La vida de Victor Wembanyama ha cambiado de forma radical en apenas una década. Y ahora, el pequeño Victor que soñaba con ser Magic Johnson se ha convertido en “Wemby”, un extraterrestre preparado para cambiar el baloncesto.
Una década después de su primera aparición en la histórica Maurice Thorez, la vida de Victor Wembanyama ha cambiado de forma radical. De los primeros pasos en la pequeña y vetusta Romain Rolland, a ser la atracción principal de toda una ciudad como Las Vegas. Del pequeño Victor que soñaba con ser Magic Johnson, a la bendición del propio Earvin tras inmortalizar su primer encuentro. Del extraordinario fenómeno por construir que detectó la familia Donnadieu, a un renombrado elemento único llamado “Wemby”. Y sin dejar de sonreír. Sin dejar de amar Nanterre. Sin dejar, por un segundo, de ser un joven francés que, simplemente, quiere divertirse jugando al baloncesto.
Hijo de Élodie, exjugadora y exentrenadora de baloncesto, y de Félix, descendiente de congoleños y antiguo atleta de salto de altura, salto de longitud y triple salto, el pequeño Victor Wembanyama nació un 4 de enero de 2004 en Le Chesnay, en el distrito de Versailles, junto a su hermana Eve, actual jugadora del LDLC ASVEL femenino. Una familia más que relacionada con el deporte de la canasta, ya que sus abuelos Michel y Marie Christine también fueron jugadores décadas antes. En este municipio, el pequeño Victor alternaba el judo con los guantes de portero antes de entrar, a los 7 años, en el Entente Le Chesnay Versailles.
Fundado en 1927, la historia de la Jeunesse Sportive des Fontenelles de Nanterre es una de las grandes leyendas del baloncesto francés. Durante 60 años, la JSF Nanterre fue, simplemente, un club de formación para todos esos niños y jóvenes que querían jugar a baloncesto. Pero en 1987, un grupo de voluntarios sentó las bases del club que conocemos actualmente. Un extraordinario relato que es pura historia en el deporte francés. Con Jean Donnadieu como presidente y Pascal como entrenador, Nanterre escribió con letras doradas una leyenda inigualable, alcanzando diez ascensos de categoría en tan solo quince años, llegando a la ProB francesa en 2004. Y 36 años después, Pascal permanece como entrenador principal de un club que alberga ya en sus vitrinas un título de FIBA Europe Cup, una Eurochallenge, dos Copas de Francia y un título de liga, conseguido en 2013.
En el histórico 2013 en el que Nanterre alcanzó su único título de liga, el equipo U11 de Le Chesnay disputaba el que bien podía ser un partido más. Michaël Allard, un técnico del centro de entrenamiento de Nanterre, estaba presente en el partido y no prestó especial atención al joven chico… hasta que se levantó para participar en el partido. “Hay un chico tan alto en este partido que pensaba que era un entrenador asistente”. La llamada a Fréderic Donnadieu, hermano de Pascal e hijo de Jean, fue inmediata. Y a finales de ese 2013, Victor Wembanyama ya era un nanterrien más.
“El primer día que entró por la puerta, ya nos dimos cuenta de que no era un jugador más. Con 9 años, Victor ya medía 1’90 y se movía con el balón con gran coordinación y fluidez”. Son palabras de Philippe Da Silva, técnico asistente de Pascal Donnadieu en el primer equipo y una de las personas con mayor responsabilidad dentro de la estructura técnica de la cantera. “Quisimos que, desde el primer día, él y su familia tuvieran la sensación de que formaban parte de la gran familia de Nanterre”. Y es que Victor era un “chico muy delgado con un potencial gigantesco” pero, por encima de todo, “un elemento tremendamente especial”.
Es imposible entender al Wembanyama jugador sin referenciar a Magic Johnson, su gran ídolo. La gran sonrisa de los años 80 y 90 en la NBA se refleja constantemente en un Victor que “es feliz en todo momento, disfruta jugando y nunca deja de sonreír, aunque esté concentrado y motivado. Él quería ser un base como su ídolo Magic y desarrolló un talento especial que nunca frenamos, trabajando mucho su lanzamiento y toda su habilidad individual como si de un base se tratara, con mucho control de balón, tiro y capacidad de pase”.
El joven Victor se convirtió, lógicamente, en el gran tesoro del club. Un tesoro, sin embargo, que había que mimar y cuidar en todos los aspectos. “Él aquí tenía un plan específico diario, tanto a nivel físico como nutricional, con cinco comidas al día, y disponía, además, de una habitación propia en la escuela con una cama para que pudiera descansar si lo necesitaba”. Vincent Dziagwa, el preparador físico del club, preparó también una rutina diaria de ejercicios, tanto en el pabellón como en casa, que Victor debía cumplir. “Él tenía que grabarse con el móvil en casa haciendo todos los ejercicios que Vincent le había mandado, ya que formaba parte de un plan muy específico a nivel físico para intentar adaptar su cuerpo de la mejor forma al juego”.
A nivel competitivo, Wembanyama siempre compitió contra chicos mayores que él. “Victor ingresó con 9 años al club y entró directamente al U11 y esa es una tendencia que repetimos hasta llegar a jugar con 16 años en el Espoirs, el equipo filial, ante chicos que tenían entre 3 y 5 años más que él, antes de debutar en la Eurocup con esa misma edad. Todo el mundo vio que era un jugador distinto a los demás, con una madurez e inteligencia increíble que le permitían adaptarse constantemente a poder jugar con chicos de mayor edad que la suya”.
