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Víctor Claver: “Hay jugadores a los que no les gusta ser el foco” Entrevista en profundidad tras su retirada

Víctor Claver: “Hay jugadores a los que no les gusta ser el foco” Entrevista en profundidad tras su retirada

Se convirtió en imprescindible por la vía de la humildad y el sacrificio. Y, a fuerza de sentirse útil antes que importante, ejerció como nadie el papel de soldado en la mejor generación del baloncesto español. Vital en la conquista del Mundial de 2019, logró siete medallas en 11 torneos con la selección absoluta (169 internacionalidades), una Eurocup, una Liga y tres Copas en 18 años de carrera, además del título de Hijo Predilecto de su Valencia natal. Víctor Claver (1988) se despidió del baloncesto en activo este verano y ahora abre el álbum de recuerdos de un recorrido apasionante: del patio del colegio Maristas, donde empezó a botar el balón a los siete años, a la pista central de L’Alquería del Basket, donde colgó la camiseta a los 36, arropado por su madre y sus hermanos, su mujer y su hijo, y una ilustre representación de compañeros y amigos.

Gigantes: “Nunca saber dónde puedes terminar. O empezar”, decía Vetusta Morla y el título de su mensaje de retirada el 1 de julio.

Víctor Claver: Fue un proceso hasta llegar a ese día. Acababa contrato con el Valencia y eso era una señal pero, sobre todo, fue determinante que físicamente ya no me encontraba al cien por cien y no estaba disfrutando del baloncesto. Vi que era el momento de dejarlo y de empezar una nueva etapa. Me siento un afortunado, porque he vivido muchas más cosas de las que hubiera imaginado cuando empecé. He intentado ser fiel a mis principios, a lo que aprendí de pequeño en casa. Y, a partir de ahí, crecer. Siempre di lo mejor de mí para ayudar al equipo. Nunca me rendí y cumplí todos mis sueños.

G: ¿Qué consejo de esos que le dieron en casa le marcó?

Víctor Claver: La frase que me decía mi padre siempre que me iba a las primeras concentraciones con la selección valenciana y luego con la española: “Aprende mucho y disfruta”. Y eso es lo que he intentado hacer, aprender hasta el último día. Esa ha sido mi filosofía.

G: Empezó de casualidad en el baloncesto, porque estaba encaminado a jugar al balonmano, como su padre (Francisco Javier Claver, Paco Claver, que fue jugador y entrenador).

V.C.: En el colegio Maristas de Valencia donde estudiaba había equipo de balonmano, pero eran todos mayores que yo y, cuando empecé a entrenar con ellos, no me gustó mucho. En el equipo de baloncesto había más chavales de mi edad, me sentí más integrado y, desde el principio, me gustó. Pero fue de casualidad, sí, porque si hubiese habido equipo de voleibol también habría probado. Estaba destinado a ser deportista.

G: Su crecimiento deportivo y su llegada a la EBA y la ACB coinciden con la conquista de la selección española del Mundial de 2006 en Saitama, ¿le marcó?

V.C.: En ese momento, ni se me pasaba por la cabeza la aspiración de llegar ahí algún día. Era consciente de que tenía proyección y estaba iniciando mi camino, pero ni mucho menos me imaginaba que al verano siguiente ya iba a estar invitado con la selección absoluta. Fue todo muy rápido, pero no miraba mucho más allá. Me estaba preparando el Bachillerato y no pensaba en lo que podía venir.

G: ¿Reflexionaba con la almohada todo lo que estaba viviendo?

V.C.: Nunca tuve la sensación de estar perdido o el vértigo de no saber que estaba pasando, pero sí recuerdo claramente un punto de inflexión que me marcó. Un día me cogió mi padre y me dijo muy firme: “Si no llegas, no llegas; no pasa nada, no va a ser un drama. Seguirás estudiando y ya está. Pero si tienes la oportunidad tienes que ir a por ella…”. Esa charla me hizo abrir los ojos y reaccionar. Él peleó mucho para que yo llegara arriba. Era mi guía y, en ese momento, entendió que necesitaba apretarme las tuercas.

G: ¿Cuándo se sintió profesional del baloncesto?

