Durante un buen número de años, Jaime Fernández se había acostumbrado a convivir con el dolor. Un espolón entre el tendón y el talón de su pie derecho invadió su vida por completo, hasta el punto de que en los últimos meses, antes de reventar en la Copa del Rey de 2020, no podía ni hacer el juego de pies al despertarse tras los partidos ni andar sin cojear. Su cuerpo dijo basta el pasado mes de febrero y, en plena pandemia por la COVID-19, decidió operarse de ambos pies y empezar de nuevo.
¿Cómo estás?
Me encuentro muy bien. Después de tanto sufrimiento, de tantos años con una lesión que he sufrido tantos días, el hecho de que cada semana vaya mejorando, de que pueda ir haciendo más cosas, de que la operación, que era el último tratamiento que me quedaba, funcione, es muy gratificante. Estoy muy feliz, porque soy feliz en la pista.
¿Qué te atormentaba, qué te pasaba exactamente?
Tenía un espolón, una inflamación entre el tendón y el talón y el hueso rozaba con el talón y tendón y me molestaba bastante. Tuvieron que abrirme el tendón en ‘T’, limarme ese hueso que me molestaba y volverme a cerrar el tendón como una cortina. Fue una cirugía agresiva, complicada, pero ha salido bien. También me han limpiado el tendón, que lo tenía con calcificaciones de tanto forzarlo. Estaba muy maltrecho. Ahora voy poco a poco, estrenando tendones nuevos.
Revientas en la Copa del Rey de 2020, en la final, en casa, en Málaga, pero la lesión venía de tiempo atrás.
Recuerdo dolor en el tendón derecho desde hace cinco temporadas, pero era algo que podía llevar. Dolía más, menos, pero se llevaba. Pero las dos últimas temporadas el dolor era importante y se me pasó al izquierdo, de tanto cojear. Y es cierto que acababa los partidos muy mal. La gente se quedaba impactada al salir de los partidos, porque me veía cojear tras haber estado saltando y corriendo durante los encuentros. Y en la Copa del Rey, tres choques seguidos, pues no pude más. El segundo partido no sé ni cómo lo jugué pues imagínate el tercero. Era la final contra el Real Madrid, pero ya era imposible ir más allá. En el partido más importante de mi vida me retiré pronto porque no aguantaba el dolor.
Hasta qué punto te afectaba en tu vida normal esa lesión. ¿Bajabas a por un café y cojeabas?
Constantemente. Vivía guardándome las energías para jugar 20 minutos. Entonces, en mi día a día cotidiano sentía dolor siempre. Vivía para jugar miércoles y domingo y ya el último año apenas entrenaba. Por eso agradecer a los compañeros y al entrenador que han entendido mi situación y me han ayudado para poder rendir en los partidos.
Incluso así, rindes todo este tiempo a un nivel alto, incluido ese récord de valoración personal de la Liga Endesa en diciembre de 2019, al límite de romperte ya.
Era sobreponerse todos los días al dolor y pensar lo menos posible. Incluso llevé el dolor al lado positivo. Con ese dolor, no me presionaba a mí mismo, porque bastante era ya estar jugando así. Nadie me podía recriminar nada, estaba haciendo todo lo que estaba en mi mano. Jugar sin presión, en este contexto, me ha ayudado a hacer buenos partidos y las dos últimas temporadas son buen reflejo de ello, porque han sido las dos mejores de mi vida.
Dices basta en la Copa, febrero de 2020, pero te operas en mayo. ¿Por qué tanto tiempo de margen?
Llega la pandemia y tenía claro que de esa temporada no podía pasar lo de operarme, porque no aguantaba más. Mi idea era centrarme solo en el playoff de la Eurocup, jugar solo ahí. Podíamos haber llegado arriba, íbamos primeros, factor cancha a favor. Era importante para mí y tenía mucha ilusión, pero una vez que vimos que no se iba a jugar esta competición decidí operarme. A toro pasado quizá hubiera sido mejor operarme antes, pero fue lo que elegimos y no ha ido tan mal.
¿Cómo fue la recuperación en el contexto de la COVID-19?
Sabía que al operarme no me estaba perdiendo gran cosa. Eso de jugar sin público me hacía pensar que dentro de lo malo, tampoco era para tanto. Aunque sí que es cierto que ese primer medio mes con los dos yesos en las dos piernas, sin apoyar en el suelo, de la cama a la silla de ruedas y de la silla de ruedas a la cama fue un proceso mentalmente muy duro
Has hablado abiertamente de que acudiste a terapia psicológica, algo que cada vez cuesta menos decir en el mundo del deporte.
Sí, he utilizado ayuda psicológica. Volver de una lesión no es nada fácil, porque no es nada fácil regresar de una cirugía y atravesar por todo ese proceso. Nada de esto es sencillo. He hecho mucha visualización, he conversado bastante por Facetime y me ha servido mucho para enfocarme; me ha sido muy útil y pretendo seguir trabajando con él.
¿Qué jugadores te han ayudado en todo este trayecto?
¡Muchos! Mis amigos del mundo del baloncesto, Jorge Sanz, Tomás Fernández o Javier Medori, quien está jugando en Austria y que se ha operado de los tobillos. También hablo con Álvaro Muñoz, que se ha operado de mi lesión, aunque es algo diferente, o Jayson Granger, que se operó del Aquiles.
Físicamente, ¿cómo te encuentras? Porque esto no parece que sea operarse y ya como si nada.
Tengo dolores, recuerdos del pasado. Pero como he dicho al principio, el ir cada semana mejor, el ver que mejoro, es gratificante. Ahora estoy cogiendo el ritmo de competición y siento algunos dolores, que eso sí, aunque no desaparecen por completo, cada vez van a menos. Cada semana, cada mes, me duele menos y menos. Juego, entreno y al día siguiente me levanto y puedo andar, puedo hacer el juego de pies, cosa que antes no era posible.
