“Me costó mucho llegar a acb, pensé que nunca lo lograría”, dice un Fran Guerra que, a sus 31 años, comienza su novena temporada en Liga Endesa, sexta consecutiva en La Laguna Tenerife, un club atípico que, en esta era de continuos cambios y traspasos, apuesta por la estabilidad. La que tanto le costó conseguir al pívot canario que, hace apenas unos años, se pensó muy seriamente dejar el deporte que tanto ama.
Fue en 2018-19, recién fichado por el CB Canarias, pero cedido en el Iberojet Palma de LEB Oro, actual Primera FEB. “Quise tirar la toalla, veía un túnel sin luz al final, no disfrutaba jugando, era solo un trabajo”. El pívot grancanario era ya un referente en la segunda división española: en 2016-17 con Ourense, playoffs y 16 de valoración. El año siguiente en Melilla, finalista y una valoración media de 17. “Era un buen jugador LEB, dominaba, pero me descartaban para acb, y yo veía que mi trabajo no tenía recompensa en forma de oportunidades”, recuerda.
En Palma, Guerra comenzó arrasando, rondando a menudo la veintena de valoración, en un equipo ambicioso que iba a por todas. Pero las noticias que protagonizó fueron por varias acciones antideportivas en la cancha, que provocaron sanción del club balear: una semana fuera de dinámica de equipo. Cualquiera se hubiera hundido, pero Fran terminó esa temporada como el segundo mejor jugador de la LEB Oro (19, solo tras el fenómeno Tyson Pérez) y como gran referente de un equipo que a punto estuvo de hacer un “Miribillazo” sorprendiendo al anfitrión Bilbao Basket en la F4 de ascenso.
QUITARSE LA LOSA MENTAL
¿Qué pasó? Hay cuatro personas clave en ese “clic” que hizo Fran Guerra, y ninguna tiene nada que ver directamente con entrenamientos, técnica, táctica, balones, canastas o pesas y sí con el corazón y la cabeza. Su mujer, Daniela y sus hijas, Victoria y Leticia “me dieron fuerzas para seguir, siempre están ahí”, explica con un tono de voz cargado de amor sincero. “Ahora disfruto pensando que están viéndome jugar. Daniela me ha ayudado a tener paciencia y no dejar de trabajar para aprovechar las oportunidades, a alcanzar madurez”.
La cuarta persona no es de su familia, pero casi. Se trata del “mental coach” con el que trabaja desde esa temporada en Mallorca, Gabriel Vera y que colaboraba con el club Bahía San Agustín. Fue él quien se acercó a un Fran frustrado y al que, como él mismo reconoce, le “costaba escuchar a la gente”. Vera dio herramientas al pívot canario para “quitarme esa losa mental, creerme quién soy, ser fuerte y valorarme, dejarme el lamento de pensar que, pese a ser de los mejores de la LEB, nadie en acb me quería”.
Explica que “yo era muy cerrado, no compartía estos pensamientos con nadie. Con Gabriel aprendí a hablar, dialogar. Me permitió crecer mentalmente”. Y no solo en ese año en Palma, Vera continúa desde entonces en contacto continuo con Guerra, porque estas cosas son siempre un proceso y el deporte de élite siempre tiene golpes que escapan a tu control. “Por ejemplo, en mi primer año acb en Tenerife pensé que iba a jugar más”. O, ya completamente asentado, cuando la pasada temporada 2023-24 sufrió una rotura muscular en el recto anterior del cuádriceps izquierdo. Y con recaída.
Tres meses fuera, en plena temporada, la primera lesión larga de su carrera, algo nuevo con lo que lidiar, física y mentalmente para volver a ser el Fran de antes. Por un lado, apoyado por médicos, fisios y preparadores físicos. Y por otro, “mi mujer me ayudó a ser fuerte mentalmente” y, por supuesto, la imprescindible conversación semanal con Gabriel. “Fue un año muy duro, pero regresé muy bien”.
GANARSE UN PUESTO EN LA SELECCIÓN
Tan bien que, al final de una temporada en la que el La Laguna Tenerife terminó sexto en Liga Endesa, y subcampeón de Champions, Sergio Scariolo volvió a llamarle para la selección española. En “La Familia”, Fran Guerra suma 12 internacionalidades, en ventanas FIBA y amistosos; hasta ahora se ha quedado a las puertas de los grandes torneos en verano.
“Son claros y explican qué opciones tienes al llamarte. Vas con la ilusión de demostrar que puedes estar en la lista definitiva, y cuando te comunican que no sigues, es triste, estás unos días un poco `chof´. Pero tengo claro que el entrenador manda”.
Para Guerra la selección, con la que brilló en categorías de formación, es una motivación extra. “Siempre que me llamen para jugar o tenga oportunidad de demostrar que puedo ganarme un puesto y luchar por ello, iré a la selección. Defender la camiseta de mi país es toda una responsabilidad, pero no quiero ir solo para entrenar”, explica, lleno de confianza en su trabajo.
COMO EN CASA
Otro de los pilares para la madurez de Fran Guerra, claro, ha sido la confianza del La Laguna Tenerife en él. No deja de insistir en su agradecimiento “al presidente Félix Hernández, el director deportivo Aniano Cabrera, y al entrenador, Txus Vidorreta”. Precisamente, con quien debutó muy joven en Liga Endesa, en el entonces Asefa Estudiantes, y precisamente contra el recién ascendido CB Canarias, en 2012-13.
Su intención es “jugar aquí todo el tiempo que pueda, es mi casa” y realmente es buen club para extender en el tiempo una carrera compitiendo al máximo. Marcelinho Huertas y su compañero en la pintura, Gio Shermadini, son para él ejemplos de cómo “si te cuidas físicamente, se puede jugar y rendir muchos años”. Fran lucha cada día con el pívot georgiano, cuatro veces MVP la pasada temporada, por un puesto en el quinteto. “Es una competencia sana en la que aprendo mucho”, reconoce.
Ahora, en los primeros compases del curso, el reto para el La Laguna Tenerife es “seguir luchando por estar arriba”, y para ello es crucial, según Fran, “acoplar a los cinco jugadores nuevos”. No deja de resultar curiosa esa preocupación cuando es una plantilla en la que continúan nueve jugadores, y cinco llevan más de tres años seguidos. Continuidad, estabilidad y confianza.
Muchos retos en este nuevo curso y, como decían en la antigua Roma, “mens sana in corpore sano”. “Ya no es un secreto ni algo tabú que los jugadores necesitamos trabajar también nuestra mente, ahí está el caso de Ricky Rubio como gran ejemplo. A veces tenemos mucha presión encima y tenemos esta necesidad”, sentencia Fran.