V.C.: En el Valencia, Víctor Luengo fue como un padrino deportivo y él me enseñó lo que era estar en un vestuario profesional. Al final de mi primera temporada en la ACB [2006-2007], cuando se lesionó Dejan Milojevic, que en paz descanse [falleció en enero a los 46 años], empecé a jugar con continuidad. En playoff hice una buena serie contra el Madrid, en verano fui de invitado con la selección y, a la temporada siguiente, ya me sentía totalmente integrado y jugué todos los partidos. Ahí ya me sentí profesional de verdad.

G: En 2009 llega la elección en el draft en primera ronda por los Blazers [nº 22] y el primer gran campeonato con la selección [el Europeo de Polonia].

Víctor Claver: Pasó de todo ese año, porque además estuve mucho tiempo lesionado con un problema importante de tobillo y solo jugué 18 partidos. Pero, después de una temporada mala, me llegaron muchas cosas buenas. Sergio [Scariolo] contó conmigo en su primer año y cuando llegué ya conocía bien al grupo por haber estado invitado los dos años anteriores. Tengo muy grabada la primera concentración en 2007. Llegamos a Cádiz y cuando bajaba a desayunar pensaba: ‘¿y qué hago yo aquí?’, con Berni, con Calde, con Navarro, con Pau, con todos… Pero también estaban Chacho, Rudy, Marc…, que eran más jóvenes e hicieron por integrarme. Ahí descubrí el concepto de la Familia. Fueron veranos intensos porque además tenía campeonatos con los de mi generación.

G: ¿Y qué le decía su padre a la vuelta de esos veranos?

V.C.: No había tiempo para muchas charlas porque enseguida empezaba la temporada. Pero si recuerdo su orgullo con el oro en aquel Europeo de 2009. Fue el último campeonato al que viajó, porque no fue al Mundial de 2010, y falleció de cáncer en mayo de 2011.

G: ¿Cuánto le marcó su pérdida?

V.C.: Fue un golpe muy duro. Fueron años difíciles por su enfermedad… Pero le he tenido muy presente siempre. Muchas veces pensaba ‘¿qué me diría en este momento?’, ‘¿qué haría él en esta situación?’. Lo sigo haciendo. Siempre he intentado que estuviera orgulloso de mí.

G: Ante una pérdida así, ¿se encerró en su mundo, pidió ayuda…?

V.C.: Antes de iniciar la siguiente temporada hablé con mi agente para buscar un psicólogo que me ayudara en el proceso del duelo y también para seguir con mi carrera profesional. Muchas veces pensamos que estamos preparados para todo, pero descubres que no. Luego contacté con Roger Esteller, que ha sido la persona con la que he trabajado desde mis años en Barcelona hasta ahora. Desde su experiencia como jugador y con su formación como psicólogo me ha ayudado a tomar decisiones con tranquilidad, seguridad y personalidad. Aprender a gestionar la salud mental ha sido clave en mi carrera.

G: En esos años, ¿tuvo más ganas de romper con todo o de seguir a modo de homenaje?

V.C.: Siempre quise seguir. A modo de homenaje y también como terapia. Cuando juegas logras abstraerte. Aprendes a llevarlo con la mayor normalidad y tranquilidad posible.

G: Siempre se le ha visto con temple y serenidad, dentro y fuera de la pista. También ante las críticas, ¿cómo las llevaba?

Víctor Claver: He tenido momentos mejores y peores con eso. La gente no es consciente de que cuando a uno no le salen las cosas también lo sufre. Nadie quiere jugar mal. La gente solo se queda con lo que ve en la pista y ahí vienen las críticas. Pero un jugador no es solo lo que hace en la pista. Un jugador es lo que hace todos los días, no solo el día de partido.

G: En su caso, podía ser tan grande la crítica de fuera como el respaldo de dentro, de los vestuarios de los que formaba parte.

V.C.: Siempre he intentado adaptarme a todo y aportar lo que el equipo necesitaba. No todo consiste en tener el balón en las manos. Hay que tener al equipo siempre presente y yo siempre antepuse el equipo a todo lo demás. Mi versatilidad y capacidad de adaptación es lo que me ha permitido estar tantos años en la selección. Luego, cuando tuve la oportunidad de tener más relevancia, también lo aproveché.

