Sufriendo, sabe mejor. Es lo que se suele decir. Pues bien, pocas veces habrá sido más pertinente este tópico que en el verano del Eurobasket de 2009. Entonces España padeció lo indecible; desde la preparación hasta el ecuador de la competición… Y aún así terminó ganando los últimos cinco partidos por una media de 19.2 puntos. Una auténtica barbaridad, huelga decirlo.
‘El oro de la unión’, titulé aquel domingo 20 de septiembre. La unión ante la adversidad, pero también la unión ante todo (y todos) lo que no era el propio equipo. Allí encontró la fuerza esta selección española martirizada por las lesiones, sorprendida en sus primeros partidos importantes y que tuvo que transformarse sobre la marcha para terminar haciendo buenos los pronósticos que la señalaban como favorita indiscutible. Y lo hizo a lo grande, con una gloriosa última semana. Una demostración que no se había visto en mucho tiempo y que acabó con el mal fario del basket español tras seis finales continentales perdidas. Un oro. Por fin.
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