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La tremenda amistad entre Kobe Bryant y Pau Gasol, por Edu Schell

La tremenda amistad entre Kobe Bryant y Pau Gasol, por Edu Schell

En 2007 Kobe Bryant puso patas arriba la NBA. “Ahora mismo estaría dispuesto a jugar en Plutón”, dijo la estrella. Todos los equipos llamaron a los Lakers. Kobe y su mujer ya estaban mirando colegios en Chicago. Se veían allí. Como unos años antes, aunque aquel anhelo acabó con el traspaso de Shaquille O’Neal a Miami. “Estuvo muy cerca de suceder”, comentaría años después Kobe sobre su frustrada llegada a los Bulls en 2007. Kobe estaba harto de unos Lakers en permanente modo de reconstrucción desde que renovara en 2004 por 7 años y 136 millones. Incluso, si no se atendían a sus peticiones, estaba dispuesto a romper dentro de un año renunciando a casi 50 millones.

«Congeniaron desde el primer instante». Pepiño Casal, sobre su encuentro antes de ser compañeros»

Aquel tsunami amainó un poco. Kobe, ganador compulsivo, seguía frustrado y se fue de vacaciones con su familia a Barcelona para desconectar. El relato asegura que Kobe se plantó una mañana en el entrenamiento del Barça de fútbol y luego coincidió con Pau Gasol en el gimnasio del Hotel Juan Carlos I. Y surgió la chispa que acabó en un traspaso juntando a ambos meses después en los Lakers en el Día de la Marmota. La verdad es que el orden de los factores, que no altera el producto final, fue al revés. Lo contaba el mítico Pepiño Casal, escultor del cuerpo de Pau, recientemente en Atlántico. “Perdón, sé que están trabajando, pero quería hablar con Pau”, le dijo Kobe a Pepiño en castellano. “Le dije que nos quedaban un par de ejercicios y esperó amablemente”, recuerda el preparador. Luego, Kobe se uniría a unas sesiones de trabajo.

FLECHAZO A PRIMERA VISTA

Aquel fue el inicio de una bonita amistad. Ambos estaban frustrados en sus respectivos equipos. Pau no lograba superar una ronda de playoffs con los Grizzlies y su salvavidas eran los veranos con la Selección. Kobe buscaba un socio para quitarse tantos años de amargura colectiva de púrpura y oro. “Congeniaron desde el primer minuto”, aseguraba Casal. Poco ha trascendido públicamente de aquella primera cita pero la cultura japonesa relacionaría el tsunami original con las olas que al llegar a la orilla convierten la arena en un constante lienzo en blanco sobre el que empezar de cero.

El verano acabó con una plata europea y un ‘tú a Memphis y yo a California’. Meses después Pau estaba entrenando y le llamaron al despacho: “Te hemos traspasado a los Lakers”. Un terremoto de emociones y un lienzo impensable: ¿Anillo a la vista? Pau se plantó casi con lo puesto en el hotel Ritz en Washington donde se alojaban los Lakers para una presentación a la carrera y ponerse a las órdenes de Phil Jackson. Esa noche, la misma en la que Bill Murray se va a dormir y se despierta a las 6 de la mañana en Punxatawney en un bucle eterno, Kobe llamó a la puerta de la habitación. “Pau es nuestra oportunidad”, le dijo a eso de la una y pico de la madrugada. Ambos visualizaban la posibilidad del anillo. No se equivocaban: llegarían tres finales consecutivas y dos anillos de campeones tras el primer asalto frustrado ante Boston apenas unos meses después del debut de Pau con los Lakers.

CONEXIÓN ESPECIAL

La clave era el respeto mutuo que se profesaban, cada uno tenía su espacio, su rol, se complementaban, se hacían mejores, crecían juntos y se admiraban. Pronto se apreció su conexión en la cancha, hablaban en castellano para burlar al rival, se buscaban con la mirada y un simple gesto podía decidir jugadas y partidos. “Pau nos hace mejores, es lo que nos falta para optar al anillo”, decía Kobe. No era un brindis al sol. Sabía bien lo que decía y le gustaba mantener alerta a Pau, le picaba y como dicen los yankees, se metía en su piel. Kobe necesitaba a alguien con su instinto ganador aunque no fuera fácil emular la mentalidad de la Mamba Negra.

