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Hablamos con Sergio Rodríguez sobre su retirada: “Para dejar un buen recuerdo hay que irse en el momento justo»

Hablamos con Sergio Rodríguez sobre su retirada: “Para dejar un buen recuerdo hay que irse en el momento justo»

Charlamos con Sergio Rodríguez en su primera entrevista en profundidad después de su retirada como jugador profesional, repasando su carrera y mirando sus objetivos. Puedes encontrar esta entrevista dentro de la revista Especial Chachismo.

Al jugador español más imaginativo de este siglo, al que se le supone que todo es pulsión y anarquía, le preguntas cuál ha sido la clave de su carrera y te responde: “La rutina”. Es una prueba más, tan gráfica como natural, de que Sergio Rodríguez nunca hace nada de cara a la galería. Así jugó, así se retiró… y así seguirá su carrera en el baloncesto, sea donde sea que esté.

Gigantes: Si yo a estas mismas alturas del año pasado te pregunto por los fichajes de Bilbao Basket o Breogán, ¿te los sabías mejor que este año?

Sergio Rodríguez: Precisamente Breogán o Bilbao igual no. Pero sigo igual el mercado, aunque parece que está todo más parado.

G: Y ahora si te tuvieras que definir a ti mismo: Soy Sergio Rodríguez y soy… ¿qué dirías?

S. R.: El otro día me metí en Wikipedia y me quedé hundido, porque ponía ex jugador de baloncesto. Y es algo a lo que no estamos acostumbrados. Cuesta mucho cambiar el chip de lo que eres. Ahora mismo estoy haciendo los Campus, en un verano muy similar a los anteriores, sobre todo a los últimos, en los que ya no estaba con la selección. Pero diría que soy un ex jugador que está en contacto con el baloncesto y que está en un periodo de tranquilidad.

G: De pequeños, a los niños les decimos: qué quieres ser de mayor, no qué quieres hacer. Y tú digamos que a los 38 años dejas de ser lo que eras. Es complicado.

S. R.: Totalmente. Nunca me he planteado otra cosa que no sea ser jugador de baloncesto. Y no es que lo haya buscado. Es algo que ha llegado. Desde pequeño tenía claro que me gustaba jugar al baloncesto, y si podía seguir haciéndolo durante el mayor tiempo posible, lo iba a hacer. Fue muy natural.

G: Pero claro, tú ahora mismo podrías seguir jugando si quisieras.

S. R.: A ver. Cuando tienes 8, 9, 10, 11… los lustros los ves muy extensos. Ahora se ve diferente. Creciendo pensaba eso, claro.

G: Y decía por ejemplo Juárez una frase que era: soy entrenador porque no puedo ser jugador.

S. R.: Mira eso es algo que no sé si voy a poder cumplir. No sé si voy a tener que ser entrenador. Y te digo entrenador porque puede ser perfectamente que en 4 o 5 meses eche de menos el día a día, la adrenalina de estar en el baloncesto. Sí pienso que cuando me dedico a algo 30 años, es que soy bueno en eso. Dejarlo de golpe y no usar esa experiencia sería desperdiciarlo. Así que algo relacionado con el baloncesto tendré que hacer y quiero hacer. No sé en qué posición, pero igual sí necesito tener que estar en el día a día.

G: ¿Por qué dejas de jugar?

S. R.: Porque siento que he cerrado el círculo. He tenido experiencias de todo tipo, he jugado 10 años en España y 10 años fuera, he jugado en la NBA, he ganado todo lo que podía ganar y creo que era el momento adecuado. Cuando volví hace dos años al Madrid, esa primera temporada no la disfruté de la manera que me hubiese gustado, para haber sido el último año. Terminó super bien, ganando la Euroliga y siendo un momento espectacular en mi carrera y este año sí he disfrutado más el día a día. Me he quedado tranquilo. Siempre he pensado que la retirada perfecta no existe. Siempre te vas un poco antes o un poco después. Y para mí era muy importante poder decidir yo cuándo me iba y cómo me iba. Y este era el momento perfecto. No he tenido lesiones, he podido ganar… son circunstancias difíciles de elegir. Prefiero irme con la sensación de que he terminado ganando y de que podía haber seguido a terminar de una forma diferente.

G.: Las decisiones que has tomado en tu carrera: ir a la NBA tan joven, ir a Rusia, a Italia… ¿parte han tenido que ver con la cabeza y parte con sensaciones tuyas?

