Siempre siguiendo su propio camino, Santi Aldama ha vivido esta temporada algunas de las mejores semanas de su carrera deportiva: 24 puntos a los Lakers, 17+10 ante los Spurs de Wembanyama y 28 puntos frente a los Boston Celtics, su mejor partido NBA. El canario mantiene ese magnetismo de diamante escondido, de trayectoria diferente, que todavía asombra a muchos aficionados. Precisamente unas horas después de su partido ante los Celtics atendió a Gigantes desde su casa de Memphis. Venía de hacer el récord de su carrera NBA y acumula el cansancio de dos noches seguidas con exhibiciones. Seguro que no serán las últimas esta temporada.
Gigantes: ¿Qué siente un jugador unas horas meter después de 28 puntos a los Boston Celtics? ¿Vuelves a ver los highlights o cómo es el día siguiente?
Santi Aldama: A ver, tras partidos así te despiertas bien, eso está claro. Con mucho movimiento en el móvil y tal. Pero no lo he vuelto a ver. Me he despertado, me he tomado un café y estoy en casa tranquilo con mi chica. Cansado, eso sí. Se agradece después de un inicio de temporada complicado, con la lesión y las derrotas. Ahora parece que todos estamos entrando en el ritmo. El equipo ha conseguido algunas victorias y yo me he sentido bastante cómodo estos últimos partidos.
G: Hablando de tus inicios. Con tu padre, jugador, tu tío, también profesional, imagino que el baloncesto siempre estuvo presente en casa. ¿Qué recuerdas de esa época?
S. Aldama.: Yo era muy pequeño cuando empecé a jugar. Y ellos estaban en activo. Así que imagino que eso es lo que provocó el impulso de coger una pelota e intentar hacer lo que veía. Desde pequeño en el colegio siempre jugaba con mis amigos. Lo curioso es que todavía no era especialmente alto. Recuerdo en la Selección canaria mini, no solo jugaba de base; igual era de los dos o tres más bajos del equipo. Tengo muchos recuerdos de esa época. Jugando U-12, U-13, U-14, con la Selección canaria… Le vas cogiendo cariño al basket según vas creciendo y te das cuenta de que igual te puedes dedicar a esto. Es una época en la que ni siquiera te llegas a plantear nada, o hasta dónde puedes llegar, y la disfrutas mucho.
G: Ahí empiezas, yo creo que ya desde pequeño, a tener un camino diferente, ¿no? Tienes que tomar decisiones, propuestas de canteras de equipos de la Liga Endesa…
S. Aldama.: La verdad es que toda la ruta ha sido diferente, pero nunca pensé que fuese así necesariamente. Simplemente fue mi camino porque me encajó así. En ese momento yo estaba en Canterbury, que sin ser cantera acb, probablemente sea una de las mejores de España. Y sí, tenía ofertas, pero pensé que a nivel baloncestístico el salto no iba a ser tan diferente. Estaba en el colegio, con mis amigos. Surgen oportunidades y en el primer año junior tengo que decidir si me voy a una cantera o a Estados Unidos. En ese momento conocía a Ivo Simovic, asistente en Loyola, y fui a visitar esa universidad sin pensarlo mucho ni estando ya convencido. Me encantó y ahí mismo le dije: el año que viene vengo aquí.
G: Y más que arrepentirte, ¿has pensado muchas veces cómo hubiera sido tu vida si hubieras tomado otra decisión en ese primer cruce de caminos?
S. Aldama: Sí, lo he pensado alguna vez. No mucho, porque es algo hipotético, pero sí he pensado qué hubiera pasado en una cantera de un club. No sé en qué punto estaría o cómo habrían sido estos años, es curioso. Para mí la mejor opción fue Estados Unidos. Y como te digo, no lo cambiaría. Ahora cada vez hay más posibilidades para los jóvenes. Clubes, Ignite, NCAA, o jugadores como Juan Núñez que se han ido a Alemania. Eso para ellos es una suerte. Las opciones ahora parecen infinitas. Cada uno tiene que ver lo que es mejor para él.
G: Pero es paradójico, porque lo que en tu momento pareció una rareza, ahora es una ayuda en la NBA, ¿no?
S. Aldama: Depende de cada persona porque, bueno, pues al final hay casos y casos. También están los Hernángómez o Ricky…
G: Pero ellos son ya casi de otra generación respecto a la vuestra.
S. Aldama: Eso también es verdad. Por mi experiencia personal sí que sentí que cuando llegué a la NBA, haber estado dos años en Estados Unidos me ayudaba con el tema de la cultura. O sea, yo ya no me tuve que adaptar al país. Solo me tuve que adaptar a la vida NBA, que ya es un paso muy grande. Los jugadores son mejores, más grandes, pero es un paso que en parte ‘te saltas’. Y eso ayuda. Luego también dependerá. Aday Mara, por ejemplo, está en una universidad muy grande, que casi será como una franquicia NBA. Yo estaba en una relativamente pequeña. Hablaré con ellos, pero creo que les irá bien por ese paso ya dado.
