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Relatos Olímpicos: 1984: el Preolímpico de París y el inicio de la revolución

Relatos Olímpicos: 1984: el Preolímpico de París y el inicio de la revolución

España obtuvo su primera medalla olímpica en baloncesto en los inolvidables Juegos de Los Ángeles 1984. Se ha hablado mucho de la cita que trajo la gloria en aquellos días de verano, pero no tanto de cómo la selección llegó hasta la ciudad angelina para hacer historia. Lo hizo a través de un Preolímpico celebrado en Francia, dos meses antes de los Juegos. A pesar del 8-1 de balance, hubo que trabajar la clasificación. Este es el relato.

En 1984, la selección española de baloncesto venía de ser subcampeona de Europa (1983) y de cosechar tres cuartas plazas en torneos internacionales de forma consecutiva: Juegos Olímpicos de Moscú (1980), Eurobasket de Checoslovaquia (1981) y Mundial de Colombia (1982). El mundo de entonces, en su vertiente política, poco se parecía al actual. La Guerra Fría agonizaba, el Bloque del Este encaraba su final y países como la URSS o Yugoslavia estaban, sin saberlo, dentro de su última década de existencia. Un universo partido en dos mitades, la de Occidente, liderada por Estados Unidos, y la citada del Este, con la Unión Soviética a la cabeza.

El baloncesto tampoco se parecía mucho a lo que vemos ahora. Por citar dos apuntes significativos, todavía no se había instaurado el triple a nivel global — aunque poco quedaba para ello — y los calendarios estaban mucho más descargados. ¿Imaginan que en pleno 2021 se celebrara una competición de selecciones en mayo? Pues eso es lo que sucedió en 1984.

El inicio de todo, en Francia: Le Mans y París

España, decíamos, venía de cosechar puestos de honor en los últimos torneos internacionales. La plata reciente del Europeo de Nantes, o el cuarto puesto en Moscú, el mejor trabajo olímpico hasta entonces, hablaban de esperanza, de posibilidades, de gloria que se podía asomar por la ventana del  Forum de Inglewood, la mítica pista donde se celebraron los Juegos de Los Ángeles y mítico hogar de los Lakers.

Pero para poder volar a Estados Unidos había que superar escollos. Italia, como campeona de Europa vigente y Yugoslavia, como ganadora del oro en los Juegos de Moscú 1980, estaban clasificadas directamente para Los Ángeles 1984. Restaban tres plazas para el Viejo Continente, que saldrían todas del Preolímpico que desde mediados de mayo de ese año se iba a celebrar en Francia, con cuatro sedes para las cuatro fases previas, en Le Mans, Sant-Quentin, Orleans y Grenoble, y la fase final en París.

No imaginen un Preolímpico como los de ahora. No. Al país galo viajaron 16 selecciones, lo que convertía la cita en un completo Eurobasket. Liguilla inicial por grupos y liga final, en París, con los dos mejores de cada uno de los cuatro grupos para dirimir las tres plazas olímpicas. En total, ¡9 partidos en diez días! jugó España.

Tres plazas que son cuatro

La Guerra Fría moría. Con sus últimos mordiscos, pero suficientemente incisivos como para salpicar a Los Ángeles 1984. En Moscú 1980, un boicot liderado por los Estados Unidos hizo que aquellos Juegos Olímpicos sólo tuvieran representación de 80 países. Los estadounidenses esgrimieron para sustentar su renuncia que la invasión soviética de Afganistán en 1979 violaba el derecho internacional. Cuatro años después, la URSS encabezó la respuesta a aquella afrenta e igualó la apuesta con otro boicot.

La URSS anunciaba a inicios de mayo de 1984 que no iba a acudir a Los Ángeles y esto salpicaba directamente al Preolímpico. La selección soviética de baloncesto sí acudiría al torneo a pesar de que la plaza que presumiblemente obtendrían no les iba a valer de nada. Pero Alexander Gomelsky, el histórico seleccionador de la URSS, quería competir y demostrar que la campeona del Mundo en 1982 era el mejor equipo de la Tierra, aunque no se pudiera comprobar en Los Ángeles.