Y es que si hay dos palabras que definan a Wembanyama son, precisamente, inteligencia y madurez. Vincent Collet, su actual técnico en el Metropolitans 92 y seleccionador francés, nos habla de “habilidad natural” al intentar definir su IQ baloncestístico. “Tiene una madurez impresionante para lo joven que es, siempre sabe qué es lo que tiene que hacer y cómo tiene que hacerlo, además de una capacidad de aprendizaje increíble. Siempre está dispuesto a entenderlo y nunca se pregunta por qué hace una cosa u otra. Es muy consciente de su aprendizaje y mejora”.
Palabras a las que se suma también su antiguo entrenador Pascal Donnadieu, que recuerda con cariño la primera vez que Victor apareció en un entrenamiento del primer equipo. “Era muy joven, tenía como 15 años. Su madre estaba un poco preocupada por los choques porque era muy delgado. Al principio fue algo complicado poder adaptarle para entrenar con profesionales, pero ya en la segunda mitad de esa temporada, incluso tomamos la decisión de hacerle ya jugar con nosotros. Tiene una fuerza mental y humana por encima de los demás y su facultad para adaptarse, sea cual sea el contexto, es su mayor virtud. Nosotros empezamos a entrenarle como un jugador más, pero rápidamente entendimos que, a pesar de su estatura, debía ser un jugador que participara en el exterior”.
Es inevitable que se le escape una sonrisa a Pascal al rememorar la primera vez que le hablaron del joven Victor: “Mi hermano Fréderic, que ahora es el presidente, le trajo al club y rápidamente nos dimos cuenta de que era un fenómeno sin precedentes. Más allá de su estatura, lo que era impresionante cuando apenas estaba en la escuela de baloncesto era su destreza y facilidad para hacer cosas sobre la pista a pesar de su estatura. A partir de los 13 años enfocamos su desarrollo de otra forma y le acompañamos prácticamente en todo para que tuviera un seguimiento lo más adecuado con respecto a su morfología. Él siempre ha sido un chico brillante en los estudios e incluso le pusimos un profesor particular para que no bajara su rendimiento académico. Hemos hecho todo lo posible para que se desarrollara en la mayor serenidad. Él nunca pensó que iba a ir a la NBA o iba a ser número 1 del Draft. Él solo quería ser Victor y jugar a baloncesto”.
Y aunque todo el mundo, incluidas las grandes estrellas de la NBA, hablen de él como el siguiente gran talento del baloncesto, el renombrado “Wemby” sigue siendo tan solo Victor, como nos confiesa el propio Pascal. “Es un chico muy inteligente, tiene unos padres que tienen los pies en la tierra y unos agentes que están haciendo un gran trabajo con él. Victor nunca ha sido alguien pretencioso, pero al mismo tiempo es muy consciente de sus fortalezas y será un jugador excepcional. Creo que conseguirá que la gente se emocione viéndolo como he hecho yo durante esos diez años”. Su asistente Philippe, muy cercano a Victor, nos añade que sigue siendo “la misma persona que ha sido siempre, y cuando jugamos contra él, hizo bromas con sus antiguos compañeros, habló con todos nosotros… siempre está para responderte cuando le envías un mensaje. Es una persona muy humilde que ha sabido rodearse de buenas personas”.
El fenómeno Wembanyama apenas acaba de empezar. “Es algo más que baloncesto. Desde que fuimos a Las Vegas, no hay entradas para cualquier partido suyo, ya sea en casa o fuera. Nunca hemos visto algo así en el baloncesto francés y ha conectado especialmente con todos los jóvenes, que quieren entradas para verle y eso nos ha permitido también llegar a unos espectadores distintos a los que estábamos habituados. Creo que él está llevando la presión muy bien, la verdad. El mayor problema con este tipo de situaciones es la humildad, pero hasta el momento, él sigue dando los pasos correctos, sigue escuchando a todo el mundo que le da consejos para ser mejor. Y eso es algo que no es nada fácil de hacer, cuando tienes 19 años y todo el mundo alrededor tuyo está diciendo que vas a ser el mejor, algo que aún no es cierto aunque pueda serlo más adelante”. Collet se rinde a Victor, al que considera una “pieza muy importante» para la selección ya en el corto plazo, “un jugador muy distinto de todo lo que tenemos hasta ahora y capaz ayudarnos en muchísimas más cosas”.
Incluso una persona con tanta experiencia en el mundo del baloncesto como David Kahn, antiguo GM en la NBA y actual presidente de Paris Basketball, habla de Wembanyama como “el auténtico unicornio, algo nunca visto hasta el momento. Si él tiene éxito en la NBA, abrirá una pasarela muy importante entre nuestra liga y la suya, un auténtico boomerang de vuelta a nivel de prestigio y exposición.”.
¿Qué le espera en su futuro? En Nanterre, Pascal Donnadieu y Philippe Da Silva lo tienen muy claro: “No hemos visto nunca nada parecido. La combinación de su técnica con respecto a su estatura es increíble. Es un jugador único, tres personas en una. Tiene la inteligencia y el juego de espaldas de Jokic, tiene el tiro y la habilidad de Kevin Durant y tiene el potencial físico de Giannis Antetokounmpo. Le hemos visto crecer y desarrollarse y dispone de todos los argumentos necesarios para convertirse en una leyenda de este deporte”. Con tan solo 19 años y sin haber debutado aún en la NBA, Victor Wembanyama se prepara para convertirse en Wemby, el extraterrestre que puede cambiar el baloncesto.