G: ¿Cuándo empezó a sentir el reconocimiento?

V.C.: 2015 es el año en el que empiezo a tener más protagonismo. En 2013 hubo muchas bajas y ahí también tuve minutos, pero en 2015 entendí claramente cual era mi rol en la selección, el rol en el que más podía aportar lo que me pedía Sergio [Scariolo]. A partir de ahí, empecé a contribuir más y mejor.

G: En su despedida dio las gracias a Scariolo “por la confianza y la honestidad”.

V.C.: Sergio nunca ha sido de muchas palabras conmigo, pero siempre me ha dicho lo que sentía y me ha hablado claramente. Igual que los primeros años me decía que si no jugaba mucho tenía que estar tranquilo; cuando después contó más conmigo sentí su confianza… me sentía muy respaldado. De cara al Europeo de 2022 y a los últimos Juegos, él siguió siendo muy honesto conmigo y me dijo que no me veía dentro del equipo.

G: ¿Cómo explicaría la mística del vestuario de la selección?

Víctor Claver: Cuando llegué en 2007 ya estaba muy presente en el vestuario esa mentalidad de ‘podemos ganar a cualquiera’. Lo que hicieron en 2006 fue muy grande. El nivel mediático de ese grupo hizo que el éxito trascendiera incluso más allá del deporte. Otras selecciones…waterpolo, balonmano… ya había sido campeones del mundo, pero no tenían el impacto de un equipo con Pau Gasol, Juan Carlos Navarro… El hito que marcó la selección de 2006 impactó en la cultura del país. Soy un afortunado por haber sido parte de una generación así. Todos nos sentimos parte de algo muy grande. Podían haber sido grandes jugadores y cada uno pensar en sí mismo, pero el gran salto fue el compartir amistad, esencia y objetivos. La mística no es ganar… lo bonito eran los campeonatos, el proceso, las concentraciones, el vestuario, los viajes, los juegos, la pocha… El objetivo era ganar en equipo. Nosotros siempre quisimos transmitir algo más.

G: Y en mitad de esa carrera, ¿qué hueco tiene la aventura de tres años en la NBA?

V.C.: Lo viví como la oportunidad de cumplir un sueño. Intenté aprovecharla al máximo, aunque luego tuve que volverme antes de lo que me hubiera gustado. Recuerdo ese momento en casa, con mi madre, en el que me llegó el contrato el contrato de Portland y dijimos ‘vale, ya es verdad. Ya está hecho’. Y la experiencia me sirvió para ver las cosas con perspectiva. Lo aprendido en esos años lo aproveché durante toda mi carrera.

G: ¿Cómo se pasa de ahí a Rusia? ¿Por qué Rusia?

V.C.: Porque no tenía otra. En mi tercera temporada en Portland no jugué prácticamente nada y estaba sin equipo. En Khimki estaba Jenaro Díaz que me conocía muy bien de la selección y allí me dieron la oportunidad. Ese año y medio en Rusia [entre Khimki y Lokomotiv] me vino muy bien porque jugué mucho, que era lo que necesitaba.

G: Y, después de ese resurgir en Rusia, ficha por el Barça, en plena reconstrucción tras la salida de Xavi Pascual.

V.C.: Me gustaba el equipo que teníamos, pero las cosas no salieron bien. Competir contra el Madrid en sus mejores años hizo todo más difícil. No tuvimos continuidad ni con Bartzokas ni con Sito Alonso, y cuando vino Pesic nos dio tranquilidad, pero no teníamos mucho margen de mejora. Tantos cambios nunca ayudan. Durante muchos años no llegamos a ser un equipo. Cuando conoces esa sensación de estar en un grupo que siempre piensa en el bien común, como pasaba en la selección, se nota. Y nosotros en el Barça durante mucho tiempo no tuvimos eso y, además, sufrimos muchas lesiones.

G: ¿Qué reflexión hace sobre las lesiones?

