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Entrevista a Iffe Lundberg: «Jugamos para ganar la Euroliga»

Entrevista a Iffe Lundberg: «Jugamos para ganar la Euroliga»

Alcanzar la élite de una disciplina, procediendo de un lugar sin tradición, está al alcance de unos pocos. De elegidos. De currantes. La historia de Gabriel Iffe Lundberg (Copenhague, 4/XII/1994) mezcla un poco de todo. La del chico que en apenas cuatro años ha pasado de jugar en la liga danesa a la Euroliga con el CSKA de Moscú. De liderar un proyecto en LEB Oro a ganarse por méritos propios un contrato de dos temporadas (más una opcional) con el transatlántico ruso. El base danés atendió a Gigantes del Basket a finales de noviembre vía telefónica con la humildad de aquel niño que a los 5 años quería ser futbolista y que a los 16 creció un total de 17 centímetros. Ese fue el punto de inflexión en una trayectoria, hasta ahora, meteórica.

Un danés de 1,94m que se decantó por el baloncesto.

Es verdad que en Dinamarca hay deportes más populares, como el balonmano. Incluso a mí me llamaba más la atención el fútbol.

¿Por qué escogió el baloncesto, entonces?

Por mi hermano mayor. Él jugaba a baloncesto y me obligaba a ir a entrenar con él. Un día me animó a jugar con el equipo junior y me lo pasé genial. Desde entonces no quería perderme ni un entreno. Ahí empezó mi amor por este juego.

Tengo entendido que su hermano se pasó después al kickboxing…

Sí, pero yo ya solo quería baloncesto. Aunque no te miento si te digo que me encantan las artes marciales.

Cuando era pequeño, ¿daban partidos de baloncesto por televisión en Dinamarca?

En Dinamarca no muchos, la verdad. Algunos de la NBA.

¿Qué jugador le llamaba la atención?

No seré original: LeBron James. Es mi jugador favorito. Un fuera de serie. Aún así, la persona que más me influenció e inspiró fue mi hermano.

¿Le gusta ver baloncesto?

¡Muchísimo! Veo muchos partidos. De Euroliga, ACB, NBA, VTB… No como entretenimiento, me gusta fijarme en lo que hacen los rivales.

¿Hace de ojeador?

(Risas) No diría que tanto, pero sí busco aprender y mejorar.

¿En qué momento vio que el baloncesto podía ser algo más que una afición?

Cuando tenía 16 años. Hice un estirón de 17 centímetros, perdí peso, mejoré mi velocidad, mi físico… Era otro tipo de jugador. Mejoré mis habilidades y empecé a destacar. El típico cambio adolescente.

¿Cómo son las estructuras del baloncesto formativo en Dinamarca?

No como en España, desde luego. Necesitamos un poco de tiempo para ir creando una cultura de baloncesto. Hay algunas academias donde se trabaja muy bien. Se están dando pasos. La gente ya se interesa más por el juego, este año nos quedamos a las puertas de meternos en el Eurobasket…

Lo tuvieron en sus manos (Dinamarca cayó ante Lituania en el último partido clasificatorio por un solo punto, 76-77).

Pues sí, fue una pena porque habíamos hecho un gran trabajo durante todas las ventanas FIBA de clasificación.

Verano del 2017. Un “desconocido” Lundberg ficha por el BAXI Manresa. ¿Cómo se gestó aquello?

Estaba con mi familia de vacaciones visitando al tío de mi mujer. De pronto recibí una llamada de mi agente.  Lo tenía casi hecho con el Zaragoza, pero me dijo que había una oportunidad de ir a Manresa. Habían bajado de categoría pero tenían la ambición de volver a subir a la ACB con un proyecto sólido. Aleix Duran quiso hablar conmigo para explicarme el rol, cómo podría ayudar al equipo… Fue una gran conversación. En dos días firmé el contrato.

¿Qué conocía de España?

No demasiado. Por eso quise informarme mucho antes de ir. Quería estar preparado. En clave baloncesto me gustaba mucho Sergio Llull. Era, y sigue siendo, uno de los mejores jugadores de Europa. Podía hacer de todo en la pista. Cuando jugué contra él en ACB fue chocante.

Aleix Duran le recluta para la LEB Oro… y justo antes del inicio de los Playoffs el Manresa lo cesa para fichar a Diego Ocampo. ¿Cómo lo recuerda?

Ocampo nos dio algo diferente al equipo para esos Playoffs. Necesitábamos ganar y creo que él nos dio la opción de mejorar y ascender. No digo que con Aleix no lo hubiéramos conseguido, eh. Diego sabia lo que podíamos hacer y nos hizo creer.

