Los Lakers están a solo un partido de jugar las finales de conferencia. Tras ganar esta pasada madrugada a los Warriors, el equipo de LeBron James y Darvin Ham le ha conseguido dar la vuelta a la temporada tras los movimientos de febrero. Aunque no ha sido ninguno de los fichajes, ni LeBron o Ham los protagonistas. Es Anthony Davis quien ha conseguido que Los Angeles estén a una victoria de clasificar a la siguiente ronda.
Se le ha tachado de irregular, de jugar un partido bien y al otro mal, pero la realidad es otra. Hasta la fecha Anthony Davis ha jugado diez partidos en los playoffs de 2023 y solo tres han sido malos: el segundo y cuarto partido ante Memphis (1-1) y el segundo ante Warriors (0-1). En los otros siete ha jugado bien, muy bien o ha sido con diferencia el mejor jugador del partido, y los Lakers han ganado seis, con la única derrota en el quinto partido de la primera ronda ante los Grizzlies. Promedia 21.4 puntos con 14 rebotes y 3.7 tapones, líder de los playoffs en las dos últimas estadísticas, tirando un altísimo 52.6% pese al 3/11 en triples. Su rendimiento está solo por detrás de Devin Booker, Jimmy Butler o Nikola Jokic. Y lo más importante, se ha ganado a pulso ser el dueño del equipo.
Ya sea por la edad de LeBron o por el nivel de Davis, estos Lakers son propiedad de AD. Y su nivel es realmente lo que marca la intencionalidad del equipo, y las opciones de competir. Los ajustes defensivos de Steve Kerr llegaron para frenar el impacto de Davis en defensa, y no para contrarrestar a LeBron James. Algo impensable hasta hace poco, imaginar que habría un jugador con mayor efecto en una serie en el mismo vestuario que LeBron James. Ese es el nivel de Anthony Davis ahora mismo, y cuando la salud le acompaña, es uno de los mejores interiores del planeta.
Cuando los Lakers ganaron el anillo en 2020, en la burbuja en Disney, Anthony Davis fue en muchas ocasiones el jugador más importante de aquellos Lakers, pero el balón todavía pasaba por las manos de LeBron James. La principal diferencia entre aquel equipo y la plantilla actual eran los secundarios: Kentavious Caldwell-Pope, Danny Green, Alex Caruso o Kyle Kuzma eran ejecutores, e incluso JaVale McGee y Dwight Howards, pívots naturales, fueron importantes. Todos ellos necesitaban un generador primario para empezar el ataque, y el 30.4% de las jugadas eran acabadas por James. En 2023, los principales secundarios necesitan el balón para generar una diferencia.
D’Angelo Russell, Dennis Schröder y Austin Reaves, tres de los cuatro máximos anotadores tras las dos superestrellas de los Lakers, tienen porcentajes bajísimos de eficiencia y uso de catch and shoot, por ejemplo, al contrario que Green o Kuzma en 2020. Solo Rui Hachimura (44% frecuencia, 61.5% efectividad) cumple con ese rol. Incluso Lonnie Walker IV ayer anotó cuatro de sus seis tiros tras bote. Y por eso el balón pasa menos por las manos de LeBron James, con 68.8 toques de balón por partido, su cifra más baja desde que se cuantifica este dato en 2014. En los siete años de playoffs anteriores, James siempre había tenido al menos 17 posesiones de diferencia con sus compañeros, a excepción de 2016 cuando Kyrie tuvo solo seis menos. Este año, AD y D’Angelo Russell están a solo tres, y Reaves a doce.
Es el porcentaje de uso más bajo de su carrera en playoffs, acabando solo el 26.6% de las jugadas, ya sea en tiro a canasta, tiros libres o pérdidas. Solo en 2011, en su primer año en Miami, estuvo por debajo de 29%, y ha superado el 30% en once de las 16 ocasiones que ha jugado postemporada. Los Lakers son por fin un colectivo, un equipo, y no la suma de sus estrellas. Y han entendido que su mejor nivel llega cuando son capaces de conseguir la mejor versión de su mejor jugador, Anthony Davis. Falta qué pasará cuando lleguen a un final ajustado, si el balón irá a sus manos o todavía se lo jugará LeBron James.
Todos los datos son de NBA.com y PBPstats.com
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