Esta generación enamora con su juego porque su fuerza es eso, su juego, su talento. No hay operaciones de marketing detrás, ni estrategias de comunicación, ni tan siquiera operaciones de venta de producto. No, esta generación provoca que muchos cronistas, desde sus webs, desde sus blogs, muchos de esos verdaderos enamorados al baloncesto, no sólo del baloncesto mediático sino del baloncesto desde la base hasta las estrellas, relaten sus partidos desde el corazón. Óscar Cuesta, uno de los que escribe desde el sentimiento, las bautizó el verano pasado como la ‘Generación Babero’ y tras verlas comportarse durante el Mundial de Amsterdam –en otra nueva exhibición de calidad– y especialmente en las semifinales ante Japón (91 a 62), ese grupo de jugadoras ganó para siempre el apodo ‘Generación Talento’.
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