Se cumplía el final del partido y los aficionados de los Warriors entraron en una locura total. El equipo del Estado Dorado levantaba el anillo. No hizo falta séptimo partido y Cleveland fue testigo del espectáculo del mejor equipo del momento. Se impusieron los Warriors por 97-105.
La madurez deportiva acompaña al anillo de Andre Iguodala, que ha encontrado en la Conferencia Oeste solución a algunos de sus años perdidos en Philadelphia. Convertido en un sospechoso habitual de estas Finales, se lleva a casa el MVP cerrando la serie con 25 puntos y una increíble defensa.
«Sin palabras», decía Curry. Y no es para menos. Ningún miembro de la plantilla de los Warriors había levantado un anillo. Ya lo tienen y también su entrenador, Steve Kerr, que ya sabe lo que es ganarlo como jugador (en cinco ocasiones) y hacerlo como debutante en el puesto de head coach.
«No importa si estoy jugando en Miami, Cleveland o en Marte», afirmó LeBron James. «Se pierde la final, que es decepcionante», añadió. Su cara, un poema.
Iguodala tenía el deber de no dejar que LeBron se saliese de lo normal. Y normal para James es hacer 32 puntos, 18 rebotes y 9 asistencias como hizo en el último encuentro de las Finales NBA 2015.
Green valora la defensa de su compañero y el momento de forma en el que se encuentra, fundamental para la consecución del título: «Es un tipo profesional y se notaba. Es por eso que es MVP de la serie y porque somos campeones».
El bueno de Curry ascendió hasta los 25 puntos, 6 rebotes y 8 asistencias pero Draymond Green resultó el quebradero de cabeza final para los Cavs con un triple-doble: 16 puntos, 11 rebotes y 10 asistencias. Espectacular.
Una temporada redonda para los Golden State Warriors. Récord brutal en la liga regular, MVP para Steph Curry, campeones de la Conferencia Oeste, campeones de la NBA y MVP para Iguodala. ¿Se puede pedir más?