El entrenador español lidera una selección con talento suficiente como para soñar con el podio. Canadá llega a la Copa del Mundo en la posición número 15 del ranking FIBA, pero con ganas de comerle la tostada a rivales con mayor experiencia y tradición. Liderado por Jordi Fernández desde el banquillo, el combinado tiene talento como para poner el campeonato patas arriba.
Jordi, ¿cómo fue el proceso?
Fue todo muy rápido porque dependía del entrenador que había antes, de si podía seguir con sus funciones o no. Contactaron conmigo, pero la decisión fue muy rápida. Cuando una cosa así te pasa por delante, la respuesta sólo puede ser sí o no. Las circunstancias son especiales porque apenas quedaba un mes, pero ellos están muy bien organizados. Su estructura es muy buena y apenas he tocado un par de piezas en el cuerpo técnico.
¿Qué selección te has encontrado?
Me he encontrado con mucha ilusión y muchas expectativas. Ellos dicen que, por talento, es el mejor grupo que Canadá ha tenido. Es un combinado que aspira a todo, pero nuestro trabajo será construir un equipo que compita, que tenga los roles claros y que acepte hacer lo que sea necesario para ganar. Si tenemos éxito, todos saldremos beneficiados, pero en el basket FIBA solo hay una manera de conseguirlo y es creando un verdadero equipo. No tenemos la misma experiencia y tradición que otras selecciones, pero es algo que queremos establecer porque los jugadores están muy comprometidos y saben el potencial que tienen.
El roster está lleno de jugadores NBA o con experiencia en Europa.
Jugar como un equipo no es automático y eso ha pasado en muchas estructuras previas, como las de Estados Unidos. El hecho de llevar grandes nombres no significa automáticamente que vayas a ganar. Todo tiene su importancia. Los jugadores tienen que entender que las medallas no llegan automáticamente. Tenemos que solventar nuestros inconvenientes con trabajo y sacrificio. Si somos capaces de hacerlo, todo nos irá bien. Es nuestro gran reto porque talento tenemos.
¿Qué estilo de juego te imaginas?
Es un equipo que tiene capacidad de ofrecer un juego muy rápido, tanto a pista completa como a media pista. Cuando buscas la victoria, algunas veces el juego se frena, pero nosotros tenemos que jugar con velocidad y utilizar nuestro físico. Sabemos que habrá partidos que sean feos, pero que los tendremos que sacer adelante. En los partidos que tengan ritmo tendremos ventaja.
¿A qué tiene que aspirar Canadá?
Canadá puede aspirar a las medallas porque hay jugadores que tienen un gran nivel. Es verdad que nunca han jugado juntos. Nuestro gran reto es aceptar que, por mucho que la gente nos diga lo buenos que podemos ser, tenemos un inconveniente grande. Si podemos crear una cultura y estructurarnos bien, podremos competir muy bien. Si lo hacemos, con el talento que tenemos, podemos pensar en salir a ganar cada partido, aunque sea muy difícil. Tenemos que crear nuestro propio miedo contra todos los rivales. Hay selecciones con poco nombre que compiten muy bien. Hay que jugar con la intensidad que se merece cada partido, ya sea ante Estados Unidos o ante la República Checa, que nos eliminó en el 2021 del Preolímpico.
¿A qué selecciones te imaginas arriba?
Miras el ranking FIBA y ya ves por dónde pueden ir los tiros. Estados Unidos, por supuesto. Luego veo a Francia y a España, que son selecciones muy potentes que siempre compiten bien. Son grupos muy cohesionados que se las saben todas. Además, hay equipos como Alemania que competirán bien. Eslovenia y Serbia tienen mucho talento. Son rivales que están por delante de nosotros, que todavía no hemos demostrado nada.
A España la conoces muy bien…
Los equipos de Sergio Scariolo siempre encuentran la manera de competir y no siempre de la misma manera. El italiano es uno de los mejores entrenadores en selecciones de la historia y, por tanto, merecen todo el respeto. Tengo una relación profesional y personal con él y no tengo dudas de que, con esa mezcla de veteranos y jóvenes, lo harán muy bien como siempre.
