, explica.

El técnico catalán coincide con el entonces escolta Roberto Guerra en que Ime Udoka era “introvertido y serio”, pero que al mismo tiempo tuvo una adaptación perfecta. “Compartía bastante vida con el resto del equipo”, apunta Guerra, que destaca su “estilo europeo” porque, argumenta, “hacía un poco de todo y era sólido. Leía bien el juego y era intenso. No necesitaba mucho el balón. Además, en los entrenamientos apretaba como el que más”. Pese al ‘corte’, “encajó bien dentro de un equipo en el que varios llevábamos bastante tiempo juntos”.

Guerra dice no estar sorprendido por su éxito con la pizarra “porque tiene características para ello: era metódico y analizaba bien lo que pasaba en los partidos. Y era muy serio en el trabajo. La procesión siempre va por dentro, pero no exteriorizaba nada si la cosa iba mal, como le ha pasado al principio en los Celtics, donde es comprensible que al principio le costase en el tema de los resultados. Han ido de menos a más. Además, no se puede tener maestro que Popovich”. Y no pasa por alto el hecho de que otros jugadores pío pío de la época, como Jim Moran y Jay Larranaga, respectivos asistentes en Pistons y Clippers, estén también teniendo un recorrido profundo como técnicos. “Para mí es un orgullo”, apostilla.

Como el mundo del baloncesto es tan pequeño a veces, en aquel Gran Canaria también estaba el base Salva Camps, ahora asistente de Pedro Martínez en el Baxi Manresa, que refrenda el carácter “poco egoísta” de Ime Udoka en ataque y su “buena lectura” del juego, aunque también señala que “acababa de aterrizar en Europa y pagó ese peaje”. Respecto la integración, ofrece un detalle: “Se disfrazó con nosotros en Carnaval. Íbamos juntos a muchos sitios”. No falta un poco de crónica en rosa en su relato: “se trajo a una novia que había sido cheerleader de los Lakers, o al menos eso decía”. Con el tiempo, terminó compartiendo su vida con Nia Long, actriz conocida por el papel de chica de Will Smith en El Príncipe de Bel Air. Son padres de Kez Sunday Udoka, nacido en 2011.

Salvador en Murcia

En el lapso entre su último partido de amarillo (11 puntos en la derrota por 76-61 ante el Barcelona el 28 de diciembre de 2004) y el primero como componente del UCAM Murcia (desastroso -8 de valoración en la paliza frente al Real Madrid, 60-91, el 8 de enero de 2012) la vida de Udoka dio un giro importante. Cuando se quedó sin hueco en Las Palmas encontró rápidamente sitio en el Vichy y después hizo la pretemporada de la 2005-06 en el Zalgiris. Previo nuevo paso por la liga de desarrollo (Fort Worth Flyers), tuvo aquella misma campaña otra oportunidad poco lucida entre los mejores (ocho partidos con los Knicks). La sorpresa fue que Portland le firmase para la 2006-07 un contrato garantizado y le diese un papel importante. 75 de las 80 titularidades que acumuló en la NBA dentro de una carrera que se extendería a los 316 encuentros se produjeron como blazer. Sumaría cuatro años más en la liga, tres de ellos en San Antonio y otro más en Sacramento, siempre encasillado como especialista defensivo y tirador intermitente (5,2 puntos y 3,9 rebotes en 18 minutos). No exactamente un 3 and D, pero casi. Su fama como hombre de equipo y extensión en la pista de Pops creció.

Camino de los 35, y tras un año sin jugar, para muchos fue sorprendente que aplazase lo que parecía una retirada segura para aceptar otra oferta de España: la de un UCAM Murcia hundido en la clasificación que buscaba algo a lo que agarrarse. “Buscábamos un líder para salir de una situación tan complicada”, recuerda Luis Guil. El técnico apenas pudo disfrutar de él, ya que a los cuatro partidos de su llegada –todos saldados con derrota— fue sustituido por Óscar Quintana. “Pese a todo, lo poco que coincidí con Ime se vio que acertamos. Con un IQ muy alto y alta capacidad de comunicación y de análisis, ya podía intuirse en él a un entrenador. Es lo que me transmitía”, sostiene.

Y es que a Ime Udoka le costó algo de tiempo justificar su fichaje. “Después de aquel primer partido contra el Real Madrid [1 de 11 en tiros de campo] la gente empezó a hablar de a quién habíamos traído aquí, pero yo pensaba que había jugado bien porque sus lanzamientos habían sido en buenas posiciones”, asegura Juan Ignacio Nani Jasen, que lo vio todo desde el banquillo porque su nuevo compañero le había fracturado la nariz en su primer entrenamiento. Así lo cuenta el argentino: “Era un tipo muy duro. No digo que fuese queriendo porque luego se demostró que era una gran persona y un gran jugador. Quizás fue para marcar el territorio porque yo era joven y me acerqué más de la cuenta”.

