Segundo título europeo consecutivo, quinta final en seis años, séptimo podio del siglo XXI, séptimo Europeo consecutivo llegando al menos a las semifinales… La nómina de logros de la selección española asusta y produce verdadero vértigo. En un Eurobasket definido a posteriori por Dusan Ivkovic como «el más fuerte de la historia», España volvió, erre que erre, a colocarse en el lugar más alto, rehuyendo los síntomas de agotamiento y amenazando con prolongar su tiranía varios gloriosos veranos más, dado que las categorías inferiores demuestran que el talento de nuestro baloncesto es renovable. El Viejo Continente está ‘aburrido’ de vernos ganar.
Porque este año, alentados por el resultado del Mundial, albergaban esperanzas de ver algo diferente. Lituanos, franceses o rusos habían imaginado que llegaría el momento de derrocar a la campeona de 2009, pero en el momento de la verdad, no hubo color. Aparte de Turquía, la única selección que dio verdaderas sensaciones de poder vencer a España fue Macedonia, y ya se encargó Juan Carlos Navarro de chafarles sus esperanzas con una segunda parte pletórica. El resto fracasó en su intento.
Por 12 puntos a Lituania, por 25 a Serbia, por 27 y por 13 a Francia, por 9 a Alemania… Diferencias que evidencian una clara superioridad. No fueron las mismas cifras que en Polonia, es verdad, pero tampoco este campeonato era el mismo. La nómina de estrellas dio lustre al oro de los doce chicos de Scariolo; ocho de ellos (Pau, Rudy, Ricky, Navarro, Felipe, Claver, Llull y Marc) ya tienen dos en su casa. Sueñan con el tercero. Pero, antes, la gran cita de una generación.
Aros, barras y estrellas
En las entrevistas a Sergio Scariolo y José Luis Sáez de unas páginas más adelante ya se desliza lo importante (y motivante) que es el desafío de Londres’12. Pekín –más que nada, la final–marcó un antes y un después en los logros del baloncesto español y en su percepción exterior. En uno de los mejores partidos de selecciones que se han visto en la historia de este deporte España jugó de igual a igual con los mejores del Mundo jugando muy cerca de su máxima capacidad. Ni mucho menos un brindis al sol.
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