Escrito ahora parece un mundo. Sedekerskis debutó con el primer equipo del Baskonia en la 2015, con Ibon Navarro en el banquillo. Apenas era un crío de 17 años que apuntaba a ser una estrella europea. Lo que nadie sabía en ese momento es que eso iba a ser una realidad, pero después de superar un trayecto lleno de baches que casi le sacan de la carretera en más de una ocasión. Cinco cesiones, momentos de dudas y de reivindicarse. Así lo cuenta él.
Puedes escuchar aquí la entrevista completa a Tadas Sedekerskis
Artículo publicado originalmente en la revista Gigantes 1544 de mayo de 2024 que puedes comprar aquí
¿Cómo era el Tadas niño, el que todavía no había llegado a Vitoria?
Sedekerskis: Yo era de una ciudad muy pequeña, se llama Nida, pero desde que empecé el colegio tenía muy claro que quería entrenar, que quería jugar al baloncesto. Pero allí no había apenas niños, ni equipo ni entrenadores. Se empezaron a hacer entrenamientos, pero igual con 7 años te veías entrenando con uno de 15, todos mezclados. Creo que eso me ayudó de cara al futuro porque me acostumbré a jugar con gente más grande.
¿Y cómo fue el siguiente paso?
Sedekerskis: El entrenador y mis padres se dieron cuenta que tenía talento y empezamos a buscar alguna escuela de baloncesto en Klaipeda, que me pilla a una hora, para que pudiera jugar partidos, porque hasta ahora solo había estado en pachangas, 2 contra 2, cosas así. Pasó algo curioso y es que me lesioné en un torneo de 3×3 en verano, fuimos al hospital y allí llegó el que luego sería mi entrenador con otro chico lesionado. Me preguntó dónde entrenaba y él pensaba que era más mayor, porque me veía muy grande. Y me dijo: vale, el 1 de septiembre quiero que estés con nosotros.
¿Y tú cómo lo veías en ese momento?
Sedekerskis: Estaba acostumbrado a jugar con gente mayor y pensaba que el resto, que entrenaban todos los días desde hacía años, serían mucho mejores que yo. Luego resultó que llegué y les daba mil vueltas a todos. El entrenador intentaba convencer a mis padres para que fuese más días a entrenar, pero claro, estábamos a una hora, yo todavía estaba en el colegio…Estuve así un par de años y al final, con 12 o 13 años, me fui a vivir allí con mi padre.
¿Veías mucho baloncesto entonces? ¿Te gustaba?
Sedekerskis: Era el mítico friki que tenía revistas, que no dejaba de ver partidos en la tele. No me perdía ningún partido. Conocía a todos los jugadores de baloncesto. Una vez las profesoras en el colegio nos preguntaron por jugadores y claro, todos decían: “Sabonis”. Y yo le dije la selección entera de Lituania. Y luego videojuegos. NBA Live, luego el NBA 2K… Me gustaba ver el juego y conocerlo.
¿Cuándo empiezan a llegar propuestas de otros clubes?
Sedekerskis: Empiezas a destacar, vas a un torneo en Navidad, llegan esas cosas y también los agentes. La última temporada mía allí ya era exagerado. Promediaba como 35 puntos, 10 o 12 rebotes, 40 de valoración, yo que sé… Y vimos que teníamos que buscar un nuevo sitio.
¿Y ahí por qué Vitoria? ¿Por qué Baskonia en ese momento?
Sedekerskis: Valoramos quedarnos en Lituania, en Klaipeda, pero también tenía ofertas de Kaunas, Vilnius. Surgió la opción de Baskonia. Mis representantes me dijeron que igual en Madrid o Barcelona van más cantidad de jugadores y que aquí se suele elegir menos chicos, para intentar ayudarles y prestarles toda la atención. Y ahí me contaron la historia de Scola, Splitter… cómo habían crecido todos aquí. Vine y me hicieron la mítica prueba de la muñeca, y la clavaron porque salió 207 más o menos. Pero decidimos volver y quedarnos un año más, porque solo tenía 14 años y mis padres querían que estuviera un año más en casa.
Ahora, cuando piensas en gente que genera tantas expectativas tan joven, ¿cómo se gestiona todo eso?
