REVISTA GIGANTESEstás viendo//Relatos Olímpicos: Río 2016, una canasta para resumir una generación
Relatos Olímpicos: Río 2016, una canasta para resumir una generación

Relatos Olímpicos: Río 2016, una canasta para resumir una generación

De todos los audios que Anna Cruz recibió tras anotar la canasta decisiva contra Turquía que clasificó a España para disputar las semifinales de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, el que más recuerda no contenía palabras. “Eran un montón de gritos de mi hermano, que normalmente es muy comedido en las celebraciones y casa nunca me dice cosas positivas”, dice la jugadora. Su canasta sirvió para que la selección española rompiera uno de sus techos ya que nunca antes había llegado hasta las semifinales de un torneo olímpico. “Fue una experiencia única e irrepetible. La manera en la que se sucedieron los acontecimientos fue una mezcla entre mucho trabajo previo y una pizca de suerte. Conseguir una plata olímpica no es nada fácil y mantengo en la memoria un montón de recuerdos inolvidables”, asegura Cruz.

Los aficionados recuerdan su canasta. Ella también. “Cuando quedan tan pocos segundos, no piensas mucho y te limitas a ejecutar. Al final no me quedaban muchas más opciones cuando cogí el balón tras su canasta que recorrer la pista y lanzar. Fue un partido muy duro porque Turquía nos tenía muy bien estudiadas y el rival se nos atravesó bastante. Cuando parecía que estaba todo perdido conseguimos remontar”, dice Cruz. España perdía por 8 puntos de diferencia a cuatro minutos del final. “Mi canastón fue la guinda del pastel, pero la remontada que conseguimos en los últimos minutos tiene mucho mérito porque las turcas ya estaban celebrando la victoria. Fue un partido de infarto”, recuerda la badalonina, que recibió el balón con 4,3 segundos por jugar y toda una pista por recorrer. Tras cuatro botes se plantó en la línea de tres puntos, desde donde batió con la pierna izquierda para soltar una bomba memorable. Sergio Rodríguez, Rudy Fernández, Nikola Mirotic y Felipe Reyes, que estaban viendo el partido en directo, enloquecieron. Las jugadoras de la selección española celebraron la victoria lanzándose a la piscina de la Villa Olímpica.

“Es la canasta de mi vida. En el momento de anotar la canasta estaba tan eufórica que no me acababa de crear lo que había pasado. En ese momento no piensas en nada. Cuando tuve más tranquilidad, me acordé de todas las canastas que había fallado, pero justo esa, que era la más importante, entró. En esos momentos hay que querer el balón y no esconderse, pero hay veces que esos tiros entran y otras que no. El que no arriesga, no gana”, resume. El móvil se le llenó de mensajes. “A mí me cuesta dormir después de todos los partidos, pero aquella noche fue imposible. Mi móvil explotó. Mucha gente se alegró porque nunca antes España había llegado hasta las semifinales”.

Las semifinales contra Serbia confirmaron la trayectoria de la selección española. “Fue un partido muy completo. Una vez pasado el partido de cuartos de final, en el que vivimos el peligro de quedar eliminadas, nos dejamos llevar. Con lo que nos había costado, no queríamos quedarnos a las puertas de una medalla. El equipo entero se concienció mucho y supimos controlar muy bien el partido de semifinales”, analiza Cruz. La final contra Estados Unidos, ya con la medalla de plata en el bolsillo, fue otra historia. “Éramos muy conscientes de nuestras limitaciones y sabíamos que Estados Unidos estaba muy por encima de nosotras. Muy mal se le tenía que dar el partido para que no se acabaran llevando la medalla de oro. Llegar a una final de los Juegos Olímpicos ya era un premio extraordinario para nosotras. Es algo que hubiéramos firmado todas antes de viajar a Brasil. Pese a perder de manera clara no nos fuimos con mal sabor de boca”, argumenta. En el equipo que se hizo con el oro estaban Sue Bird, Maya Moore, Diana Taurasi, Elena Delle Done, Breanna Stewart, Lindsay Whalen, Seimone Augustus, Angel McCoughtry, Tamika Catchings, Sylvia Fowles, Tina Charles y Brittney Griner.

La celebración de aquella plata histórica se celebró al ritmo de ‘El vals del obrero’, la canción de Ska-p que se convirtió en una oda al trabajo en equipo. “Fuimos las campeonas de los equipos terrenales”, bromea Lucas Mondelo. La medalla renovó la energía de Laia Palau, que postergó su decisión de retirarse de la selección. “La clave del éxito de aquellos años hay que buscarla en el Europeo de Polonia en el que nos quedamos fuera de los Juegos Olímpicos de Londres. En ese momento tocamos fondo. Empezamos a afrontar cada partido, incluso los amistosos, de la misma manera. Todos los partidos eran importantes. No temíamos a ningún rival, pero siempre íbamos con ojo porque no queríamos ningún susto más. La clave era salir a disputar todos los partidos muy alerta”, dice. El balance de aquella etapa posterior es historia: una plata en los Juegos Olímpicos (2016), una plata y un bronce en los Mundiales (2014 y 2018) y tres oros y un bronce en los Eurobasket (2013, 2015, 2017 y 2019). Siete medallas para una década gloriosa.

