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Gigantes del Basket
Un legado bajo una obsesión: la influencia de Gianna en Kobe

Un legado bajo una obsesión: la influencia de Gianna en Kobe

Rápido, deprisa, deprisa nos hemos vuelto tarumbas en las búsqueda de los restos que Kobe Bryant ha dejado en nuestras vidas, en las ajenas y en lo que las junta: el basket. OK, mentalidad, dureza, obsesión… y por el camino dos detalles: uno abstracto y otro concreto. El amor hacia su hija. Y su enfermedad por los detalles

En plena competición de la Copa del Rey de la Liga Endesa, alguien tuvo la brillante idea de honrar a Kobe. La Copa es nuestro máximo escaparate de basket cuando hablamos de competir. Un buen lugar para la mercadotecnia que aún tiene mucho por explotar. Es lo mismo, ése no es el tema. La historia es que a nadie le ha molestado o llamado la atención la celebración y el recuerdo de Bryant. Los jugadores se han sumado: los americanos y los nuestros como Darío Brizuela que reconoce no poder hablar mucho del tema, sin que la lágrima se le vaya. Hablé con unos cuantos sobre el tema y daba gusto.

Me encantaron las explicaciones largas de Anthony Randolph, sobre las veces que jugó contra él y las que le vio jugar. Las camisetas colgadas de Brandon Davies; las zapatillas con recuerdos a Kobe y a Gianna de Brock Motum. Pero si me tengo que quedar con dos, ha de ser uno de cada extremo del puente aéreo. Cada uno acompaña una idea del legado inmediato de Kobe: Cory Higgins, escolta del Barça, reconoce que siempre llevó Kobe’s en los pies, pese a ser ahijado de Jordan.

Lo ha hecho por lo que ha supuesto su mentalidad para él, cómo le ha inspirado en la vida y en el día a día… “no hay razón por la que cambiar”. Jaycee Carroll no es que atufe a gran seguidor de Bryant, aunque es evidente que en su devoción por el juego, se pueden ver las similitudes de esas mentes casi al límite de la locura obsesiva del balón y el aro.“Cuando me enteré de la noticia, lo primero que hice fue pensar en mi hija. Tengo una hija de la edad de la suya, loca por el baloncesto y me hizo pensar qué sería perderla. Me ha ayudado a ver la vida de otra manera, a querer ser mejor padre y pensar más en mi familia”. Ok, el legado del basket para Higgins; la lectura de vida de Jaycee son dos de las ideas eternas que trasciende de la Mamba. Una leyenda que nos deja otras dos huellas: una que quedará diluida y la otra, explotada al máximo en tiendas y redes de compraventa.

VOLVIERON LAS ‘BAJAS’

No hay cosa cotidiana o extraordinaria que Kobe no ejerciera con pasión. Obsesión, en el tema del basket. Así que las zapatillas no iban a pasarle por la derecha. Todos los diseñadores que han trabajado con él hablan del exceso de celo, de la constante búsqueda que le llevó a rescatar el concepto de la zapatilla baja. A cada zapa la dotó de sus ideas y de sus contextos. ¿Hay algo más duro que las ‘5AM Flight’? Cada zapatilla de su décimo modelo tuvo un mensaje de quién era él y a qué se dedicaba. Y esa, la ‘5 AM Flight’ cuenta la locura de concentración e implicación que tuvo para volver a las canchas tras partirse el Aquiles.

Cada mañana, antes de empezar a trabajar en su recuperación, se lanzaba de cabeza a una piscina desde un trampolín de 40 pies-poco más de 12 metros-. Le ayudaba a empezar el día y era como la imagen del salto en su cabeza que debía dar para seguir en competición. De su obsesión por las ‘bajas’ se dicen muchas cosas. La primera es que su pasión por el fútbol al crecer en Milán siempre le llevó a querer calzar botas de fútbol. Y seguramente, sea cierto, pero que también tuvo la culpa su amistad con Ronaldinho. De sus continuos contactos con el FC Barcelona nació el estudio de sus diseñadores de la salida de los laterales o extremos balompédicos.

