Corría el reloj en el segundo partido de Australia en los Juegos Olímpicos en 2021, con una pequeña ventaja al final del tercer periodo para el equipo de Brian Goorjian frente a Italia. Baynes esperaba en el banquillo del Saitama Super Arena para volver a pista. El interior había sumado 4 puntos ante Nigeria en el debut y ya había alcanzado los 14 en tres periodos ante el combinado europeo. Con el desenlace del partido acercándose, sintió la necesidad de ir al baño antes del último periodo para disputar lo mejor posible el último cuarto. Un camino que le alejaría de la pista… para no volver de momento, medio año más tarde.
Según relata ESPN, el cuerpo técnico de Australia se sorprendió al no encontrar al pívot en el banquillo. Al ir a buscarlo al vestuario, se lo encontraron en el suelo. Llevaba dos heridas profundas en la parte superior del brazo, sangre en la equipación y se encontraba aturdido. Después de entrar al vestuario, no recordaba nada. Lo levantaron y lo metieron en la camilla para ir al hospital, pero Aron volvió a intentar ir al baño antes. Cayó al suelo de nuevo. No podía andar.
«El momento más solitario de mi vida fue acostado en ese hospital, perdiendo y recuperando la conciencia, repasando mi plan de vida y mis metas. Simplemente lloraba. Mi tío Don tuvo un accidente hace 10 años. Es tetrapléjico. Mi familia ha vivido esa experiencia de primera mano. Tenía mucho miedo», relataba Baynes, que de un instante a otro se encontró solo, aislado en el hospital japonés por la pandemia.
Todo comenzó tres días antes, en palabras del propio Baynes a ESPN, cuando en el descanso del primer choque, realizó un mate y cayó con la cabeza y cuello en el suelo. No volvió a jugar por precaución la segunda mitad. «Realmente no sabemos qué sucedió. Los neurólogos no pueden estar seguros de la causa exacta. Pero tenía mucho dolor después de aquella caída. Estaba bastante dolorido y necesitaba analgésicos para jugar», relata meses después Baynes. Tampoco sabían si aquello podía estar relacionado con la segunda caída.
Conforme pasaba el tiempo de su segunda caída, la del día de Italia, Baynes comenzó a sentir un hormigueo en las piernas. Su brazo izquierdo y mano zurda no las sentía. En el hospital le hicieron pruebas y los médicos creyeron que Baynes necesitaba cirugía para aliviar la presión sobre su columna vertebral. Los médicos australianos, al ver el informe, tenían un plan de tratamiento diferente. Durante las dos próximas semanas, Baynes trabajó para poder levantarse. «Era como una combinación de quemaduras, fuego y cuchillos», cuenta ahora al medio estadounidense.
Cuando Australia ganó el bronce, Dellavedova y Sobey se hicieron pasar por médicos para poder utilizar los 15 minutos de visita que tenía diarios para ver al doctor del equipo. Le llevaron la medalla. «Fue una visita muy emotiva. Hubo algunas lágrimas. No quiero meterme en problemas con los funcionarios japoneses, pero me alegro de que pudiéramos entrar», confiesa Dellavedova.
Tras 11 días, Baynes consiguió mantenerse en pie. Lo trasladaron a Australia anestesiado en avión y se fue en ambulancia directo a realizar las dos semanas obligatorias de cuarentena en el hospital. Baynes tardó un mes en poder volver a andar y varios meses para correr. Hace poco volvió a coger un balón de baloncesto. «Si me ves ahora, creerías que nada ha pasado. He progresado mucho en seis meses», cuenta. Su deseo es volver a la NBA la temporada que viene.
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