G: Y precisamente tú llegas a Memphis, un sitio con mucha tradición española. ¿Eso también notaste que era especial?
S. Aldama: Cuando llegué que todo el mundo me hablaba de Marc y Pau. Sobre todo con Marc, que era más reciente e incluso nuestro GM había estado ya con él. Y empleados que te decían: “¿Eres español como Marc? Yo trabajé con él y tal”. Esas relaciones al final ayudan a que confíes más en alguien. Y luego yo empiezo el primer año jugando más en G-League y luego en mi segundo año me dieron una oportunidad, que también creo que me la gané.
G: ¿Cómo explicarías a alguien que no ha jugado en la NBA qué sensaciones tiene un jugador cuando está en ese punto de meter 28 puntos a Boston? ¿Qué notas diferente a cuando eres rookie?
S. A.: En el primer año te estás adaptando a todo. Es información llegándote constantemente a la cabeza. Al final el baloncesto para mí es instinto. Y claro, el primer año, el instinto es complicado de utilizar porque estás intentando absorber tantas cosas… Saber dónde tienes que estar, dónde tienen que estar tus compañeros. Ahora eso ya lo sé. Entonces, yo juego y ya sé dónde se supone que está todo el mundo. Pero el primer año es como un caos. Literalmente es caos. Y todo el mundo lo dice: “¿Año rookie? Caos”. Así es como se describe.
G: Y cuando ves que entran los tiros, que estás dominando el partido, ¿qué sensaciones tienes?
S. Aldama: Es muy difícil de describir. Te diría como si te pusieras unas gafas de realidad virtual y lo estuvieses viendo todo desde fuera de tu cuerpo. Algo así. Estás super concentrado y además, veníamos de jugar en San Antonio la noche anterior. Hay fatiga, tienes una energía que es limitada, y estás metido en hacer todo lo mejor posible y lo más eficiente.
G: ¿Cambia mucho si entran los tiros pronto, los primeros, o eso es una leyenda urbana?
S. Aldama: Depende. Para mí sí. Empezar bien sí que me ayuda. No lo he pensado tanto, pero sí me da confianza. Tienes que encontrar el ritmo. Cuando metes el primer tiro, el ritmo ya te ha encontrado. Igual, si fallas el primero, pues tienes que encontrarlo tú. Y ante Boston me pasó eso. Fallé los dos primeros triples. Y después en el tercero me viene, lo metí y ahí digo, vale, ya está. Ya estoy. A veces encontrar el ritmo no es solo meterla. Es encontrar pases, rebotes, compañeros, un tapón…
G: A partir de ahí empezamos a verte más tiempo jugando como 3, con dos grandes al lado. ¿Cómo te ves en ese formato?
S. Aldama: Es curioso. A veces coincidimos Biyombo, que no mide 2.10 pero tiene una envergadura increíble, Jaren Jackson y yo. Es un equipo bastante grande y es complicado tener que defender a tres jugadores así. Lo que me pide diferente Taylor (Jenkins, el coach) realmente es en defensa. Ante Boston empecé el partido con Derrick White, que es un perfil de jugador al que no estoy acostumbrado a defender. Eso me hace ser más agresivo, porque muchas veces son jugadores más rápidos que yo. Yo trato que tiren por encima mí, intento complicar los tiros de esa manera, pero me estaba empujando a que me pegue un poco más a ellos y mueva más los pies lateralmente. Es algo que llevo trabajando tiempo. Si quieres mejorar, tienes que defender a jugadores así. Y creo que para un jugador de tercer año como yo, es una prueba perfecta.
G: Hemos visto esa evolución en varias franquicias, hacia el tamaño. Pienso en Cleveland Cavaliers o Utah Jazz, por ejemplo. ¿Crees que esa búsqueda de envergadura es una tendencia?
S. A.: El baloncesto va a seguir evolucionando en ese sentido. En tamaño. Jugadores explosivos rápidos siempre va a haber y necesitas un base. Pero es que, claro, ahora tienes bases que miden 2.05 m. O Utah que juega con un 3 como Markkanen.
Eso complica mucho las cosas, porque muchas veces tu 3 igual casi no mide 2 metros y tienes a Markkanen, que no solo es altísimo, sino que tira desde ahí arriba, que penetra, que postea. Y prácticamente todos los grandes tiran de 3, no puedes dejarles espacio. Así que se va a seguir buscando tamaño y spacing. Velocidad y movilidad.
G: Y el otro día jugaste contra Wembanyama. ¿Cómo es tenerle enfrente?
