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Becky Hammon, una estrella terrenal. Así fue su paso por España

Becky Hammon, una estrella terrenal. Así fue su paso por España

La historia de Becky Hammon no es un relato cualquiera. Nunca fue la más alta, la más fuerte o la más rápida. Sí la más inteligente. Nadie creía más en su figura que ella misma. Una proclama que se ha repetido cada uno de los días de su vida, superando muros que parecían infranqueables en un camino que ahora amenaza con revolucionar a su paso la WNBA, pero que en su día acaparó todas las miradas del baloncesto español.

 *Contenido publicado en la revista Gigantes de febrero

Golpe en la mesa

La llegada de Becky Hammon a Las Vegas Aces ejemplifica mejor que ningún otro movimiento la nueva etapa en la que la WNBA ya asoma la cabeza. En 2022, ocho entrenadoras se sentarán en los banquillos de la WNBA. Tres mujeres más que en la pasada campaña, confirmando así la línea ascendente en cuanto a oportunidades y confianza en su liderazgo. Ellas ocuparán el 67% de los puestos disponibles, abriendo una nueva época en la competición con una clara brecha en los perfiles de las presentes. Estarán aquellas que han recorrido ya un largo trayecto en la competición como Sandy Brondello, Marianne Stanley o Cheryl Reeve. Y, por otro lado, las que se encuentran todavía en sus inicios a los mandos de un staff, con Tanisha Wright, Noelle Quinn, Vickie Johnson, Vanessa Nygaard o la propia Hammon. Toda la experiencia de aquellas que abrieron el camino mezclada con la frescura de las que aterrizan con ideas innovadoras, unidas por un punto en común en la gran mayoría: su pasado vestidas de corto.

 

Una estrella llega a España

En el caso de Becky Hammon, su aventura profesional le llevó por dos franquicias WNBA (New York Liberty y San Antonio Stars) con una parada breve en Italia y un tour tardío por España y Rusia. Al igual que Popovich, a la natural de Dakota del Sur le gustaba integrarse allá donde iba. Aprender de otras culturas, compañeras y entrenadoras sin observarlas desde ningún escalón de superioridad moral. Europa no era sinónimo de inferioridad, sino una oportunidad para agrandar su cosecha de conocimientos. A diferencia del resto, Hammon aprovechó su madurez, y no su juventud, para competir en el Viejo Continente. Conectar con las personas no era tan solo una virtud, siempre fue una de sus metas.

“Cuando llegó, nos trajo a todas las del equipo un regalo”, relata Arantxa Calvo, jugadora del Rivas Futura recién ascendido en 2006. El equipo dirigido por Rubén Domínguez, el entrenador del ascenso, había ganado 6 de los primeros 8 partidos en el inicio liguero y disputado la Copa de la Reina. Sin embargo, poco rastro quedaba de aquel conjunto que había sorprendido en el arranque. Rivas ganó solo 1 de los últimos 5 partidos de 2006 y cayó ante Avenida en los cuartos de la Copa. Ahí llegó Becky.

Los informativos nacionales no tardaron en centrar sus miradas en aquel Rivas Futura: “Solo Stephon Marbury, de los Knicks, vende más camisetas que Hammon en Nueva York”, anunciaba la Cuatro. La nueva base del equipo vivió su verdadera puesta en escena ante Ensino. Gracias a sus 20 puntos, Rivas volvió a la senda de la victoria mes y medio después, aunque la verdadera estabilidad no llegaría del todo hasta el aterrizaje en el banquillo de Alberto Ortego, actual entrenador de Movistar Estudiantes. Con él a los mandos, Hammon promedió 17.5 puntos, ganando 5 de los 9 partidos restantes y cosechando el objetivo inicial del equipo marcado por la directiva, la salvación.

“Becky Hammon ha dejado una huella imborrable en la Liga Femenina de nuestro país”, clamaba La Sexta en sus informativos al término de la temporada, momento en el que decidió poner rumbo al CSKA de Moscú.“Comenzó muy receptiva porque era humilde, pero luego empezó a dirigir mucho. Te cogía en el banquillo o se retiraba contigo a una lado para explicarte lo que quería hacer si había visto alguna debilidad en el rival o qué cambios debíamos realizar en defensa. Era muy inteligente”, relata años después Calvo.

 

Operación Pernil

La Liga Femenina en 2009 arrancó con el mismo guion que la gran mayoría de ediciones en la primera década de siglo. Ros Casares era el vigente campeón y principal candidato a revalidar el título. Sin embargo, un contratiempo sobrevino al equipo de Ismael Cantó. Valdemoro, que tenía 33 años, comenzó a sufrir problemas físicos que la mantendrían alejada de las canchas durante tiempo indefinido. Un percance que no encendió todas las alarmas, sino que activó en el club la Operación Pernil. 

Ideada por Carme Lluveras, General Manager de Ros Casares, aquella maniobra consistía en buscar un refuerzo en el mercado con toda la discreción posible. El nombre lo puso ella misma, siguiendo el método que había instaurado en el club. Cuando se estaba trabajando en la incorporación de una jugadora, todos los que fueran conscientes de esta debían usar un nombre en clave cada vez que la mencionaran. Así que Operación Pernil (jamón en valenciano) era el término indicado en esta ocasión. Poco después, Becky, nacionalizada rusa en su estancia en el CSKA, estaba paseando por Valencia.

“Hammon llegó de manera temporal al equipo, pero el club llevaba la idea de buscar su continuidad si rendía bien aunque Amaya se recuperara”, recuerda Àlex Gozalbo, jefe de prensa del equipo que, previamente, había realizado también funciones de scouting en el staff (reputada firma en Gigantes del Basket en la actualidad).

Pese a todo, Hammon no terminó de encontrar su sitio. Su calidad e inteligencia siempre quedaban patentes en la pista, pero en aquel conglomerado de estrellas no logró la regularidad ideal. Su peso fue cayendo tanto en Euroliga como en la Copa de la Reina, disputada en Zaragoza, que terminó ganando el cuadro de Cantó. Ya con Valdemoro en el equipo, Hammon solo dispuso de 10 minutos en la final. “Yo recuerdo que fue muy honesta. Muy profesional. Tras aquel partido avisó de que, si creían que no la necesitaban, ella no tenía problema en rescindir. Le estaban pagando bastante y no tuvo problema en afirmar que no era imprescindible”, rememora Gozalbo.

Iniciado febrero, el adiós de Hammon se hizo oficial. Dejó la Liga Femenina para no volver ya, volando directamente al All-Star de la NBA, uno de los mayores shows del planeta. Un mundo de estrellas al que siempre perteneció, por muy terrenal que se mostrara en su día a día en Madrid y Valencia, convirtiendo sus estancias en España en memorias inolvidables que ya forman parte de la historia de nuestro baloncesto.

 

 

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