Si Atenas 2004 era la referencia, pronto quedó atrás. Mucho había cambiado la selección española desde aquel campeonato de agridulce recuerdo: un gran baloncesto desplegado, solo una derrota, pero quintos. El nuevo asalto a los Juegos Olímpicos se hizo con diez de los campeones del Mundo en 2006 –todos menos Sergio Rodríguez y Carlos Cabezas–, cuatro que disputaron la NBA esa misma temporada (Pau Gasol, Navarro, Calderón y Garbajosa) y dos más que lo harían tras el verano (Rudy y Marc). Una selección que llegó a Pekín acumulando un balance 40-2 (partidos amistosos incluidos; las dos únicas derrotas, en el Europeo de 2007 contra Croacia y Rusia) en tres años.
Las grandes novedades del equipo llegaron en la dirección. Ricky Rubio, 17 años y por fin entre las selecciones adultas después de tres temporadas en la Penya. Su último entrenador allí, Aíto García Reneses, sería el relevo de Pepu, despedido en enero. Con el técnico madrileño llegaría un cambio de estilo. Una variedad de recursos tácticos –muchas zonas– y una profunda reforma en el sistema de rotaciones (solo Pau y Rudy terminarían rebasando los veinte minutos con holgura) basada, simplemente, en quién entrenaba mejor y no en la jerarquía previa. El primer contacto, en la preparación y en la gira de amistosos, fue excelente: 7-0 con una diferencia media de 35.0 puntos. Todo listo.
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