S. R.: Han sido circunstancias. Pero creo que las circunstancias han sido más propiciadas por mí de lo que pensaba durante mucho tiempo. Siempre he querido ganar, jugar en la NBA… y las decisiones han ido encaminadas a eso. Cuando llegué a Estudiantes tenía el horizonte de la NBA. Después quise ir a un club importante en el que podía ganar, y encima del que había sido aficionado. Luego volver a la NBA… A la vuelta, vivir una experiencia en un gran club europeo como el CSKA, o jugar en Italia, que era una posibilidad que siempre me había gustado. He tenido suerte y capacidad de poder elegir bien. Creo que he tomado decisiones acertadas. Podía haber tomado otros caminos, pero creo que he estado donde tenía que estar.

G.: ¿Cambiarías alguna de las decisiones?

S. R.: En la NBA es verdad que no pude elegir equipo nunca, más allá de la última etapa en Philadelphia. Soy muy positivo y estoy tranquilo con mi carrera. Me siento orgulloso de haber terminado bien en todas mis etapas.

G.: Si tuvieras que decir algo que la gente no ve, que haya sido clave para que tu carrera haya ido bien. ¿Qué dirías?

S. R.: La rutina. Saber qué tengo que hacer. Es algo muy difícil de aprender y de conocer, sobre todo en la primera parte de una carrera profesional. Pero en el momento en el que lo identificas, todo es mucho más sencillo. No solo es rutina de entrenamiento. Es la dieta, la familia, los viajes… Ser aplicado, tener hábitos y entender que aunque algo no se te dé bien al principio, con el hábito de repetirlo puede mejorar.

G.: Y ahora, cuando no hay un objetivo, ¿cómo se lleva eso?

S. R.: De momento no me he dado cuenta. Es verano, el final de temporada fue muy apretado, con la retirada, actos, hablar con mucha gente… y ahora imagino que en septiembre u octubre tendré que crearme otra rutina, que no será fácil de hacer o de conocer.

G.: ¿Quién te ha sorprendido, de toda esa gente que te habrá escrito estos días?

S. R.: Mucha gente. También es cierto que fueron semanas de mensajes y llamadas. Primero por ganar la liga, luego por comunicarlo y finalmente con el acto. Pero quizá si te tengo que decir un colectivo que me ha hecho especial ilusión son los árbitros. Cuando estás jugando no te das cuenta. Hay muchos momentos de tensión en los que puedes acabar quemado… y me ha hecho ilusión. Que ellos tengan ese respeto me ha hecho ilusión. Son una pieza básica, cometen errores como también los hacemos nosotros.

G.: Dejas muy buen recuerdo.

S. R.: Creo que es por identificarme mucho. Y por tener responsabilidad de lo que estaba representando en ese momento. Siempre que he ido a un club he intentado aprender su historia, conocer a los jugadores anteriores. Y creo que ayuda el irse en el momento justo, para dejar un buen recuerdo. Y eso lo he podido hacer donde he estado.

G.: En el Estudiantes sigue habiendo gente que va con tu camiseta…

S. R.: Son épocas muy representativas de lo que he hecho en mi carrera. Debuté en Estudiantes y me fui a la NBA. No es que me fuera a otro equipo. Igual que cuando dejé el Madrid. El tiempo que pasas en un sitio es clave. Aprovecharlo e irme en el momento adecuado.

G.: ¿Cómo es tu relación con Messina?

S. R.: Igual que pasó con McMillan, visto desde otra perspectiva, era también parte normal de un entrenador que tiene un base joven que tiene que hacerse, adquirir experiencia. Para mí las conversaciones con Ettore para dejar la NBA y venir al Real Madrid fueron clave. Me convenció de lo importante que era ganar la Euroliga. Yo siempre había tenido la NBA como un sueño, pero también era aficionado al Real Madrid, a la ACB, a Europa. Cuando hablé con él, me supo transmitir muy bien lo que era ganar la Euroliga y partir de ahí fue una obsesión. Ese primer año, por mi parte, viniendo de una época en la NBA de formación para mí, y adaptarme a eso, no fue sencillo. Para él era su segundo año, con un Barça super fuerte, y no fue fácil. En realidad ahí solo coincidimos 6 o 7 meses. Después mantuvimos relación muy buena, de vernos y hablar y, cuando surgió la oportunidad de Milán, sabía que con él iba a ser un proyecto para intentar ganar todo. Luego se conseguirá o no, pero la visión es esa. Y fueron situaciones especiales. Hubo la pandemia, nosotros veníamos de Moscú, de una situación personal difícil, con la niña naciendo allí… no habíamos podido tener la vida fuera del baloncesto como la teníamos en España. Volver a Italia nos permitió eso.

