Los últimos dos años han estado repletos de cambios en el panorama del baloncesto femenino. Nuevas competiciones, variaciones en los mercados, un crecimiento palpable a nivel internacional… y lo que no se ha visto hasta ahora. Porque todo este tiempo ha servido a Geoff Prentice (cofundador de Skype) y Grady Burnett (ex ejecutivo de Google y Facebook) para ir gestando una nueva competición intercontinental prevista para el año 2026, según ha informado The New York Times.
Esta novedosa liga se llamará «Project B» y se solapará por completo con las competiciones europeas y de otros continentes, así como Unrivaled y Athletes Unlimited, lo que permitirá no pisar el calendario WNBA. Su duración irá de noviembre a abril, aunque no habrá partidos todas las semanas. La idea es organizar seis torneos de 14 días en ese periodo, en diferentes ciudades de Europa, Asia y America, en los que seis equipos de 11 jugadoras competirán entre sí. A diferencia que en Unrivaled, en partidos de 5 contra 5.
El proyecto cuenta con la exjugadora Alana Beard (cofundadora) en la dirección, y prestigiosos nombres como los de Lauren Jackson, Candace Parker, Novak Djokovic, Sloane Stephens y Steve Young entre los asesores e inversores. Pero el músculo económico del proyecto no termina ahí. Project B cuenta con su sede en Singapur y está respaldado por varios grupos de inversión entre los que se encuentra Sela, una empresa de entretenimiento propiedad del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita.
A pesar de ser un proyecto en el que se contaba con la idea de que se iniciara con competición masculina y femenina, el propio Grady Burnett ha confirmado que se centrarán en la segunda para dar el pistoletazo de salida. Asimismo, junto a Beard, ha anunciado en Front Office Sports y The Athletic que ofrecerán los salarios más alto del deporte femenino internacional e incluso acciones de la liga.
Por ahora se desconocen más detalles, aunque los impulsores del proyecto han asegurado que este contará con jugadoras WNBA. Una cuestión clave no solo en relación al nivel que pueda ofrecer Project B, sino también de cara a crear un mercado nuevo que limite todavía más el de los clubes europeos y lo que pueda afectar en las negociaciones del nuevo convenio colectivo de la WNBA. Tanto por el lado de las jugadoras, cuyas exigencias podrían variar si ven opciones mejores fuera de la liga, como por el de los propietarios, quienes ya introdujeron las cláusulas de priorización en el pasado acuerdo de 2020.
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