Sedekerskis: Mira yo me acuerdo justo esta época, con 14 o 15 años, que oyes que te quiere el Madrid y el Barcelona, o que la estás reventando en Lituania, todo el mundo habla bien de ti, los niños en el colegio te conocen… Yo tuve un momento que para mis padres fue bastante jodido de controlarme, estaba por las nubes, chulito… También con mis compañeros. Yo quería ganar y sabía que era el mejor, pero es difícil llevarlo cuando recibes tanta atención. Al menos estoy contento porque algunos ahí se relajan, pero yo no dejé de trabajar, aunque supiera que era bueno. En verano me machacaba en los campus, entrenando, acababa muerto. Y llegaba septiembre, volvía al equipo, mucha gente había estado parada y yo había estado entrenando todo el tiempo.
¿Y crees que es lo más difícil de ese proceso de aprendizaje, en jugadores tan jóvenes?
Sedekerskis: En mi caso, llegar a Vitoria, no conocer nada de castellano, todo el mundo completamente nuevo, no conoces a nadie… Yo vine solo y vivía en un apartamento con una mujer que nos cuidaba, con otros chicos, pero el horario era tan intenso que no te da tiempo a pensar mucho. Te despiertas, colegio, luego dos horas de castellano con un profesor, vuelves a casa, comes rápido, coges un autobús, vas aquí y llegas. Luego en el recreo te recogen, haces técnica, vuelves al colegio, se acaba el colegio, directamente a entrenar. Gimnasio, luego después con el equipo. Me acuerdo perfectamente del horario, todavía lo tengo por ahí. Muchos días teníamos tres entrenamientos. Volvía a casa, me metía en la cama, muerto, me despertaba para ir al colegio y otra vez a repetir. Disfrutaba, pero era duro.
Fíjate que ahora llamo a mi madre mucho más que en esa época. No tenías tiempo. A veces me escribía:, “¿estás bien, hijo? ¿Todo bien? Que no me contestas”.
Y no es todo un camino de rosas, porque hubo momentos complicados también en lo deportivo. Debutas muy joven, pero luego llegan todas las cesiones, problemas físicos…
Sedekerskis: Empieza todo bien, todo iba de maravilla, en los Campeonatos de España, máximo anotador, luego la cesión en Araberri, jugando en Plata con 16 años… en Huesca también me gané el sitio. Cuando me estanqué fue cuando llego al primer equipo. En pretemporada tengo minutos, pero luego empiezo a jugar muy poco y todo se complica. Ahí empiezan los problemas.
Y eso para alguien que lleva toda la vida ganando y siendo el mejor, el protegido…
Sedekerskis: Eso es. Siempre había sido el protagonista, el que tenía el balón en las manos, el que se las tiraba todas. Y de repente llegas aquí y ya no te puedes equivocar.
Para jugar tienes que estar perfecto en defensa. En los entrenamientos no te puedes equivocar. Eres un niño al de 18 años, con adultos.
Y ahí sí que se entiende, Tadas, que haya gente que se pierde en ese momento, ¿no?
Sedekerskis: Sí. Yo no sé si me perdí. Ahí hay dos caminos. Si no juegas, puedes pensar: “No juego, no me valoran”. Y dejas de hacer todas tus cosas. Tus rutinas, te pierdes, igual más fiesta… Y con muchos habrá pasado eso. Pero yo tenía en mi cabeza la idea de que tenía que estar preparado. Empecé a ir muchísimo al gimnasio, a mejorar mi cuerpo. Luego también con Iñaki Iriarte. Intentar por lo menos salir un poquito de todo eso.
Y entiendo que ahí influye mucho la confianza…
Sedekerskis: Eso sí. Notas que no eres el mismo. Yo notaba que no era el mismo Tadas. Hasta entonces no sabía lo que significaba la confianza. ¿Qué es eso? Tú vas, juegas, tiras… Y lo haces bien. Y ahí me empiezo a dar cuenta que las cosas que me salían automáticas, los tiros libres, las cosas que hacía en los partidos… ya no salían. Jugaba acojonado. El tiro de tres, dudaba. Todo está ahí. Y ahí pasé un año bastante, bastante complicado.
¿Y ahí cómo haces ese clic de cambiar? ¿Tuviste alguna ayuda externa?