S. Aldama: Impresiona porque parece incluso más alto y se mueve muy bien. Recuerdo que tiré un par de tiros con él delante. Una bandeja y un triple que fallé. Acabó el partido con 8 tapones y te juro que ni me di cuenta. Va a ser muy bueno.
G: Hablemos de la competitividad. ¿Crees que la formación en Europa ayuda a tener ese colmillo competitivo? ¿Lo has notado notado también en la Selección?
S. Aldama: Depende mucho de la situación de la persona también. En la NBA juegas 82 partidos y hay que asumir que no puedes ganar todos. En la Liga Endesa, con 34, una victoria o una derrota cambia mucho. Y en el Mundial una tropiezo te deja fuera, aunque hayas hecho un campeonato espectacular. La competitividad es distinta, es muy alta y la gente compite. Es verdad que en la NBA de regular season a playoff hay una diferencia muy grande, pero se compite durante todo el año. Pero claro, es lo que te estoy diciendo, sabemos que si el equipo no va bien, se puede dejar llevar. A mí no me gusta perder a nada. Esta temporada, por ejemplo, no hemos empezado bien, con bajas y perdiendo, pero cada noche ves a tíos que están cabreados cuando pierden, que llegan al día siguiente y ponen el doble de trabajo. Y al final eso es todo lo que podemos pedir.
G: Este verano te has estrenado con la Selección. ¿Has notado el cariño de la afición española o has tenido alguna vez la sensación de que estando lejos a veces has estado olvidado, aunque sea inmerecidamente?
S. Aldama: Sí pero no. O sea, siento que, claro, habiendo llegado, por ejemplo, este verano, había mucha gente que no me conocía tanto. Un español que lleva dos años en la NBA pero nunca me habían visto de cerca o habían hablado conmigo. Igual no había tenido tanta exposición porque no les pillo cerca. Al final cuando yo juego los españoles están durmiendo. Hay una barrera de horario, pero también sentí mucho cariño. En Memphis te paran por la calle, claro, pero es distinto. Emociona cuando vas a tu tierra y te pasa eso.
G: Hablando de esa vida, yo creo que al aficionado a veces le cuesta comprender el ritmo de un jugador NBA. ¿Cómo es exactamente? ¿Tan duro y exigente?
S. A.: Se gestiona como se puede y yo creo que realmente nunca te llegas a acostumbrar. Ahora siento que mi cuerpo está más acostumbrado a esas palizas que te metes, pero hay días… Nos ha pasado este año, cuando yo todavía no estaba jugando, de terminar un partido en casa, coger un avión, llegar a otra ciudad a las 2-3 de la mañana, irte a dormir, si es que puedes, porque, claro, acabas de terminar un partido. Te despiertas al día siguiente, a las 11-12, hablas un poco sobre el siguiente, haces el scouting rápidamente y después por la tarde juegas. Y estamos hablando de un partido NBA, de 48 minutos. No es que vayas a entrenar. La gente al final lo ve por la tele, pero hay que estar ahí. Es una paliza y, sobre todo, lo tienes que hacer durante 6-7 meses.
G: Entiendo que ahí entra el tema mental. Vuestra franquicia ha tenido problemas extradeportivos. ¿Cómo se gestiona todo eso y qué apoyo os dan desde el equipo?
S. A.: Aquí tenemos una psicóloga y cualquier tipo de recurso, no solo por parte del equipo, también por parte de la NBA y la Asociación de Jugadores. Creo que es algo bastante importante, y sí he notado que desde mi primer año hasta ahora ha ido incrementando no solo los recursos que tenemos, sino lo que ves cada día. A nivel personal es algo importante, no solo baloncestístico. Como jugador tienes que rendir, eso está claro, pero también eso es “lo fácil”, porque hay mucho de instinto. Pero a nivel personal pasas mucho tiempo fuera de casa, tenemos problemas que tienes que dejar de lado. Últimamente, que se han visto casos y muchos jugadores que han hablado sobre ello. Eso ayuda a que no solo la gente lo vea, sino que a otros jugadores digan, vale, pues está bien pedir ayuda y buscar maneras de gestionarlo. Hay un proceso que es aprendizaje. Y ahí es donde creo que yo tengo que mejorar. Simplemente aprendiendo a gestionar las cosas, sin que sea algo negativo.
G: Tú también has tenido que convivir con muchas comparaciones. Por tener un padre jugador, por ser un pívot grande que llega a Memphis… Eso entiendo que te ha forjado.
S. A.: A ver, la verdad es que nunca he sentido esa presión porque siempre he sido muy mío, he ido a lo mío y he trabajado por mi cuenta. No he hecho mucho caso a eso, pero sí es verdad que cuando eres un chaval y empiezas a leer esas cosas, pues claro, es complicado. Por presión, porque igual un chaval se lo cree… Yo entiendo que se habla y si ves una similitud entre dos jugadores, lo natural es decirlo, pero hay que tener los pies en el suelo y pensar que es gente muy joven
