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[Historias de 2022] El eslabón de oro. Rudy Fernández, por Faustino Sáez

[Historias de 2022] El eslabón de oro. Rudy Fernández, por Faustino Sáez

La supervivencia eligió a Rudy Fernández como embajador de una España inagotable y él respondió al reto del EuroBasket barnizando en oro el más difícil todavía. El eslabón perfecto. El sexto oro del 5.

No había mejor representante para encarnar la evolución triunfal de un equipo infinito que, a fuerza de prorrogar relevos generacionales, ha trascendido las barreras del tiempo. Un grupo que ya no discierne ente lo increíble y lo impensable. Que no repara en sacrificio para replicar hazañas, para aprender a ganar ganando. La memorable transformación de la Selección a lo largo de este siglo es también la orgullosa metamorfosis de su capitán. De aquellos alley-oops imberbes con Sergio Rodríguez y el célebre póster olímpico ante Dwight Howard, al despliegue de fundamentos defensivos con manos de prestidigitador, estiradas de guardameta y resistencia de maratoniano. De la ebullición intrépida del veinteañero al liderazgo conmovedor del veterano de 37 años. Costaladas de gloria, pedagogía del compromiso rumbo a un podio interminable.

Un viaje de madurez y consagración en el que el carácter ha arrasado a los achaques y el alma ha tirado como nunca del cuerpo. El homenaje a su padre Rodolfo, fallecido en mayo a los 66 años, ensanchó aún más el corazón de la gesta. “Me falta mi gran pilar, pero sé que nos ha echado una mano desde arriba”, contó Rudy emocionado tras colgarse su undécima medalla en 16 veranos con la Selección (desde 2004, con 247 internacionalidades a solo seis del récord de Juan Carlos Navarro). Era su sexto oro. Todos los que tiene el baloncesto español están en su vitrina. Una colección única con cuatro coronas continentales (2009, 2011, 2015 y 2022) y dos títulos mundiales: de Saitama en 2006 a Pekín hace tres años.

Único guardián de un estilo
En aquel 2019, el primer campeonato sin el anclaje de los Júniors de Oro, Rudy ejerció de antihéroe, jugando de dos cuando el brío de Juancho se hizo hueco en el equipo y de tres titular cuando aparecieron las curvas y con ellas Sergio Llull para compartir timón con Ricky. Ante las dificultades, Scariolo recurrió en China a su quinteto de seguridad (Ricky, Llull, Rudy, Claver y Marc), con la experiencia como arma para rescatar la memoria competitiva. Entonces, Rudy encumbró la entrega al servicio del colectivo, afilando el orgullo y sintiéndose útil antes que importante. En este EuroBasket, sin Ricky ni Marc, y con la baja de Llull a última hora, el capitán se quedó como gran depositario de los valores que han hecho de la Selección un grupo pionero. Como guardián de un libro de estilo que solemnizó la camaradería como base del éxito y factor diferencial. Una filosofía precursora, de hermandad sin egos, que ha demostrado tener un agarre competitivo a prueba de transiciones históricas. De la España de los Gasol a la de los Hernangómez, con Rudy como eslabón de oro entre el pasado presente y el presente futuro.
Cuando los expertos, los calendarios e incluso la lógica, anunciaban el repliegue; la resiliencia, la ambición y la reivindicación han protagonizaron un apasionante rebrote del palmarés de la Selección. La fórmula: reconocerse como equipo, definir los roles, olvidarse de inferioridades y superarse hasta poder con todos. Rudy se esmeró junto a Sergio Scariolo en repasar esa lección cada día en un grupo con siete debutantes en un gran torneo. “Siempre fue uno de los líderes, pero estaba más en la sombra. Ahora es el único líder y es un líder increíble. Nunca ha tenido ese rol específico y lo está disfrutando”, resumió el seleccionador para agradecer la gestión de su capitán tras cruzar el Rubicón de octavos ante Lituania. Aquel día, Rudy pasó de los 13 minutos de media que acumulaba en la primera fase (en la que se perdió el partido ante Turquía por un golpe en una rodilla), a sumar 29 minutos en pista. “El día siguiente se lo pasó metido en hielo”, confesó Scariolo. “Pero no tiene miedo, va al suelo… Parece que tiene 18 años”, remató el seleccionador. Después llegaron cinco robos icónicos ante Finlandia en cuartos, seis rebotes frente a Alemania en semifinales, y un total de 10 de 19 en triples en las eliminatorias y la final. Su hoja de servicio en el torneo: 7,6 puntos, 2,3 rebotes, 1,5 asistencias, y 8,9 de valoración en 17,5 minutos de media en pista. Solo Juancho (8,6) y Alberto Díaz (8,4) superaron el +/- del capitán (7,9).

Impacto emocional
Pero, por encima de los números, el impacto emocional de la palabra de Rudy fue el abrazo y la espuela en el viaje más increíble. De las arengas a los jóvenes a la bronca con la que espabiló al vestuario en el entreacto del partido de cuartos. “Cuando le oía, pensaba: hostias, se está pasando. Después yo no he tenido que levantar la voz ni un decibelio. La exigencia y la agresividad la ha puesto el capitán. Yo me he limitado a recordar las cuatro cosas en ataque y en defensa que debíamos cambiar”, resumió Scariolo en una comparecencia para la hemeroteca tras rendir a Finlandia. El otro discurso icónico fue el de agradecimiento del capitán a su tropa. “Mira que he vivido muchísimos campeonatos y muchísimas cosas, pero este puto orgullo que siento por vosotros es una sensación que voy a recordar toda mi vida. Gracias a todos”, soltó Rudy tras vencer a la Alemania de Schröder. Ese día fue manteado espontáneamente por sus compañeros. Ya se sabían parte de la cadena de la historia, engarzados por un eslabón de oro. Un jugador irrepetible. El líder de la España más sorprendente.

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