Sedekerskis: En el club teníamos un coach mental y nos pusimos a trabajar con él, algo que me ayudó bastante. Y poco a poco fuimos sumando cositas. Mejorar la técnica individual, trabajar poco a poco… Pensar en estar preparado para cuando llegue la oportunidad. Intentaba aprovechar los entrenamientos, pero sin confianza me costaba más.
Háblame un poco de Dusko y lo que ha significado para ti.
Sedekerskis: Cuando volvió Dusko yo estaba cedido y la temporada se canceló por el covid. Me llamaron para volver para la burbuja y cuando volví estaba acojonado al ir a entrenar. No le conocía, pero había escuchado lo duro que era en los entrenamientos y tal. Fue una buena experiencia porque ganamos la liga y al año siguiente siguió Dusko. Hasta ese momento yo había jugado más de tres, él me veía mas de cuatro y a mí me daba igual. Solo quería jugar. Llevaba casi desde los 18, 19, desde las cesiones, sin jugar. Antes hablábamos de las expectativas. Me acuerdo de ver una encuesta en twitter, que preguntaban si querían que yo me fuese o me quedase. El 70% votaba que me fuese. Parecía como si ya hubiese tenido mi oportunidad y me desecharan. Como que ya se había hablado mucho de mí y se habían cansado y se buscaban otros jóvenes. Al final eso duele, porque estás dando todo y te entran dudas.
¿Llegaste a pensar en salir de Baskonia para siempre?
Sedekerskis: Sí, claro. Es algo que se habla. Cuando acumulas tantas temporadas con problemas, llega un punto que ya te da igual todo. Si es en Baskonia, el dinero…lo que quieres es jugar. Son años importantes y siempre pienso que los jóvenes tienen que jugar. Da igual en qué nivel. Sé que hay gente que dice que es bueno entrenar con mucho nivel, pero desde mi punto de vista creo que no es mejor, porque pierdes confianza y no compites si no juegas en los partidos.
Y llegaron por fin las oportunidades en Vitoria.
Sedekerskis: Joan Peñarroya me ayudó muchísimo. Al final de la anterior temporada, con Neven (Spahija), cuando pensábamos que había encajado con Dusko, que parecía que había demostrado que valía… llegó él y bueno, al final cada entrenador tiene sus ideas y no contaba tanto conmigo. Ese verano se suponía que iba a ir a la selección, pero acabé tan harto y cansado de todo, y ahí tuve mis dos huevos, para decir que no iba a ir con la absoluta, con lo que eso supone para un lituano. Me quería pegar un buen verano entrenando, porque no conocía a Joan y quería llegar bien. Son cosas que la gente igual a veces no valora, pero quería demostrar a Joan que iba a estar preparado, quería dejarme los cuernos. Con él volví a jugar más de tres y cogí ritmo, aunque tuve mala suerte con algunas lesiones. Pero al menos se encarriló todo y encontré mi lugar.
Y llegamos a tu renovación. ¿Cómo ha sido este proceso? Llevamos meses en los que parecía que te ibas. ¿Cuándo lo tienes claro?
Sedekerskis: No fue sencillo porque empezaba la temporada después de un Mundial, cansado ya de un verano largo, y aquí hubo el cambio de entrenador muy rápido, con el calendario como es. Jugando bien, pero con mucha carga. El club se puso en contacto para ver qué queríamos y claro, al principio parece que estamos lejos, y ahí te vuelves un poco loco porque no es como estar en verano, esperando a que te llame tu agente. Aquí estás en plena temporada, jugando partidos. Desde el principio tenía claro que mi prioridad era Baskonia, pero obviamente tenía que mirar más opciones. Y había algunas interesantes. Igual mucha gente no lo entiende porque ven Baskonia solo como un trampolín a otro sitio. Pero aquí estoy muy a gusto, con gente alrededor que me ayuda, estoy encantado en el club. Y piensas: ¿qué más necesito en la vida? Si esto es como mi segunda casa. Tengo la ilusión de ser el jugador con más partidos con la camiseta de Baskonia. O que retiren mi camiseta. Ojalá algún día.
¿Has renunciado a muchas cosas?
Sedekerskis: Claro, mucha gente no lo ha entendido. Pero también mucha gente del baloncesto me ha felicitado y me ha dicho que he tomado una buena decisión. Baskonia para mí es uno de los mejores de Europa, uno de los grandes. No es que me haya quedado en un sitio menor. Mi deseo es ganar, lo que sea.
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Fotos: Aitor Bouzo