El hecho de que la URSS renunciara a ir a los Juegos antes del inicio del Preolímpico hacía que, voluntaria o involuntariamente, se pensara que el cuarto clasificado sacaría billete olímpico, porque se presuponía, como así fue, que los soviéticos terminarían entre los tres primeros. Y de hecho arrasaron, con un registro impoluto de 9-0.

Susto ante Grecia

Antes de 1984, el balance en Preolímpicos para España era de 4-2 a su favor. A través de estas competiciones España había accedido a los Juegos Olímpicos de Roma 1960, de México 1968, de Múnich 1972 y de Moscú 1980.

Ahora, España quedaba encuadrada en un primer grupo de cuatro selecciones, dos de las cuales pasaban a la fase última en París. Arrolló sin más problemas a Turquía y a Suiza y sufrió y se asustó contra Grecia (90-89). Récord de 3-0 y rumbo a París junto con los helenos. España empezaba a dibujar su sello olímpico, jalonado con otras cinco victorias consecutivas en la segunda fase, para colocarse con un claro 8-0 antes de medirse a la URSS. Ahí, ya clasificada la escuadra nacional para los Juegos, se cerraba el Preolímpico.

Las crónicas de entonces hablan de un torneo con algunos combinados potentes pero en el que parecía obvio que la URSS, España y Francia, como así fue, coparían los tres primeros puestos. La República Federal de Alemania, cuarta clasificada, fue la beneficiada mayor de la renuncia de la URSS.

Escribían algunos de los reporteros presentes en Le Mans y en París que había equipos como el de Israel — subcampeón europeo en 1979 — que estaban de medio turismo; o como el de la propia Alemania, que no eran tanto como se decía. Si se leen aquellos textos puedes tener la sensación de que para España todo fue casi un paseo hasta medirse a la URSS. Juan Domingo de la Cruz, Lagarto, uno de los doce jugadores que estuvieron tanto allí, en Francia, como en Los Ángeles, niega la mayor, en una conversación con Gigantes para este reportaje.

Qué va, qué va, no fue fácil. Al igual que luego en Los Ángeles, tampoco teníamos claro lo que iba a pasar, estábamos temerosos por no lograr un puesto para clasificarnos. Contra Grecia se nos complicó. Fue siempre una selección que se nos atragantaba. Este grupo lo bueno que tenía es que se iba superando y que iban saliendo las cosas a mejor. Contra los griegos no lo tuvimos muy claro. Pasamos momentos complicados. Necesitábamos un toque de atención para ver que no iba a ser sencillo. Nos vino bien para hacernos más fuertes”.

Con la directa y los Juegos en el bolsillo para despedirse contra la URSS

Tras ello, los chicos de Antonio Díaz-Miguel devoraron, por este orden y en la segunda fase, a Suecia, a Alemania Federal, a Israel, a Gran Bretaña y a Francia. Contra Grecia no se jugaba, ya que se habían enfrentado ambos en la primera fase y ese resultado se arrastraba. El pasaporte para los Juegos se convalidó al ganar al cuadro israelí y asegurar, como mínimo, esa cuarta plaza que iba a servir a todos los efectos para pasar al otro lado del Atlántico.

España se presentaba con 8-0 de récord ante la URSS, mismo registro para los soviéticos. El duelo último del Preolímpico no era una final en sí, porque el torneo era a modo de liguilla, pero el hecho de que los dos mejores equipos se enfrentaran en la jornada de cierre, unido a la realidad de que la selección que ganara se llevaría el Preolímpico, confirió a ese duelo del 25 de mayo un aura de final.