Kobe pensaba que sus salidas cuando estaba parado en cancha tenían mucho en común con las arrancadas de los carrileros desde la banda. Fueron los modelos de las Kobe IV y V los que acabaron por convertir la bota de basket baja en tradición. Ya digo que vimos muchas antes, pero que también acumulábamos 30 años de pensar que las botas de basket eran altas, bueno eso, botas.

Lejos de lo que esconde el cambio de rumbo, (ahora es absolutamente normal la zapa de caña baja), hay otro movimiento más profundo: calzado por posición y no genérico. Nunca antes habíamos oído hablar de zapatillas por puesto en cancha y por fin, se sucede. Los exteriores no han de llevar zapatillas de pívot y no todos los pívot tienen que llevar mamotretos en los pies. De la obsesión de Kobe por buscar elementos con los que mejorar sus condiciones nace un nuevo concepto de zapa de basket.

‘HUSKIES FOR LIFE’

Una conversación casual, pero rodeada de micros. Coincidían Kobe Bryant, Gianna Bryant y Reggie Miller: “Está claro que Gianna tiene que jugar para UCLA cuando llegué el momento de la Universidad”, asegura Miller. “No, no creo”, responde Kobe que confirma que formará parte del equipo legendario de las Huskies de la universidad de Connecticut. El programa femenino de los del campus de Storrs, en pleno corredor de la sabiduría, al norte de Nueva York y al sur de Boston, empezó hace poquito en el tema del basket, en 1975. Desde entonces han acumulado 11 campeonatos -4 de forma consecutiva- y poseen dos de los récords más grandes de victorias consecutivas. Llegaron a ganar 111 partidos -entre 2014 y 2017-.

Luego, tuvieron una más corta de 90 partidos, que incluyó dos temporadas enteras sin conocer derrota. El jefe de todo es Geno Auriemma, que empezó en esto allá por 1985 y que puede presumir y presume de un 80% de victorias en todos los partidos (más de 2000). Geno acabó siendo amigo y consultor de Kobe, a la fuerza. Las mentes más brillantes acaban por reconocerse y era sencillo que lo hicieran. Y más si por el camino de ambos había una figura imparable como la de Diana Taurasi. Diana es la gran estrella de los Huskies, porque es la gran estrella del basket mundial. Kobe ha tenido una relación recurrente con la jugadora de origen argentino, nacida en California, pero hecha a medias en Argentina.

«Todo lo que él hizo, supo que lo quería para su hija Gigi. Legado dentro y fuera de la cancha»

La descendencia de la Mamba ha sido caprichosa y le dieron cuatro hijas. Siempre, todo el mundo dijo que Gigi era su reencarnación. Su ansiedad, obsesión y pasión por el basket. Con ella se recorría las canchas. Por ella le habló a Luka Doncic en esloveno -quería que ella conociera a uno de sus ídolos-. Y por su hija estaba empezando a hacer una defensa férrea de la WNBA. Viendo partidos, luciendo camisetas y pregonando a los cuatro vientos pasión por el deporte. En su academia Mamba Sports Academy, las principales eran ellas.

Son ellas. Porque su carrera había empezado. La naturaleza le había dado sólo chicas, y sólo una de ellas era como él. Correcto, hagamos del basket, en cualquiera de sus versiones, su obsesión, aunque esté retirado. Por el camino nos quedan las chapas del ‘buenísmo bien’, aquel día en el que hizo que el equipo de Gianna machacara por más de 80 puntos a un rival… y quizás, en la continuidad de esa pasión llegó la muerte, pues iban camino de un partido cuando el helicóptero cayó.

En él, iban 9 personas, dos jugadoras de baloncesto… Las dos, en sus bolsas cargaban unas zapatillas de caña baja, con las que jugó Luka Doncic en su primer partido después de Kobe. Por aquel entonces, ya se llamaban las Mambacitas. Todo lo que él hizo, supo que lo quería para Gianna. ¿Entendéis a Higgins? ¿Comprendéis a Carroll?

Fotos: Getty Images

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