G.: Hay algunos momentos en tu carrera que son clave. Primero, cuando vuelves de la NBA, y al principio las cosas no salen como deberían salir. Físicamente te faltaba chispa y no metías de fuera. ¿Qué cambió para que todo explotase en aquel playoff?

S. R.: Creo que también es importante la percepción, tanto de la gente como mía. Y en eso he sido un pionero. Yo me fui a Estados Unidos sabiendo que necesitaba años de formación y a eso me fui allí, a formarme. En esa época no era lo normal. Lo normal era irse después de haber estado varios años en Europa, haciéndolo bien. Ese periodo se ha ido transformando en estos años y ahora vemos jugadores que se van a la NBA, se siguen formando allí, y a veces vuelven a Europa con total normalidad. Y en la vuelta, después de estar tantos años en la NBA, se esperaba que fuese dominante. Y era difícil. Nunca había jugado en Europa a ese nivel, no conocía a los jugadores, los rivales, los árbitros… Era lo normal que pasara. Y en ese momento hay presión, hay tensión, y todos esperábamos que fuera diferente. Pero cada cosa tiene su proceso. Y ese momento había que entenderlo de esa manera. Llegó un momento en el que todo va funcionando. En esa segunda temporada llevaba tiempo trabajando con Joaquín Juan y conociendo esas rutinas que te decía antes. No fue de un día para otro.

G.: Mucha gente quizá no conozca tanto a Joaquín Juan, o lo asocia a Pau. Pero creo que en tu carrera es alguien fundamental.

S. R.: Totalmente. Parte de esas rutinas las consigo cuando empiezo a trabajar con él. Entrenamientos fuera de la rutina del equipo, tratamientos de fisioterapia, dietas, entender momentos de apretar más con el trabajo en casa o cuándo parar… Y él me permite todo eso. Conocerme más.

G.: Y todo eso, ¿te lo pagas tú?

S. R.: Sí, sí. Es un trabajo extra que hice desde 2011 hasta ahora. Y estando fuera, con un seguimiento mensual o semanal en cada sitio en el que estaba.

G.: Esto entiendo que es algo que recomiendas a cualquiera? Lo que te ofrece un club no es suficiente.

S. R.: También es verdad que depende del club en el que estés. Nosotros hemos estado en el Real Madrid, que tiene de todo y con una calidad tremenda, dentro del staff, pero sentía que necesitaba algo extra para ordenarlo. Y el perfil de Joaquín es buenísimo. No solo como fisio, sino como amigo. Ha sido básico, sobre todo cuando he estado fuera y he cambiado de equipo. No es fácil explicar todo a cada staff. Y adaptarte en poco tiempo. Eso requiere meses de que te conozcan, tengas confianza… Yo tenía el seguimiento con Joaquín y su equipo para ser productivos desde el primer momento, porque a veces no tienes ni tiempo para adaptarte al club. Tienes que ir ya adaptado.

G.: Otro momento clave es cuando te vas a Milán. Ahí estás muy muy cerca de firmar en Valencia.

S. R.: Sí, hubo varios equipos con los que hablamos. Fue un verano complicado. Yo tenía claro que había terminado una etapa en Moscú. Podía haberme quedado, pero entendía que era el momento de salir, después de haber ganado la Euroliga, para lo que me habían fichado. Tuve varias conversaciones, tenía que rescindir con el CSKA… Entendieron mi situación y, cuando surge la opción de Milán con Messina… Él acababa de llegar y hasta mediados de julio no pudo tomar muchas decisiones, porque había jugadores con contrato. Cuando me llamó él, lo tuve claro. Si no hubiera surgido la opción de Milán, seguro que el destino habría sido otro, claro, y posiblemente en España.

G.: Pero cómo de cerca estuviste…

S. R.: Fue en ese momento en el que había varias propuestas sobre la mesa. Y Valencia Basket era una de ellas. Venían de ganar la liga y con todo lo que estaban construyendo de L’Alquería, eran un equipo Euroliga… Había posibilidades. Pero la prioridad en cuanto Milan y Ettore pudieron hacerlo, fue ir allí.

