Escribir de lo escrito no tendría sentido. En el papel de este mes de agosto, Gigantes lo recuerda todo. El Dream Team es coito oficial 25 años después de nuestra generación. Los que nos hacen soñar, soñaron con ellos. Punto. Los que viven de basket y viven por el basket tenemos un punto inolvidable de partida.
Todos tenemos un recuerdo unido al hecho. Y lo mejor de todo, es que son sensaciones más allá de la cancha. Recuerdo a Jordan en posición defensiva; a Bird agitando la toalla y a Magic envuelto en Barras y Estrellas. Pero es mentira. Lo recuerdo porque lo he revuelto a ver tropecientas veces. Y volverán a salir dentro de un lustro, cuando alcancen 30 palos los Juegos de Barcelona.
El único recuerdo vivo fue el del asalto definitivo a la economía familiar. Mi madre en casa, mi padre en la obra y una zona presionante a toda cancha que no pudieron evitar. Necesitábamos el VHS, que ya le ganaba por goleada al BETA.
Era ahora o nunca. Mientras las agujas tomaban los brazos de nuestra generación anterior en cualquier esquina de Móstoles, a nosotros nos dio el basket. Y no nos bastaba con verlo, teníamos que tenerlo, que guardarlo, que almacenarlo.
Lo conseguimos tal día como hoy, 8 de agosto, unas horas antes de la Final. Y no supimos ponerlo bien a grabar. Palmé mi primer recuerdo a la mitad. Solo teníamos la segunda parte y las medallas, pero ya teníamos algo.
Ni idea tengo de dónde andará mi primera cinta de basket. Entiendo que al lado de las porno y de las de Induráin. Esas de etapas enteras del Tour, con parada para repostaje del helicóptero incluido. Pero es mi recuerdo.
SEBAS SAIZ
Los americanos cada vez más tratan de evitar al jugador senior. Creen que es mayor y poco maleable -cuerpo y mente-. Lejos de condiciones físicas y talento, la NBA no miró para Sebas tras cuatro muy buenos años de NCAA. Lo intentó y no le ha ido mal. Ha hecho caché para Europa. Está en la Selección entrenando con Llull, Ricky, Chacho, Willy, Pau, Marc y compañía. Le ha fichado el Madrid que lo manda a Zaragoza, donde le entrenará Jota Cuspinera. Gran movimiento.
NUEVAS CAMISETAS NBA
Sí pero como que no. No llega Nike a marcar diferencia y en el caso que se atreve al cambio, las sensaciones no son las mejores. Indiana es la que más cambia, hasta la fecha. Cleveland, un poco menos. Y con gustos mediantes, se aproximan más a camisetas Universitarias que a grandes reformas de imagen.
DOC RIVERS
Le quitan el mando de fichar lo que quiera. Ahora, tendrá que sintonizar con el que fiche en Clippers. Uno al lado del otro, el que contrata y el que los pone a jugar. Pero siempre hay fricciones. Ojalá no sea el principio de un fin, Doc sería el entrenador de mi equipo.
ANDREW WIGGINS
Le quieren dar todo lo posible. 150 millones de dólares por lo que ha hecho hasta ahora. Son tres temporadas mejorando números. OK. Buena pinta, pero en ninguna campaña ha hecho posible que su equipo pelee por nada. Es más, la llegada de Karl-Anthony Towns es la que puso todo en perspectiva. Glenn Taylor, el dueño de los Wolves, está dispuesto a soltar la pasta, pero también a sentarse uno a uno con su estrella y saber que su presente es bueno, pero ha de ser mejor su futuro.
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