El norteamericano siguió “marcando el territorio” tres o cuatro días después en otro entrenamiento. “Fue un codazo en la cara, básicamente. Me tuvieron que dar once puntos en la frente”. Quien lo cuenta es otra promesa de aquel equipo, Jordi Grimau, que terminó con la ceja rota. Sus palabras denotan menos admiración que las del resto de testimonios recogidos: “Hacía bastante vida a su bola en ese momento. Educado y poco más. Como jugador creo recordar que llegó un poco pasado de forma, empezó mal pero acabó jugando muy bien, siendo un tipo muy fuerte, jugando casi el límite de ser sucio. Honestamente, no recuerdo nada concreto que me hiciera pensar que podía acabar siendo entrenador”.

Jasen, pese a su tabique nasal roto, sí le elogia abiertamente: “Cuando se puso a jugar se notó la diferencia porque venía de la NBA. Aunque allí tuviese un papel secundario, aquí fue decisivo sin necesitar hacer muchos tiros. Era un tipo humilde, muy normal, pero muy suyo y a su bola. Podías hablar de muchas cosas con él. Era muy listo jugando”.

Guillermo Rejón ofrece un poco más de contexto. “Estábamos en una situación con muchas necesidades. Cuando llegó, todo el mundo pensó que nos cambiaría la cara enseguida. Le costó unos partidos entrar, pero cuando lo hizo nos ayudó mucho. Era una roca en defensa y muy seguro en ataque. Hizo una gran pareja con Quincy Douby, que era otro tipo de jugador, pero con el que se entendió muy bien. En los partidos finales fue extraordinario lo que lograron juntos. En lo personal era todo lo contrario a lo que se podía esperar de un americano. Venía de la NBA y trabajaba muchísimo, como el que más. Cero frustraciones. Muy calmado. No se le veía nervioso nunca. Cuando te corregía algo, lo hacía con mucha exactitud. Se venía que tenía mucha experiencia y que había estado de acá para allá”, declara el ex pívot.

Y es que el UCAM logró salvarse, enganchando una buena racha de resultados (9 victorias en los 15 partidos que siguieron al cambio de entrenador) que culminaron en el Palacio de los Deportes de Madrid. 80-86 ante un Estudiantes que también se jugaba la permanencia. Udoka cerró su carrera con un partido ‘de los suyos’: 10 puntos y 7 rebotes para completar unos números mejores que en Gran Canaria (12,2 y 4,4 en 26 minutos, incluyendo un estupendo 41,3% en triples).

“Estábamos muy mal. Nos asustamos un poco con el partido que hizo en su debut, pero luego nos ayudó mucho a subir la intensidad. Era un tío que sabía lo que tenía que hacer, y no solo a nivel defensivo. Teníamos un par de jugadas diseñadas para él. Muy inteligente, muy positivo. Era capaz de generar y leer el juego. No me pensaba que pudiese acabar como entrenador, pero ha sabido cómo prepararse y ser una esponja”, aporta el base Josep Franch, todavía en activo con el Girona de Marc Gasol, al igual que Jasen (filial del propio UCAM en EBA) y Grimau (San Antoni Ibiza en Plata).

El escolta Andrés Miso también guarda un recuerdo positivo de Ime Udoka. “Se adaptó muy bien. Hasta el hicieron un reportaje en el que le vistieron de huertano y lo aceptó perfectamente. Estuvo muy implicado y fue la clave de la recta final que hicimos y de salvarnos. Tenía muy buena mentalidad, competitivo, fuerte y con talento”, dice, con la ‘pega’ de que al principio “le costó con el tema de los pasos. En un partido en Málaga robó balones tres balones seguidos, pero se los pitaron porque el tío caminaba literalmente”.

Encantados con su compromiso, Murcia le ofrecieron dos años más de contrato, pero debió tener claro que su futuro estaba en los banquillos. Tras siete temporadas como asistente en los Spurs y uno en los Sixers y los Nets, Brad Stevens le escogió como sucesor en Boston.

Salvando las distancias, Miso está ahora en una transición similar a la que tuvo que asumir Ime Udoka en su momento. Tras retirarse, dirige al CB Getafe de la Primera Nacional madrileña. “En los últimos años como jugador ya empiezas a pensar como entrenador. Yo les entendía mejor entonces, cuando ya me fallaban las piernas, pero con la cabeza la tenía cada vez mejor. Sabía que era algo que tenía que probar, pero la vida del jugador es insuperable. No hay nada mejor en el mundo”. Sobre su ex compañero imagina que “pese a toda la presión que tiene que manejar, debe estar disfrutando. Lo que tiene que pensar es que lo esencial, que es el tema económico, lo tienen solucionado para toda la vida él y sus hijos, así es que lo que debe hacer es disfrutar mientras que pueda. Es una suerte. ¿Cuántas personas en la historia pueden decir que han sido entrenadores de los Celtics?”.

 

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