Unos Juegos Olímpicos son diferentes a cualquier cosa. “Es un campeonato que se disputa cada cuatro años y nadie te asegura que vuelvas a poder disputar otra edición. Todas las jugadoras éramos muy conscientes que éramos unas afortunadas por poder vivir una experiencia así. El ambiente que hay no se puede describir, hay que vivirlo. Las deportistas que hemos tenido la suerte de vivir unos Juegos, somos muy afortunadas. Es como si nos hubieran dado con una barita mágica”, reconoce Cruz, que cuando habla se emociona y emociona. Han pasado cinco años, pero la jugadora catalana mantiene intactos muchos recuerdos. “Yo fui a Río de Janeiro sin saber si podría volver a vivir la experiencia otra vez, así que los intenté vivir al 100%. La primera semana estaba con la boca abierta mirando hacia todos los lados. No quería perderme ni un detalle. No me creía lo que estaba viviendo. Luego te centras en la competición, pero al principio es todo muy abrumador. Estás como en shock. En Nueva York me pasó un poco lo mismo. La primera vez que pisas el parquet del Madison Square Garden te impresiona, pero luego lo normalizas”. Durante los Juegos Olímpicos, Cruz compartió habitación con Leticia Romero en un apartamento para seis deportistas en el que también estaban Laia Palau, Marta Xargay, Sílvia Domínguez y Alba Torrens, que era la que madrugaba más. En el otro apartamento estaban Laura Gil, Atou Ndour, Laura Nicholls, Luci Pascua, Laura Quevedo y Leo Rodríguez. “En Río de Janeiro pasaron muchas cosas que no se pueden contar y otras que sí. Ir a la lavandería, por ejemplo, era una odisea. Las colas que se formaban eran enormes. Me acuerdo que un día estábamos Xargay y yo y necesitábamos el equipaje blanco, que ya habíamos dejado para lavar. La señora de la lavandería no lo encontraba y teníamos un partido unas pocas horas después, aquella misma tarde. Al final nos colamos dentro y lo acabamos encontrando. Si no, no sé cómo hubiéramos podido jugar. La organización fue un poco al estilo brasileño, un poco caótica”.

La selección masculina estaba en el mismo edificio, pero los horarios no eran los mismos. Aún así entre los dos equipos hubo buen rollo. Marta Xargay llevó chocolatinas Reese’s. “Tenía una bolsa gigante y las dejó en la zona común del apartamento. Sin abusar, pero todas íbamos cogiendo alguna. Un día nos dijo que se estaban acabando y nos acusó de saquear la bolsa. Nosotras culpamos a las jugadoras del otro apartamento, que también lo negaron. Pero cada día quedaban menos… Un día volviendo de un partido me encontré a la mujer de la limpieza con un Reese’s en la mano. Cuando me vio, se fue corriendo”, explica. Las obligaciones deportivas no siempre permiten hacer turismo, pero ir a ver partidos de otras disciplinas es una buena receta para despejar la mente. “Un día Luci Pascua y yo teníamos la mañana libre y fuimos a ver un partido de rugby-7, que dura apenas 14 minutos. Los autobuses te trasladaban desde la Villa Olímpica hasta los recintos deportivos, pero cuando acabó el partido no hubo manera de coger el autobús de regreso. Tuvimos que coger un taxi para cruzar Río de Janeiro y llegamos tarde a la sesión de vídeo”, relata.

Con el paso de los años, Cruz se ha vuelto práctica. “Antes tenía todos los trofeos en casa de mis padres, pero ahora los guardo yo. Con la edad, a veces se me olvidan las cosas y no sé dónde guardo las cosas, pero la medalla la tengo controlada. Mi padre me hizo una vitrina para poner los premios, pero en mi casa no me caben todas las cosas, así que no la tengo a la vista”, avanza Cruz, que ahora ve los Juegos Olímpicos desde fuera. “Los sigo con envidia sana. A mí me gustaría vivirlos y volver a repetir experiencias, pero no puede ser. Con el covid-19 son unos Juegos Olímpicos diferentes, raros. No hay público y a todas nos gusta jugar con el pabellón lleno, pero al final unos Juegos son unos Juegos”, concluye.

 

Sigue deslizando hacia abajo para ver más contenidos
Sigue deslizando hacia abajo para ver más contenidos
Cargando el siguiente contenidoEspera un momento por favor :)