AMERICAN LEGENDS DOMINO´S BY AJEROEstás viendo//La hora es ahora
La hora es ahora

La hora es ahora

José Ajero bucea en el mes más representativo para la cultura negra en la NBA, lo que supone un ejemplo para muchos.

No es la de los traspasos, la de las salidas de tono o las extorsiones… es la de los jugadores. El ‘mes de historia negra‘ o la visita a la puritana Charlotte dejan en manos de los protagonistas el imponer el ritmo de LeBron James y hacer de sus canchas púlpitos en los que pedir mejoras en su comunidad.

La idea me ronda la cabeza desde que Pepu Hernández se presenta como candidato del Partido Socialista a la Alcaldía de Madrid. Y se recrudece cuando caen en mis manos las zapatillas de LeBron James para el mes de febrero, en el que la NBA celebra el ‘Black History Month’. No comparo a uno con otro. Pepu me ha generado una de las mejores sensaciones que me ha deparado el deporte, pero no sé si es necesario para votarle. Sin embargo, LBJ, del que puedo disfrutar cada madrugada sin freno, ha hecho mucho -muchísimo- por su comunidad; su presencia traspasa el rectángulo de madera y ya ha llegado más allá que Michael Jordan e incluso que ‘Magic’ Johnson en materia social.

La sensación de ser poderoso e influyente no es la misma en los Estados Unidos que en España. El deporte puede ser trascendente de la misma manera pero, por suerte, hasta la fecha no ha constituido el puente de salvación para generaciones. Lo empieza a ser el fútbol en Francia, donde muchos de los inquilinos de los barrios de las afueras se aferran a echar las bolas al suelo como único camino.

Calzados o descalzos, con el influjo del márketing y las ventas detrás del crecimiento de los deportistas en EE.UU., lo cierto es que la comunidad afroamericana sigue un proceso de empoderamiento que podría emanar del básket. No al 100%, está claro, pero sí en una parte muy alta debido a su peso en la cultura.

LeBron, Jay-Z, Drake o incluso Kanye West han participado de él, y pocos referentes mayores hay en los tiempos de Instagram y Twitter. Por eso el mensaje, con todo el mundo mirando, ha de ser contundente.

Primero de todo, el mes de febrero rinde homenaje al pasado, pero el pasado es ayer igual que hace 50 años. Y en ése ayer hay que pelear lo que ha sucedido en las calles, las demostraciones de fuerza contra Trump o estúpidos racistas. Las contestaciones a los abusos de poder de la policía que han unido más que nunca a la comunidad y a sus iconos, los jugadores. Y en mitad del mes, en el All-Star, decirle al estado de North Carolina, con mucho básket y pocos centímetros de frente, que ya es suficiente. Que sus leyes homófobas no caben en el siglo XXI.

¿Y todo esto a que viene? A que al ver las zapas de LeBron en la mano llegas a la conclusión de que es algo más que lo que calza un campeón. Es un golpe de efecto, de mando. Una zapatilla blanca y otra negra, y una palabra en la suela, Igualdad, apoyada con dos símbolos de mujer… ¿No decían que la revolución no se iba a ver por televisión?

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