G.: Si tuviera que decir dos entrenadores que han marcado tu carrera, ¿dirías Pablo Laso y Ettore Messina?

S. R.: Ellos dos por supuesto, pero también diría otros. Incluso entrenadores con los que he estado menos años. Pienso en Pepu, Pedro Martínez, o los entrenadores NBA como McMillan, aunque no viésemos el baloncesto igual, pero aprendí muchísimo de él. Recuerdo conversaciones en su despacho de hora u hora y media. Lo pienso ahora y digo: ¿cómo me aguantaba? Con 20 años, dando explicaciones al rookie de cómo veía él las cosas, cómo tenía que mejorar yo… Ahora lo valoro mucho y me ayudó a afrontar otros momentos en mi carrera en los que tenía que hablar o manifestar algo a un entrenador y esas conversaciones me ayudar. Itoudis, Scariolo… He tenido suerte, habiendo estado con entrenadores muy diferentes, y todos ganadores.

G: Y creo que Ettore es padrino de uno de tus hijos…

S. R.: Sí, de Sergio. Él nació en Milán y creo que uno de los grandes responsables de que le tuviéramos fue Ettore, porque consiguió que pudiéramos estar allí, muy a gusto desde los primeros meses. Tenemos con él y su mujer una relación de mucho respeto.

G.: Con el señor Armani.

S. R.: Para nosotros era muy importante que él estuviese. Igual jugabas un sábado por la mañana contra Brindisi y le veías ahí sentado. Y pensabas: si este señor está ahí, viene a disfrutar del partido, hay que ponerse las pilas. Cuando lo ves ahí sentado, con esa ilusión, con ganas de hacer las cosas bien para que todos estuviesen contentos, es algo que impone y da respeto. Es algo que pasaba también con Vatutin en Moscú. Son referentes de muchos años, pero muy cercano. Con Armani ya no solo los partidos. Las cenas, los actos… o cuando había una racha mala y recibíamos un mensaje de él. Era algo muy especial que nos ayudaba a sentir importante.

G.: Si en septiembre u octubre te da el bajón, ¿qué vas a hacer?

S. R.: No lo sé. Pienso que toda esta experiencia de las rutinas y los hábitos me ayudarán. Aunque de primeras no tenga algo estructurado, sí pienso que debo buscarlas. Lo bueno es que mi vida familiar no cambiará. Bueno, cambiará para bien. En los últimos años he sufrido viajes, estar fuera… Me gusta llevar a los niños al cole, buscarles… O tener fines de semana más llevaderos. Siento que debo recompensar eso de alguna manera.

G.: Pero por ejemplo, ¿te has apuntado al gimnasio? ¿A algo más? ¿Lo tienes pensado?

S. R.: Sí, sí. Está todo pensado, y será algo muy relacionado con el deporte. No creo que sea jugando muy asiduamente, pero sí a otros deportes como golf, gimnasio, tenis… Y después veré si me animo a partidos con veteranos o lo que sea, pero yo necesito deporte.

G.: Y esa necesidad que tenías de chaval de estar todo el rato botando el balón, en casa, en el banquillo… ¿la sigues teniendo?

S.R.: No tanto, pero sí de tener un balón alrededor. Es verdad que los niños son pequeños, a Carmela le gusta mucho el voleibol, Greta y Sergio son más pequeños, pero siempre hay algún balón. Y ahora en los Campus me he hartado. Ahí estamos desde que llegan los niños hasta que se van, pasamos 9 o 10 horas en el cole rodeados de balones.

G.: ¿Qué parte de responsabilidad de todos tus éxitos ha tenido tu familia?

