El desembarco de Nike en la NBA ha traído colores diferentes en las opiniones. Aceptadas las nuevas producciones, llegó la polémica de la rotura sencilla de las camisetas. Luego, lo poco agresivos que eran los diseños más habituales… y bueno, en fin, las tres piernas al gato.
Sin embargo, el pulso definitivo a la llegada de Nike al patrocinio de la NBA en ropa y complementos (hay que recordar que los calcetines no son parte del uniforme, sino elemento extraordinario), ha sido las camisetas ‘statement’.
Esta línea se encarga de remarcar características propias de las ciudades o las franquicias durante años. Una de las más espectaculares y disuasoria ha sido la de Golden State Warriors. En el centro del pecho, un árbol que representa la verdadera sede del equipo, la ciudad de Oakland, a las faldas de San Francisco.
No había hecho sino tratar de saber la relación del árbol con los Warriors, cuando un mensaje de Víctor Claver me sacaba de dudas. «Es el símbolo de Oakland. Lo llevaba tatuado Damian Lillard en todo el pecho».
Lillard continúa la gran línea de bases de Oakland que algún momento, siempre, han estado en la Liga. Jason Kidd y Gary Payton son los dos grandes paradigmas y ahora, Lillard es el digno heredero. Heredero de las formas del básket y de la vida, una complicada en una zona de alto peligro físico.
En la bahía creció viendo a Pharrell Williams o idolatrando a Lil Wayne. Imitando sus fundamentos en el rap, que le han llevado a producir sus propios discos. Siempre quiso ser como ellos, vestir como ellos y sentir su vida. Alucinando con su ropa, una le marcó definitivamente…
Lil Wayne se había convertido en la gran imagen de ‘The Bathing Ape’, una marca de ropa callejera japonesa que aterrizaba en los Estados Unidos colgado de las cuerdas vocales de los ídolos de Lillard.
Ahora es sencillo pensar que Damian podría comprar varios trailers. Pero por aquel entonces no podría ni acercarse. Juró que tarde o temprano lo conseguiría, ser como ellos, vestir como ellos… con el arma del básket de su lado. Lo consiguió. Y ahora, con sus Dame4, ha sacado una de las líneas más icónicas en la cancha.
Ha conseguido unir a Adidas y a Bape -acrónimo de The Bathing Ape-, en una zapatilla que todos quieren y pagan. Una zapatilla que resume el poder de exigencia, el trabajo y el talento.