Llevaba a Pau al límite,quería que rompiera su exoesqueleto cual langosta para seguir creciendo. Pero también le defendía ante la prensa y los aficionados cuando llegaron algunas dudas en el anillo perdido ante Boston en 2008 y en la fase de desencanto y traspaso frustrado con salida final. “La camiseta de Pau acabará colgada en lo más alto del Staples”, aseguraba sin titubear Kobe

Respeto. Esa fue la clave de la relación. Se hacían mejores

Divirtiéndose en el All Star de Toronto’16, el último de ambos. En Orlando, junto con los trofeos de campeones de 2009. Mucho vivido juntos.Después de aquel strike en Boston disputaron otra final aunque esta vez con camisetas distintas. Fue en los Juegos de Pekín, en una de las mejores finales de todos los tiempos. Kobe salió al rescate de EE.UU. y se colgó el oro ante su amigo Pau a quien felicitó en la cancha con un emotivo abrazo.

Cuatro años después se repitió la escena y Kobe provocó una peregrinación de respeto: todos sus compañeros fueron a felicitar al español. “A Pau lo que más le gusta es su Selección”, decía Kobe. Entendía la devoción por jugar con sus amigos de toda la vida cada verano y no dudó en usar esto como acicate para motivar a Pau. Tras la final perdida de 2008, Pau se encontró en su taquilla la medalla de oro de Kobe. “Has perdido dos finales este año, no dejes que vuelva a ocurrir. Vamos a ganar esto”, le dijo para motivarle.

SALIDA A CHICAGO

Lo que pasó a continuación es historia. Dos anillos de campeones de la NBA seguidos formando una inolvidable pareja que se hizo inseparable fuera de la cancha. Se llamaban “hermanos” y el respeto por ambas partes creció. “Mientras yo esté aquí, Pau estará aquí”, dijo en 2012. Si Kobe pinchaba alguna vez era porque le importaba Pau. Con otros no lo hacía. Tanto le importaba que intentó que no se fuera de los Lakers. Tras el frustrado traspaso a tres bandas que vetó la NBA ya nada volvió a ser lo mismo. Pau estaba señalado, pero Kobe le defendía. Seis años y medio después de su llegada a los Lakers, Pau decidió hacer las maletas rumbo a Chicago. Kobe intentó evitarlo.

Se plantó en su casa para hacerle reconsiderar. “Era una cuestión de orgullo, de honor. Me dijo ‘Kobe, quiero jugar contigo para siempre, pero lo que me han hecho es una falta de respeto”, recordaba hace años Bryant. “No puedo -me decía- y como hermano suyo le entendía… De dónde venía, lo que había logrado (dos anillos) y pese a todo su nombre estaba en los rumores y D’Antoni le sentaba… Antes que jugadores somos personas y él había dado mucho. Si no le entendiera y respetara no estaríamos tan unidos”.

UNIDOS MÁS DEL BASKET

Pau hizo las maletas. Tenía que hacerlo. “Pasamos tiempos increíbles, algunos duros por todo lo que pasó, los cambios y las decisiones, pero siempre estuvimos juntos y eso fortaleció nuestra relación”. El abrazo de reencuentro en el primer Lakers-Bulls valió más que mil palabras. Hubo más, sus caminos fuera de la cancha se separaron, pero su relación se fortaleció.

Pau no dudó en asegurar que Kobe era “The GOAT” (El Más Grande de Siempre) en su 39 cumpleaños en 2017. “Nuestra relación fue más allá de las canchas y estoy feliz de lo que vivimos. No creo que tuviera esa conexión especial con mucha gente”, dijo Pau un año antes. Y de pronto, el trágico accidente que conmocionó al mundo. Pau se quedó helado. “Me niego a creerlo, es una pesadilla. Me quedo con el corazón roto. Estoy agradecido a todo lo que hemos vivido juntos. Me ayudaste y empujaste a sacar la mejor versión de mi mismo cada día. Fuiste mi inspiración. Adiós, hermano”.

Foto: Getty Images

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