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Entrevista a Vega Gimeno: «Saber que me voy a retirar habiéndole dado un título a este club me da cierta tranquilidad»

Entrevista a Vega Gimeno: «Saber que me voy a retirar habiéndole dado un título a este club me da cierta tranquilidad»

Cuando Zaragoza eche la vista atrás, sonreirá al revivir los cuatro días en los que se disputó la Copa de la Reina 2023. Por el homenaje a Pilar Valero, el ambiente en el Príncipe Felipe, las remontadas ante Valencia y Avenida o la celebración en la plaza de España. Pero, ante todo, por el equipo que devolvió a la ciudad a lo más alto. Ese grupo de jugadoras que desafió a los grandes y acabó con ellos. Un recorrido que comenzó mucho antes de que el confeti cayera en la capital aragonesa y que Vega Gimeno, la capitana, vivió de forma especial.

Para hablar del presente, toca viajar al pasado. Tras dos años en Mann-Filter, hiciste un paréntesis en Lugo. Ahí estaba Carlos Cantero. ¿Qué supiste antes, que firmaba él en Zaragoza o que volvías tú?

Fuimos un poco a la par. En Navidades, Casademont Zaragoza contactó conmigo. O igual antes, en noviembre. Yo se lo dije a Carlos, nunca lo he escondido. Quizá no tan pronto como yo, pero ya tenían interés en él también. La temporada aquí no iba bien y por eso esperarían un poco. Ambos sabíamos que venir los dos era bueno y luego ya, cuando se sumó Merritt, todavía más. El proyecto Casademont me atraía mucho. Creía que podía aportar cosas aquí. 

El club venía de un primer año muy complejo. ¿Qué te encuentras al llegar?

Ahí tiene bastante mérito Carlos. Es muy bueno fichando. Se informa mucho de cómo eres como persona, de cómo reaccionas ante ciertas situaciones en el grupo. Recoge información de muchos sitios, nunca de uno solo, y luego ya crea su opinión. Él tenía muy claro de dónde se venía esa primera temporada, un año malo a nivel de grupo y equipo, así que se necesitaban ambas cosas para sacar al club adelante. Y luego ya nos tocó a nosotras dar el paso adelante.

¿Asumisteis todas tan bien vuestros roles como parecía desde fuera?

Parece una tontería, pero a nivel profesional hay veces que la gente no lo entiende, no quiere entenderlo o no se adapta. Cuando fichas, eso se comenta, pero los roles cambian durante la temporada. Es muy raro que no suceda. En ese sentido, él es muy versátil. Es muy directo y sincero de primeras, pero dejando claro que si trabajas y las cosas van bien, él va a confiar en ti. Eso se junta a que todas vienen predispuestas, que hay un grupo fuerte nacional y que conocen la liga. Ahí se marca la diferencia.

Hablando de roles, ¿cómo es Leo Fiebich? Ha sido nombrada MVP de la liga, pero nunca aparece en primer plano en celebraciones, actos y eventos.

Ella es así. No le gustan los focos, las fotografías, que le paren. No tiene Twitter, su Instagram está cerrado. Es la mejor jugadora con la que he compartido equipo en toda mi carrera. Tiene un cuerpo privilegiado, rebotea bien, tira, defiende, echa el balón al suelo, pasa bien. Y es muy de equipo. Es una líder que espera su momento, silenciosa, y lo aprovecha. Que eso no siempre sucede. Es un acierto por parte del club su renovación, pero también por su parte. Necesita asumir responsabilidades, los últimos tiros. No le sale de forma natural y debe aprenderlo. Yo le dije que de baloncesto no le podía enseñar nada porque era mejor ella en todo, pero a nivel de asumir responsabilidades sí. Eso se lo puedo enseñar.

¿Qué tiene de especial este grupo?

Yo diría que nosotras tenemos 5 o 6 focos en ataque y compartimos mucho el balón, además de asumir todas su rol. Si ves las medias de nuestro equipo, hay unas cuantas jugadoras que están en 10 o más puntos. Eso me parece muy complicado para el rival. Y luego es que hay unas 7 especialistas defensivas. Está todo muy compensado. No es una plantilla muy larga, pero nadie está a un nivel bajo. Aquí no hay heroínas de nada, todas miramos por el equipo.

