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El trienio irreal (2006-2008): tres años clave en la historia del baloncesto español, por Piti Hurtado

El trienio irreal (2006-2008): tres años clave en la historia del baloncesto español, por Piti Hurtado

Los convencidos nos convencieron, lo cual suena muy musical pero es terriblemente real y prosaico, a una afición y una prensa del baloncesto en un país como España donde el deporte de la canasta había vivido la Plata de Los Ángeles como su sueño maravilloso de un verano y la anunciación de Lisboa 99, con prácticamente parecidos protagonistas. Pero no parecía real creer que podíamos ser candidatos al siguiente escalón, el boicot de la URSS y el hecho de que en la capital lusa era un Campeonato Junior nos hacia no creer del todo. Pese a que llevaban seis años asomándose a ese paraíso.

2006, 2007 y 2008 fueron un campo de fresas para siempre. Aunque en despachos no fuera sencillo, pero los jugadores demostraron que no les influía mucho lo que no fuera la cancha. Nada era real pero todo fue cierto. No lo supimos durante, ni tampoco los 15 años posteriores. Porque se seguía ganando a nivel europeo, incluso la Selección Española consiguió otra plata olímpica en el siguiente ciclo y hasta otro oro mundial con dos supervivientes (Marc Gasol y Rudy) unos diez años después. Pero aquello fue ser candidatos firmes para ganar el campeonato del Mundo y el Olímpico. Sin pausas competitivas, sin otro destino.

Lo que mueve el mundo es la promesa del amor y lo que se termina escribiendo en los libros es la consecución del mismo. Desde que fueron campeones del mundo junior los quintos del 80, todo fue un esperar con más o menos certeza. Menos creer los que no lo habíamos visto, más los que estaban dentro del vestuario. La selección de aquellos años implantó la costumbre de tener bromas comunes prepartido donde con esparadrapo cambiaban nombres en las camisetas cubre, tenían canciones cada verano que se imponían sin obligación a memorizar y cantar todos… y otros rituales que no sabremos. Todo esto era un ocupar el tiempo previo a los partidos, daba igual que fuera un amistoso en Badajoz que antes de la final olímpica en Pekín. Incluso hasta el seleccionador de turno (en estos tiempos fueron Pepu y Aíto) tenían que esperar a que terminaran los últimos versos para comenzar las charlas tácticas. Y no al revés.

Quién viera jugar a España todos esos años encontró ese patrón común, pero es que desde el Mundial de Japón a los JJOO en China ganaron el Mundo, perdieron el oro olímpico contra USA con Kobe y LeBron casi pidiendo la hora y la plata del Eurobasket de Madrid fue considerada en su día como un fracaso pese a que solamente nos separó del oro un lanzamiento errado de Pau Gasol. Ese era el estándar del momento.

Cómo explicar que mirado desde la distancia y tras los cuatro Eurobaskets conseguidos posteriormente lo más asombroso es que la ruptura real de todos los techos competitivos se dio entre el 06 y el 08. Desde que acabaron esos Juegos Olímpicos, ha habido seis celebraciones de Campeonato Europeo de Selecciones y de los seis, cuatro los ha ganado España. Con plantillas trufadas de jugadores nacidos en 1980 o sin ellos. Hasta ahora, y han pasado muchos años. Abrir camino es esto.

Pau Gasol y Navarro como líderes en apogeo. Garbajosa y Mumbrú como animales competitivos preparados para lo que hiciera falta. Carlos Jiménez, el mejor Calderón y Berni como los tres más entrenables preparados para seguir el plan pero también para subirse al barco pirata. Felipe y Marc Gasol aportando el cuerpo terrestre y el instinto de colocación. Y para aportar magia según el año: Chacho o Ricky. Y desde el banquillo el hombre elástico, Rudy Fernández, acciones ganadoras.