S.R.: Es fundamental. Fundamental. Primero en la parte de formación y luego al principio de mi carrera. Piensa que Ana y yo llevamos juntos 17 años. Nos conocimos después de mi primera temporada en la NBA. He tenido mucha suerte de tener los padres que tengo. Mi hermano. Que ellos supieran cómo soy, lo que necesitaba en cada momento. De decirme las cosas que necesitaba. Como psicólogos continuos. Yo soy muy emocional y me tomo todo muy a pecho, para lo bueno y para lo malo. Y a mi padre le encanta el baloncesto. No solo hablamos de mi situación personal, hablamos de otros equipos, de jugadores… Y algo que valoro mucho es que siempre han respetado la figura del entrenador. Siempre han querido ayudarme, pero entendiendo que tenía que hacer las cosas en beneficio del equipo, para poder ganar. Y con Ana hemos vivido tantas cosas… Hemos tenido que tomar decisiones a última hora, formando una familia en los últimos 10 años. Lo valoro un montón. No es fácil con nuestra hija de 1 año decidir irnos a Philadelphia. La forma de emigrar que tenemos los deportistas es fantástica, porque te lo ponen todo en bandeja, pero es complicado encontrar médicos, poner vacunas, sentirte a gusto en la ciudad, en Moscú… Me ha permitido realizarme jugando y al mismo tiempo formar una familia. Eso ha sido increíble.

G.: La importancia de que tus padres fueran maestros con vocación social

S.R.: Y creo que también mi educación. He ido a colegios donde estaban mis padres, colegios públicos en Tenerife, y he tenido una visión de lo que es la vida. Veía a mis padres trabajar, han tenido posibilidad de tener vacaciones para estar con nosotros… He tenido una infancia y una adolescencia muy pegada a ellos y el haberme ido tan pronto, aunque físicamente me despegaba, emocionalmente seguíamos muy unidos. Hablábamos todos los días y esa parte también la valoro mucho.

G.: Y luego, una mujer que ha estado dispuesta a viajar. Si no igual tu carrera habría sido distinta.

S.R.: Seguro. Es verdad que con mi padre tuve mucha suerte, pero con Ana nos hemos elegido, entonces ha sido más sencillo (risas). Teníamos una visión muy parecida de lo que queríamos como familia, como mi carrera deportiva y con la vida que podíamos tener y ella siempre me ha animado porque considerábamos que eran decisiones buenas para todos. Queríamos que nuestros hijos tuviesen una visión internacional, que conocieran otras culturas. Y eso es algo que nos llevamos. Cuando Carmela cumplió 4 años, había vivido en 4 países. Sabemos que es algo más complicado que vivir en una zona de confort, pero queríamos darles esa posibilidad porque creemos que es bueno para ellos.

G.: Gente que no se acuerda de su carrera, que repasa y no sabe cómo quedó tal año, pero sí de cosas concretas.

S.R.: Bueno a mí me pasan las dos cosas. Sé exactamente cómo quedamos cada año, pero igual me despierto un día y tengo whatsapp de un ruso, de un americano y de un italiano. Esa parte es bonita. Tener muchos sitios a los que llamar casa de una forma u otra. Haber estado en entornos que eran impensables, porque yo salgo de Tenerife. Toda mi familia estaba allí. Y me he ido a los sitios más lejanos a los que podía haber ido. Bilbao, luego Portland, Madrid, Philadelphia, Moscú…

G.: No sé con qué carrera podias soñar de niño. Pero esta, ¿mejor o peor de lo imaginado?

S.R.: Mejor. Hombre, me falta un anillo de la NBA. Pero mi sueño era jugar allí. He tenido suerte con lesiones, con la gente que me he encontrado, y de haber jugado en sitios como el Real Madrid. Ganar dos Euroligas. Posiblemente empezando habría sido imposible diseñarla de esta manera, pero se ha ido dando así y estoy muy orgulloso. Es algo especial, no es algo común en otras carreras y estar en diferentes sitios me ha dado una visión muy amplia del baloncesto mundial.

G.: Mi anécdota favorita, hay un partido en el que casi no sales a jugar porque te enfadaste con el entrenador.

S.R.: Eso eran los mind games de Txus Vidorreta, que nos venían genial. Yo he preferido siempre estar cabreado con el entrenador antes que desilusionado. Y eso se ha visto en toda mi carrera, se me nota. Cuando he estado bien con un entrenador, genial. Cuando estaba cabreado, también genial. Y esos eran los primeros pasos. Un Europeo en el que todo nos salió genial, con Txus. No sé exactamente qué había pasado. En ese torneo batí un record de balones perdidos. En partido de preparación perdí 13 y yo sabía que confianza en mí tenía, pero me picó y funcionó perfectamente. Fue un paso clave porque me permitió crecer y que pasase al Estu como segundo base. Sin ese torneo quizá nada de lo de después hubiese pasado.

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