La URRS de Valters, de Sabonis, de Kurtinaitis, de Tarankov o de Tkachenko fue mejor y se aprovechó sobre todo de diez minutos malos de España, de cierta desconexión del cuadro español, para ganar el choque, quedar como la única selección invicta y alzarse con el Preolímpico (92-119).

“Ese partido contra la URSS fue como todos los que planteaba Antonio, incluso contra Estados Unidos en Los Ángeles, en la pelea por el oro: ‘A estos tíos les vamos a ganar’, nos decía. Él era así, nos inyectaba optimismo. Contra los URSS era un partido más en el sentido de que estábamos acostumbrados a jugar contra ellos. En pretemporada íbamos a torneos y siempre estaban ellos. No nos daban miedo, pero era una selección muy potente que te podía marcar en el sitio en el que estabas. Con la clasificación ya ganada, pues no era lo mismo enfrentarse a ellos que si te jugaras algo. Aunque te concentres, la mente no deja de pensar involuntariamente que ya te has clasificado y se afronta de otra manera. Puede haber una especie de relajamiento, aunque Antonio nunca permitía eso”, narra De la Cruz sobre ese partido que abrochó el Preolímpico.

España estaba en Los Ángeles 1984 tras un brillante desempeño. Lo mejor estaba por venir, ya conocen la historia, pero el Preolímpico marcó el definitivo inicio de todo. De lo obtenido ese verano y del boom total del baloncesto en los años 80.

“Un Preolímpico o luego unos Juegos son torneos muy atractivos para el jugador. Llegamos a Francia con la idea de ir partido a partido. Las cosas empezaron a salir bien, aunque sufrimos en momentos puntuales. Los jugadores jóvenes explotaron y se hizo un gran grupo, una gran combinación. En esos días se consiguió el rodaje de lo que vendría en Los Ángeles. De la plata olímpica. Y te digo una cosa, porque me lo preguntaste: esa medalla olímpica estaba predestinada para nosotros, con o sin la URSS en los Juegos”, sentencia Juan De la Cruz.

La extraña historia del cambio de Villacampa por Beirán

Jordi Villacampa, en el documental de Movistar + sobre la plata de Los Ángeles, habla de que como jugador hay grandes momentos y momentos muy malos. Y que a él en 1984 le toco vivir uno nefasto. Un total de trece jugadores participaron en la plata de Los Ángeles, por decirlo de algún modo. Hubo once que estuvieron tanto en el Preolímpico como en los Juegos: Juan Antonio San Epifanio «Epi», Fernando Arcega, Juan Antonio Corbalán, Juan Domingo de la Cruz, Andrés Jiménez, José Luis Llorente, Juan Manuel López Iturriaga, Josep María Margall, Fernando Martín, Fernando Romay e Ignacio Solozábal.

Pero hubo dos que se cruzaron los caminos. Díaz -Miguel declaraba en el mismo Preolímpico no estar contento con el rendimiento de Jordi Villacampa, pero nada hacía presagiar que tras terminar esta competición y antes de los Juegos, el seleccionador nacional iba a cambiar a Villacampa por José Manuel Beirán. Algo que no solía ocurrir, que técnicamente se podía hacer pero que era muy raro, porque se presuponía que salvo lesión o problema mayor, los doce del Preolímpico debían disfrutar del premio de estar en unos Juegos. No fue así para Villacampa, en un relato rocambolesco, puesto que cuando se decidió llamar a Beirán para sustituirlo, este se encontraba de vacaciones en India y fue muy difícil de localizar. Un poco más de complicación para un suceso que pocos comprendieron. Incluido el propio seleccionador, quien en un momento dado no fue capaz de procesar sus propios actos.

“El cambio de Villacampa por Beirán nos sorprendió bastante. No entendimos muy bien la situación. Beirán era un jugador con una gran capacidad para hacer puntos y Jordi era joven y estaba en continua evolución”, nos cuenta De la Cruz. “Ese cambio fue raro y creo que incluso ni el propio Antonio lo entendió, como él mismo me dijo”.

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