Y lo más importante del trienio, fue la forma de jugar…O al menos en 2006. De esa inercia nació lo demás. Los éxitos, las medallas y la ausencia de miedo. No ha vuelto a haber un quinteto más aplastante que el de ese año: Calderón, Navarro, Jiménez, Garbajosa, Pau. Cada uno en su mejor momento, el más experimentado, Jiménez siempre fue su mejor momento, siempre resolvió con brillantez las partes de menos contraste en el juego. Y los otros 4…podían generarse canastas con o a ser posible, sin pizarra. Pero con el poso español de saber pasarse el balón. Tampoco entonces éramos los mejores físicamente, pero no era tan importante esa faceta o en todo lo demás, España podía igualarte o superarte.

El Mundial de Japón fue tocar el cielo de la globalidad por primera vez, el Eurobasket de 2007 dejó mal sabor porque el guión previo al celebrarse en España estaba firmado sin lugar a finales alternativos. Y ahí el baloncesto se tornó caprichoso, reafirmando su condición aleatoria como buen juego que sigue siendo. Rusia y JR Holden aprovecharon esa ventana de oportunidad. Los Juegos de 2008 no fueron nada sencillos, la traumática salida de Pepu Hernández de la FEB dio paso a un perfil diferente de entrenador, Aíto García Reneses que quería hacer las cosas a su manera. De unas formas o de otras, por más fricciones que hubiera la situación siempre volvía a ser la misma:

– ¿Contra quién jugamos? Bueno, da igual, vamos a ganar.

Vivir con los ojos cerrados antes de los partidos es fácil. Y a veces es sano mentalmente. Siempre que los tengas bien abiertos cuando se da el salto inicial. El que pestañea tiene más opciones de perder.

En la final de 2008, Kobe Bryant mandaba callar al mundo FIBA mientras que Rudy Fernández cerró la boca de Dwight Howard pero todos la abríamos en casa, matazo inolvidable. En la última jugada, la Bomba Navarro ironizaba dando 5 pasos sin botar, la queja sin escucha del torneo. España estaba dolida por haber perdido, aún no sabía que ganó la eternidad en ese encuentro mítico que siempre estará en nuestros corazones. Hay finales ganadas de 20 puntos que hemos olvidado pese al brillo, hay finales perdidas de las que nos seguimos vanagloriando.

Aquella generación de jugadores nació como grupo y vivió, añadiendo compañeros, convencida de que así tenía que ser y que ganarían siempre. Ganaron casi siempre. Una mezcla de cierta inconciencia, alegría y determinación. Aquello destrozaba el mejor scouting rival.

John Lennon murió asesinado el año que nacieron el núcleo fundacional de los mejores españoles que han jugado a baloncesto nunca, en 1980. Y en Andalucía, donde empezaban siempre las concentraciones y Giras Ñ de la selección, fue donde el líder de The Beatles compuso Strawberry Fields Forever. Una invitación a vivir sin preocupaciones, algo de la Villa almeriense que alquiló le recordaba a un jardín de su infancia.

La España de 2006 a 2008 es la época más feliz de nuestro baloncesto, una patria en sí misma. Un recreo de tres veranos seguidos sin justificante de ausencia. Llegó en el momento justo de maduración de aquellos jugadores legendarios. A los que lo solemne les sobraba porque querían seguir corriendo, encestando, riendo y ganando. Fue su campo de fresas, fue nuestro goce más iniciático. De Saitama a Pekín.

Porque me estoy yendo a Strawberry Fields
Y no hay nada de lo que preocuparse
Strawberry Fields para siempre
Vivir con los ojos cerrados es fácil
Malinterpretando todo lo que ves
Se está haciendo difícil ser alguien
Pero todo va a quedar bien
No me importa mucho
Déjame llevarte conmigo
Porque me estoy yendo a Strawberry Fields’
Nada es real
Y no hay nada de lo que preocuparse
Strawberry Fields para siempre

Foto:  Getty Images y Archivo Gigantes

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