Estando en Manresa, su mujer fue convocada con la selección danesa. Pocos casos debe haber de una pareja que forme parte de un equipo nacional en el mismo periodo.

La convocaron para un torneo pequeño de selecciones. Estoy muy orgullosa de ella. Peleó muchísimo para estar ahí y lo consiguió.

¿Es la persona que más le entiende?

Sin mi mujer no estaría donde estoy ahora. No lo digo por decir, es la realidad. Con ella iba a entrenar cada día. Antes y después de los entrenamientos y mis partidos. Sabe mucho de baloncesto y es la primera que me critica. Para mejorar tienes que rodearte de gente que te diga las cosas como son.

¿Es cierto que le ayudó a mejorar su tiro?

¡Totalmente! Es una tiradora tremenda. Si tengo confianza en mi tiro ahora mismo es gracias a ella. Prometo mejorar mis porcentajes este curso

De Manresa voló a Tenerife. Sobre el papel era un paso adelante. Sin embargo, no tuvo los minutos deseados. ¿Fue difícil gestionar tal situación?

Para ser sincero, cuando no tienes minutos lo pasas muy mal. Mentalmente sentía que no estaba demostrando todo mi potencial. Teníamos una gran plantilla. Todo el mundo quería jugar. Creo que podía encajar bien allí…

Pero no fue así.

No. Me asignaron un rol más de tirador (shooting guard), cuando yo me siento y soy un base (point guard). Aprendí mucho de aquella experiencia.

¿Se explica así su marcha a Polonia (Zielona Gora)? Dejar la Liga Endesa por una liga inferior no tuvo que ser una decisión fácil.

Antes de hacerse oficial sabía que mucha gente dudaría o criticaría mi decisión. Evidentemente era un paso atrás, pero yo tenía un reto muy claro: demostrar que soy un base. No me importa lo que diga la gente, yo sé de lo que soy capaz. Siempre tengo la misma mentalidad. Tengo claro que irme a Polonia ha sido la mejor decisión de mi carrera.

Allí rindió a gran nivel durante una temporada y media bajo las órdenes de Zan Tabak.

Le debo mucho. Me dio mucha confianza porque me dejaba jugar a mi manera. Necesitaba una plataforma donde poder demostrar mi talento. Y lo conseguí. Me dio la bola y todo fluyó.

Siempre se dice que un entrenador tiene que dar confianza a sus jugadores… ¿Cuesta mucho creerse las palabras de un entrenador?

Si un entrenador confía en ti, tú crees en él. Es simple.  Si no confía en ti es difícil ser feliz. Creo que esta parte es el 50% del rendimiento de un jugador. El encaje con una filosofía, cómo te van a utilizar…

Y entonces llegó el CSKA (febrero de 2021). ¿Lo ha asimilado ya?

De vez en cuando aún tengo que mirarme en el espejo para decirme que estoy jugando en la Euroliga. Estoy feliz en Moscú disputando mi primera temporada completa en la mejor competición.

¿Cómo es su relación con Dimitris Itoudis?

Muy buena. Tenemos una relación de confianza mutua. Nos comunicamos mucho. Es muy exigente, pero para ser el mejor necesitas pedir la perfección a tus jugadores. Y él lo hace. Es estricto porque quiere ganar.

¿Y en el vestuario?

Hay muy buena química. Hablamos mucho, nos divertimos en los viajes… Pasamos mucho tiempo juntos.

Casi los ve más que a su hijo.

Pues sí. Es la otra cara de la moneda de nuestra profesión. Cuesta mucho desconectar del baloncesto, pero con mi hijo de dos años es un poco más fácil. No lo veo todo lo que querría, pero cada ratito lo aprovecho al máximo. Ya hace algunos tiros y mates en su canasta pequeñita…

Lleva el baloncesto en los genes.

Sí (risas). Si quiere dedicarse a ello de mayor, estaremos ahí para animarle. Y si prefiere otra cosa, igual.

¿El objetivo del CSKA es estar en la Final Four?

No, el objetivo es ganar la Euroliga. No jugamos para estar en Playoffs o meternos en la Final Four. Competimos por levantar el título. Confío en conseguirlo, pero esto es una carrera de fondo muy exigente.

¿Pudo ir este verano a la NBA?

Alguna oportunidad hubo, sí. Sigue siendo mi sueño. Quiero ser el primer danés en jugar en la NBA. Pero ahora no pienso en eso. Estoy centrado en hacer una gran temporada con el CSKA.

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