V.C.: Es lo peor para los deportistas. Yo he tenido muchas que no me dejaron coger continuidad. Aprendes a no rendirte, a buscar la motivación de volver a sentirte jugador en el proceso… Pero es muy difícil. Por ejemplo, cuando tuve la lesión de rodilla al final de mi primer año en Barcelona, me desgasté tanto en la recuperación que, cuando volví a jugar, volví vacío y me costó encontrar la motivación de nuevo.

G: Esas son las cosas que no saben los aficionados.

Víctor Claver: Ahora con las redes sociales se sabe más de la vida de los jugadores, pero siguen sin saberse muchas de estas cosas cuando el deportista lo pasa mal.

G: Figuras como la de Ricky Rubio han sido fundamentales para normalizar el hecho de que el deportista de élite muestre su vulnerabilidad.

V.C.: Es verdad. A mi siempre me ha costado expresar estas cosas. Al principio, antes de trabajar con psicólogos, lo sentía como una debilidad. Y, con el tiempo, me he dado cuenta de que es al revés, todos necesitamos expresarnos y ser conscientes de que la parte psicológica es algo fundamental cuando estás sometido desde joven a la presión del deporte profesional. No todo el mundo está preparado. Hay jugadores a los que les gusta jugar, pero no les gusta ser el foco. Y eso hay que decirlo. Por eso, el ejemplo de Ricky ha hecho tanto bien.

G: ¿Cuál ha sido el partido de su vida?

V.C.: La semifinal del Mundial de 2019 ante Australia [más de 37 minutos en pista, con 9 puntos, 5 rebotes y tres recuperaciones, como parte del quinteto se seguridad de Scariolo], por importancia personal y por la repercusión.

G: ¿Y su mejor duelo?

Víctor Claver: Contra Antetokoumpo en 2015, contra Ingles en esa semifinal de 2019. Ese Mundial lo tengo muy presente, porque fue mi mejor campeonato y en el que más reconocimiento he tenido. Fue todo perfecto. Recuerdo los partidos ante Italia y Serbia, frente a Galinari y Bjelica, contra Scola en la final. Y me quedo también con los momentos en los que me ha tocado intentar defender a Kevin Durant.

G: ¿Cómo se gestaban esos ‘marcajes’ para los que se convirtió en un especialista?

V.C.: A mí siempre me ha resultado más fácil tener un objetivo muy claro, que estar emparejado con alguien sin mucho impacto en el equipo rival. Porque tener un objetivo claro me ayudaba a estar muy concentrado en defensa, a tener más actividad mental y, a la vez, más actividad en ataque también. En la selección siempre se ha trabajado muy bien la preparación de partidos y esos emparejamientos.

G: ¿Cómo sería su entrenador perfecto?

V.C.: Tendría esa preparación y dirección de partido de Sergio [Scariolo]. El entender al jugador y saber cuándo apretar de Pesic, aunque a veces se pasaba (risas). Y la gestión de equipo de Bartzokas y Spahija…y también de Peñarroya.

G: ¿Y el jugador perfecto?

Víctor Claver: Tendría la visión y la anticipación de Ricky. La inteligencia de Marc. El tiro de Rafa Martínez. El instinto de killer de Navarro. El liderazgo de Pau. La garra de Llull. El saber posicionarse de Rudy. El descaro del Chacho… He tenido grandes compañeros y amigos y muy buenos jugadores, además. Siempre me he sentido muy querido por ellos. Es un orgullo haber tenido un impacto personal en tanta gente.

G: Cerró su despedida mencionando una charla con Ricky en una playa, ¿se puede contar?

Víctor Claver: En 2015, durante el All Star break, viajamos a Cancún con unos amigos y una tarde, en la playa, tuvimos una charla muy bonita. Él me dijo que se sentía orgulloso de lo que estaba consiguiendo en su carrera, pero que quería tener más impacto en la gente. Ayudar. Me empezó a hablar de su Fundación para luchar contra el cáncer de pulmón y proteger a los jóvenes en riesgo de exclusión social. Años después, cuando inauguró la primera sala del proyecto de tratamiento oncológico en el Hospital Universitari Dexeus, le puso el nombre de mi padre.

 

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