Todo este proceso en el que estás te hará que debas preparar una rutina más específica como previa a los partidos.
Sí, antes era vendarse, ponerse las botas, calentar y jugar. Ahora llego dos horas antes y con el preparador físico caliento los gemelos, la parte posterior de mi cuerpo, salto a la comba en el banquillo. Tengo que estar siempre preparado, siempre caliente. Han cambiado mis rutinas, sí, pero me va bien.
“Mi cabeza va por un lado y mi cuerpo por otro”, apuntabas nada más regresar a las pistas a finales de octubre.
Sí, pero esa distancia se va acortando, en la idea de poner en común a mi cabeza y a mi físico, hasta el punto de que llegue a poder hacer lo que quiera en la pista. Eso sería lo mejor. Sí que es verdad que cada vez voy haciendo más cosas que pienso, me siento más explosivo, más reactivo. Noto mejora y, aunque esté lejos de mi 100%, vamos por el buen camino.
“Jaime aporta equilibrio al equipo”, ha dicho tu compañero Darío Brizuela sobre tu vuelta.
Intento ayudar como pueda. Durante todos los años he jugado tanto de base como de escolta. Será lo que el equipo demande. Ahora parece que juego más de uno, porque Brizuela y Francis Alonso están más en el rol de anotador. Me tengo que adaptar, asistir un poco más y buscar situaciones para ellos. Esto es cambiante, cuando me toque a mí anotar pues seré más agresivo, me buscaré más. Ahora en el rol de base te debes adaptar y más yo, que he llegado con el equipo rodado. No puedo entrar en la rotación e imponer mi juego.
Mira, hablamos de bases, y uno histórico del Unicaja como es Carlos Cabezas ha tenido alabanzas para ti: “Jaime es buenísimo y hay que darle tiempo porque su lesión es muy complicada”.
Para mí Carlos ya era un referente antes de llegar yo a Málaga, lo seguía desde pequeño. Cuando firmé por Unicaja me acogió muy bien en la ciudad. Te digo, fuera y dentro de la pista es un referente, cuando era niño y ahora que soy profesional. Para mí es un orgullo que tenga esas palabras tan bonitas para mí.
¿Cómo te está llevando Luis Casimiro en estos meses?
Luis y yo nos conocemos desde hace bastante y nos entendemos muy bien. Sabemos lo que espera uno del otro. No somos de hablar mucho, tenemos un trato más en la pista. Sin embargo unas semanas atrás estaba frustrado, por eso que hemos hablado de que mi mente y mi cuerpo estaban muy separados. Entonces vino a charlar conmigo, estuvimos hablando un rato. Me dijo que nada de frustraciones, que esto podía pasar, que era un proceso normal y que el equipo estaba en un buen momento para que yo llegara, para que fuera encontrando mis sensaciones. Tocó las teclas adecuadas para darme la confianza necesaria. Sin ser una persona con la que hable demasiado, sí supo decirme las cosas en el momento exacto. Me dio ciertas palabras y me ayudó mucho.
¿Cómo estás viendo al equipo?
Podríamos tener más victorias, pero lo estoy viendo bien. Más allá del balance de triunfos y de derrotas, estamos trabajando muy bien día a día. Tenemos una base sólida, con gente nacional, gente de la casa, de Málaga, en una edad óptima. Conocemos bien la Liga Endesa y la Eurocup y este es un torneo que nos ilusiona. Tenemos que pelear por este título, por consolidarnos en Liga Endesa en la zona de playoffs, por estar en la Copa. Son retos bonitos y disponemos de una buena plantilla para cumplirlos
Mentalmente, más allá de tu lesión, ¿cómo se lleva competir en un contexto de pandemia mundial?
Es triste. Ese plus que nos otorga el competir con público no existe. Echamos de menos el factor del público, la cercanía de la gente, su calor. Es triste jugar así pero hay que hacerlo porque a la propia gente le va genial tener deporte por la televisión, es una vía de escape y es importante que sigamos jugando.
Antes de que el mundo estallara por la COVID-19, y precisamente en China, España ganó el oro en el Mundial de 2019. Tú fuiste el último descarte de la selección. ¿Cómo viviste ese éxito?
Fue como si hubiera estado en China. Haber estado en la concentración previa al Mundial hizo que me sintiera parte de ellos. No obstante, no sólo por eso, sino también por haber formado parte de procesos previos, por haber conseguido con las Ventanas la clasificación al Mundial, sentí como mío ese título mundial. Lo viví en casa como si estuviera allí. No me pude alegrar más. Fui feliz y me hicieron feliz. Además ellos fueron muy honestos, compartieron con nosotros, con la gente de las Ventanas, el oro. Hicieron el gesto de darnos la medalla y la camiseta. Fue sensacional.
¿Listo para regresar a las Ventanas o a lo que toque en el futuro con la selección?
Si Sergio (Scariolo) confía en mí y me sigue llamando para las Ventanas o en general para la selección estaré siempre preparado. Para mí vestir la camiseta de España es una máxima y espero volver. Es mi ilusión.
A los 27 años ya tienes madera de veterano. Tras Estudiantes, Andorra y en este tu tercer curso en Málaga, ¿en qué punto te encuentras con respecto a tu carrera?
Estoy en un momento muy ilusionante, en un momento de disfrute. Me encuentro con muchas experiencias en la maleta. Llevo diez años en la Liga Endesa y ahora hay que darle el añadido de todo lo que me ha proporcionado esta lesión. Porque valoro mucho más el ir a entrenar, el jugar partidos. Soy mucho más feliz volviendo a las pistas.
Foto: acb Photo / M. Pozo
