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Cuando la estrella de los Sonics brillaba en Seattle, por Sixto Miguel Serrano

Cuando la estrella de los Sonics brillaba en Seattle, por Sixto Miguel Serrano

Durante 41 años, la ciudad de Seattle tuvo una franquicia importante en la NBA, los SuperSonics. Campeones en 1979 y subcampeones en 1978 y 1996, vivieron otra época dorada en los AÑOS 80. Ese equipo se basaba en Dale Ellis, Xavier McDaniel y Tom Chambers. El trío atómico

En los primeros días de febrero de 1987 yo me encontraba en Seattle, preparado para asistir al All-Star Game de la NBA. Ya llevaba un par de semanas en Estados Unidos, viendo partidos de la regular season y entrevistando a algunas de las grandes figuras. Había viajado como enviado especial de Nuevo Basket formando equipo, esta vez, con José María Arolas, gran fotógrafo y mejor compañero. A este viaje, y a algún otro, vino también mi hermano Sebas, colaborador de Nuevo Basket y de El Mundo Deportivo, diario para el que cubrió el evento.

Estábamos emocionados esperando que llegara el día del partido, un partido muy especial: iba a ser el último All-Star Game del legendario Julius Erving, el mítico y entrañable ‘Doctor J’.

Acabábamos de llegar a Seattle procedentes de Portland, donde vimos un choque entre los Trail Blazers y los Lakers en el Memorial Coliseum. Habíamos aprovechado, como yo tenía por costumbre en aquéllos inolvidables viajes de reportero, para hacer unas cuantas entrevistas: Fernando Martín, Kiki Vandeweghe (tiene una historia aparte), Clyde Drexler y Magic Johnson, entre otros.

Y en Seattle el plan era el mismo, hacer más en las jornadas posteriores al All-Star. Unos días después del duelo Este-Oeste se jugaba un partidazo entre los Sonics y el formidable equipo que tenía Atlanta Hawks. No faltaron las entrevistas con Mike Fratello, Glenn Doc Rivers y Dominique Wilkins, que también merecen un capítulo, especialmente el gran Rivers. Los Sonics contaban, igualmente, con un equipo extraordinario. Había que hacer un reportaje con sus líderes.

¿IMAGINAN UN EQUIPO CON TRES JUGADORES CON MÁS DE 23 PUNTOS DE MEDIA? ASÍ ERAN LOS SONICS DEL CURSO 86-87. ENTRE ELLIS, CHAMBERS Y McDANIEL, 71,5 TANTOS POR NOCHE

A aquél equipo de Seattle lo entrenaba Bernie Bickerstaff, uno de los primeros entrenadores negros de la NBA, que seguía la áurea y racial estela dejada por un mito de la franquicia, Lenny Wilkens, primero como jugador y más tarde como entrenador del equipo que ganó el anillo en 1979, el único de los Sonics; al amigo George Karl no le faltó mucho para conseguir el segundo, llevó a Seattle a la final en 1996. Bickerstaff tenía en Nate McMillan a su hombre de confianza, su alter ego en la cancha. Pero el base era un jugador de equipo, las verdaderas estrellas eran Dale Ellis, Xavier McDaniel y Tom Chambers. Entrevisté a los tres.

La cita fue en el Seattle Center Coliseum, la cancha donde jugaban los Sonics entonces. Era una de las arenas más pequeñas de la NBA, con algo más de 14.000 plazas. Fue allí donde se celebraron los concursos de mates y triples del All-Star, no así el partido. El adiós de Erving a la cita más lúdica se escenificó en el monumental Kingdome, un estadio en el que, a veces, también jugaban los Sonics, y que tenía un aforo para baloncesto de algo más de 40.000. Allí jugaban los Seattle Seahawks de fútbol americano, 66.000 plazas, y los Seattle Mariners de béisbol, 59.000.

A Ellis, McDaniel y Chambers les había contactado el día anterior, tras el entrenamiento, y había quedado con ellos un día más tarde, también a la finalización de la práctica. Y, como casi siempre me ocurrió con los jugadores y entrenadores de aquella maravillosa NBA, los tres cumplieron fielmente su palabra y me dieron (nos dieron, porque, como dije, me acompañaban Arolas y mi hermano Sebas) toda clase de facilidades. Exceptuando la breve aproximación del día anterior, nunca había hablado con ninguno de los tres. Imaginaba que el más asequible iba a ser Tom Chambers, que un día antes había visto cómo su mejor amigo en el equipo, Russ Schoene, con el que salía del vestuario, me había saludado muy efusivamente. Schoene y yo nos conocíamos de su época en el Simac Milán y habíamos compartido invitación y comida (también mi gran amigo Fernando Laura) en casa del querido Dino Meneghin, historia contada en Gigantes en marzo del año pasado.

Acerté sólo a medias. Sí es verdad que Chambers se portó muy bien con nosotros, pero no mejor que McDaniel y Ellis, que igualmente fueron extremadamente simpáticos y abiertos. El primero en salir del vestuario fue Xavier McDaniel, que es quien yo intuía que iba a mostrarse menos colaborador. A veces, las apariencias engañan. Y las de McDaniel asustaban un poco. Un tipo como él, 203 centímetros de puro músculo, cabeza rapada, mirada agresiva, imponía bastante. Pero a la hora de la verdad, fue un placer charlar con ‘X Man’ (como le conocían periodistas y aficionados), de hecho fue el más parlanchín y amable. Me dijo que los demás jugadores de la NBA le habían elegido a él ‘Novato del Año’ la temporada anterior, aunque oficialmente el galardón se lo llevó Pat Ewing .Cuando terminé de entrevistarle le pedí que no se fuera, que esperara a que salieran Ellis y Chambers para que Arolas pudiera tomar una foto de los tres mostrando nuestra revista. Y, muy amable y solícito, aceptó sin ningún problema. De hecho, mientras yo entraba al vestuario con Ellis en busca de Chambers, se quedó charlando de baloncesto amigablemente con mi hermano. Se interesó, además, por nuestro viaje, e incluso le dio su número de teléfono a Sebas, por si nos surgía algún problema y necesitábamos algo durante nuestra estancia en Seattle. No fue, por cierto, el único jugador, o entrenador, de aquella época que, sin ningún reparo, nos daba su teléfono y se ofrecía a ayudarnos si nos hacía falta. Grandes estrellas, ¡personas todavía más grandes!

Las entrevistas con Dale Ellis y Tom Chambers también fueron muy agradables. Los dos, e igualmente McDaniel, me dijeron que estaban convencidos de que ese equipo ganaría un anillo de la NBA. No fue así, pero los SuperSonics se quedaron cerca, llegaron a la final de la Conferencia Oeste, cayendo ante los Lakers, luego campeones tras derrotar a los Celtics.

Seattle fue el único equipo de la NBA que esa temporada tuvo tres jugadores (el trío atómico, así titulé el reportaje) que promediaron un mínimo de 23 puntos por partido. Michael Jordan (37,1) lideró una lista en la que Ellis fue octavo (24,9), Chambers decimotercero (23,3) y McDaniel decimocuarto (23). Los Sonics también tuvieron el honor de que el MVP del All-Star de 1987 fuera uno de sus jugadores, Tom Chambers, que había entrado en el equipo del Oeste a última hora por la lesión de Ralph Sampson. Ese fue el único All-Star Game que se disputó en Seattle. Muchos años después, la estrella de los Sonics se apagó.

Fotos: Fernando Laura

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