No hay tantos entrenadores como tú, que tengan experiencia en la NBA y conozcan bien el basket FIBA. ¿Qué ventaja te da?
La clave es conectar con los jugadores. Siempre he considerado que soy un privilegiado porque he podido vivir y aprender de los dos mundos. El basket NBA y el basket FIBA tienen estilos diferentes. Creo que puedo conectar bien con los jugadores NBA porque he trabajado 15 años allí y que, al mismo tiempo, entiendo bien el estilo internacional, donde puedes cometer muy pocos errores en un torneo de estas características. Cuando llegas a las eliminatorias no te puedes equivocar en la autopreparación. Si los jugadores no llegan preparados, yo me lo tomaré como que es mi culpa por no haberles sabido inculcar la importancia de una buena preparación.
¿Qué significa para ti aceptar un reto así?
Una Copa del Mundo es algo muy especial que no pasa cada año. Cuando una oportunidad así pasa por delante… Es muy importante para mi crecimiento personal, un reto que no será sencillo y sí muy exigente, pero que me hará evolucionar mucho. Ni siquiera tuve que pensarlo mucho porque, además, me permite seguir haciendo mi trabajo en los Sacramento Kings, un sitio en el que estoy muy bien. Hemos tenido un año muy bueno. Enlazar las dos cosas es mucho trabajo y un poco de estrés, pero lo hago con ilusión porque me permitirá vivir experiencias que no todo el mundo puede. Me siento un privilegiado.
¡Vaya año con los Kings!
Cuando haces una temporada histórica, le tienes que dar la importancia que se merece. La franquicia no se había clasificado en 16 años para los play-off, un récord negativo en la historia de los deportes profesionales, y romper con esa racha ha sido espectacular. La respuesta de la ciudad y de los aficionados te enorgullece mucho. El grupo es joven y ha conectado muy bien. El reto no es sólo repetirlo un segundo año sino hacerlo mejor. No nos podemos dormir.
Además, pudiste debutar como primer entrenador.
Fue algo circunstancial. El primer partido fue por una expulsión de Mike Brown. Acabamos con victoria, que es algo que siempre hace ilusión. Fue un momento muy especial. Luego, el entrenador se perdió un par de partidos y ésos ya me los pude preparar de otra manera. Fue un momento importante en mi carrera, algo que nunca olvidaré, pero algo circunstancial.
Este verano has vuelto a tener reuniones para ser primer entrenador. Da la sensación que cada vez estás más cerca.
Las entrevistas me fueron muy bien y me sentí cómodo. Son procesos difíciles de explicar y largos, con muchas etapas y muchos interlocutores, pero acabé bastante satisfecho. Cuando no te dan el trabajo te sientes como si hubieras perdido un partido, no es gratificante, pero siento que estoy muy cerca. Es algo que no me obsesiona. Si sigo haciendo bien mi trabajo es algo que me llegará. Ser seleccionador de Canadá es un incentivo más que impulsará mi futuro profesional, pero el gran objetivo es que el grupo tenga éxito. Yo estoy en una posición de liderazgo, pero no dejo de ser una persona más.
¿Qué sentiste cuando viste ganar el anillo a los Nuggets?
Lo viví con mucha ilusión. Si te paras a pensar, estuve seis años en la franquicia y, pese a lesiones importantes, siempre mejoramos. Ver que los jugadores han sabido aprovechar la experiencia acumulada para ganar un campeonato es muy gratificante. Es un éxito muy merecido porque los jugadores han trabajado mucho. No soy parte del anillo, pero soy parte del proceso y eso me enorgullece. A los entrenadores nos contratan para dejar a nuestros equipos un punto más arriba que cuando los cogimos. Hay que hacer pasos hacia delante.
Entrevista publicada originalmente en el número 1.535 de la revista Gigantes en la edición papel