¿Eso mismo es lo que os permitió remontarle 14 puntos a Valencia y 13 a Avenida en la Copa?

Tenemos un carácter especial en ese sentido. Somos hormiguitas trabajadoras, pum, pum, pum. A veces, haciendo eso, las cosas no te van bien, pero a largo plazo, de esta manera siempre vuelve todo a su sitio. Esto no es sencillo de encontrar. El grupo no se viene abajo durante los partidos. Tenemos mucha jugadora con carácter. Quieren ganar, de verdad.

¿Cuántas veces se te puso la piel de gallina?

Más veces en un fin de semana que en tres temporadas seguidas. En la final, cuando empieza a sonar el violín, ya no sabía si tenía alguna otra parte del cuerpo que se me pudiera erizar también. Ha sido inigualable.

¿El primer momento fue en el homenaje a Pilar Valero?

Su nombre ha surgido muchas veces esta temporada. Entre nosotras, con Teresa Seco, Paola Mercadal, etc. Se merecía estar presente de una forma u otra.

Os plantáis en la final ante Avenida. Viendo los encuentros previos, ¿era el más complicado de los tres grandes?

No teníamos nada que perder. Era un premio. Ganamos a Araski, también a un todopoderoso Valencia. En los dos choques previos, competimos bien. Ninguno de los dos equipos era el mismo a aquellos partidos. Llegamos en nuestro mejor momento al instante clave. En eso tiene mucha culpa el staff. 

Sin embargo, no todo fue sencillo en la final. Te echan tras una antideportiva y una técnica.

En el suelo no lo sabía. Llegué al banquillo, me senté y me lo dijo Bea, la delegada. Ahí me puse a llorar. Imani Tate me dijo que no me preocupara, que con eso la habían liado más y que íbamos a ganar. 

Hay una imagen de Cantero abrazándote en la que él es el único que se ríe en un momento de máxima tensión.

Me dijo que ese partido lo íbamos a sacar, así que me podía ir tranquila. ¡Tranquila!, imagínate. Ahí empecé a llorar como un bebé. 

¿Cómo lo viviste en el gimnasio?

Mi problema era que la TV iba con retraso, así que escuchaba los gritos del pabellón antes. Ya sabía que había pasado algo, pero no el qué. Eso multiplicaba todos los nervios. Fue muy complicado, muy duro.

¿Cambiarías algo del guion?

Nada, ni una coma. Lo viviría todo igual. Así ha sido más épico, más de película. 

Te llevaste una de las ovaciones más grandes al regresar y celebrar.

Probablemente, la ovación más especial de mi carrera. Por haber ganado la Copa y por el momento de la expulsión. Esa ovación fue el abrazo de toda la afición.

¿Esto marca un antes y un después en vuestras trayectorias?

La Copa fue mucho más especial de lo normal porque todo el mundo participó. Desde Leyre Urdiain, que salió y metió un triple, hasta Davinia o cualquier otra jugadora. Cuando me expulsan, Gracia lo hace increíblemente bien y Oma asume el rol de Markeisha o de Leo. Todas han estado a su nivel o incluso por encima. 

¿Qué ha significado para ti?

Tengo 32 años y estoy ya pensando un poco en cuándo y cómo me voy a retirar. Saber que lo voy a hacer dándole un título a este club que tan bien me ha acogido me ha dado cierta tranquilidad. No solo por el título, también por lo que hemos creado alrededor de este equipo y la visibilidad que hemos tenido.

No menos especial fue lo que vino después por las calles de Zaragoza.

Buah. Jamás me lo habría imaginado. Nunca fue un objetivo porque no pensaba que fuera posible. En mi vida, eh. Y todavía menos en baloncesto femenino. Cuando íbamos con el autobús, estaba mirándome con Leo… Veíamos cabezas y cabezas. Intenté disfrutarlo porque es difícil que se repita.

Tras 33 años, las campeonas del Banco Zaragozano siguen recibiendo homenajes. ¿Te imaginas esto con vosotras en 2056?

Buf, ojalá (risas). Sería increíble. No sé cómo estaremos todos, pero sería una locura.

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